martes, 11 de agosto de 2015

Ahora en Común

Los resultados del último barómetro CIS han sorprendido a mucha gente, a mi no, para nada, y no porque sea yo un clarividente o un experto en el tema, no lo soy, simplemente he procurado, desapasionadamente, ir analizando lo que iba ocurriendo, ir siendo permeable a lo que me transmitían amigos y compañeros, y desde ahí no me sorprende, en absoluto, como va evolucionando la situación política, ¡ojo! en el ámbito electoral que no es, ni mucho menos, el único.
Que el régimen bipartidista, esa suerte de sagastacanovismo alumbrado en la transición,  no se iba a rendir sin lucha estaba cantado, y hoy, como era de prever, se está produciendo una recomposición del mismo.
La eclosión de un movimiento extraordinariamente ilusionante como fue el 15M , un movimiento que supuso la cristalización de un natural descontento provocado por una situación, descontento que, todo hay que decirlo, fuimos incapaces de canalizar desde la izquierda política, puso contra las cuerdas a todo el entramado urdido en 1978, independientemente de la valoración que haga cada cual de aquel proceso, y el régimen reaccionó cabalgando al tigre. Nada mejor para salvar al sistema que conseguir que aquellos que están, aparentemente de una forma radical, contra el sistema acaben participando en el sistema y aceptando las reglas del sistema.
El nacimiento e una superestructura política desde el 15M, innegablemente apoyado desde algunos medios de comunicación, tuvo dos efectos inmediatos:
-El derrumbe de las estructuras tradicionales de la izquierda transformadora. Algo que hemos sufrido en Izquierda Unida y muy especialmente en Madrid donde estamos intentando crear una federación tras habernos desvinculado de la estructura hasta ahora existente. Estoy convencido de que después de haber tocado, dramáticamente, fondo todo lo que venga ha de ser, necesariamente, positivo aunque no exento de dificultades.
- La desnaturalización del propio 15M. Y la consiguiente desmovilización. Es la consecuencia natural del, mil veces citado, ilusionismo electoral. Sirvan de ejemplos de esta desmovilización el paulatino desinfle de las mareas o la disminución de intensidad de la columnas del 22M.
Ambas cuestiones han supuesto un importante balón de oxígeno para el bipartidismo, sin olvidar la potenciación, también con innegable apoyo mediático, del instrumento canalizador del descontento del sistema sin cuestionar el propio sistema, Ciudadanos que no es sino la expresión política de aquellos descontentos que, ni de lejos, cuestionan al capitalismo como estructura básica.
¿Y ahora qué? ¿Qué hacer? ¿Está todo perdido? Sinceramente creo que no. Indudablemente hemos perdido mucho tiempo, y de esa pérdida tiempo alguno son más responsables que otros, pero estamos a tiempo. Hemos aprendido, o deberíamos haberlo hecho, de las diferentes experiencias de las pasadas elecciones municipales y autonómicas, y de esa experiencia, o experiencias, nace Alpedrete En Común, que se va construyendo poco a poco por todas partes. No podemos, no debemos, perder más tiempo, y a aquellos que ponen palos en las ruedas la historia no los absolverá.