viernes, 30 de octubre de 2009

Centenario

Se cumplen cien años del nacimiento de una de las personas que más influencia ha podido tener en mi vida, y me refiero a influencia en lo personal y en lo ideológico. Nacido el 30 de octubre de 1909 en Fuentemolinos, en la ribera del Duero burgalesa, su infancia, adolescencia y juventud fue dura y difícil, en realidad lo fue casi toda su vida, marcada por la temprana muerte de su padre Teolomeo (no me he equivocado, lo he escrito bien y de hecho da lugar al apodo de los teolos) cuando contaba con cinco años de edad. Exactamente don Teolomeo dejó de existir el día de San Silvestre de 1914 , tal y como le gustaba recordar una Nochevieja tras otra a su hijo para añadir, sin solución de continuidad, que le había hecho, con su muerte, una soberana putada. Este hecho marcaría definitivamente su posterior desarrollo personal. Su madre doña Petra, había parido seis hijos, de los cuales él era el penúltimo, su temprana viudedad determinó que fuera un tio, el llamado tío teneré (apodo o mote que nunca he sabido a que correspondía), el que se hiciera cargo de gestionar el no muy abundante patrimonio agrícola. La gestión no debía de ser del todo clara, de manera que cuando el hijo de don Teolomeo se convirtió en, lo que entonces se decía, un mozo, exigió a su tio la entrega de la gestión. Parece ser que el tío teneré, no estaba muy de acuerdo con el cambio. Advertido de forma seria y contundente de que debía poner más los pies en aquellas tierras, hizo caso omiso de la advertencia, fiado quizás en la juventud del advirtiente, y al día siguiente recibió el impacto de un azadón, que le abrió la cabeza como un melón. Afortunadamente, no murió, por lo cual el hijo de don Teolomeo sólo fue condenado a dos años de cárcel, de los que sólo cumplió nueve meses en el penal de Burgos. Allí entró un joven rebelde e iracundo, y , gracias a que en ese penal había varios dirigentes del recien nacido Partido Comunista que ejercieron sobre él el papel que su padre no pudo ejercer, salió un joven revolucionario con unas inagotables ganas de aprender, de conocer, de formarse, de hecho fue un incansable lector el resto de su vida. ¡De que curiosa manera llegó a ser comunista el hijo de Teolomeo García y Petra Sualdea, Claudio García Sualdea, mi padre.
Al salir de presidio le fue imposible volver a Fuentemolinos, las sociedades de pequeños pueblos son muy complejas, y además tampoco tenía demasiadas ganas, de manera que terminó en Madrid. Su escasa estatura , medía en aquella época 1,54, le permitió librarse del servicio militar lo que le permitió pregonar a lo largo de su vida que el jamás había jurado la bandera rojigualda fascista (sic). Entró a trabajar en ferrocarriles, en concreto el compañia MZA (Madrid Zaragoza Alicante) que tenía su sede en la estación de Atocha. Se vinculó al sindicato CGTU, que habían puesto en marcha los comunistas y que sólo en el sector ferroviario llegó a tener cierta influencia, y vivió la llegada de la República con cierto escepticismo, puesto que la consigna oficial del PCE, dirigido de forma un tanto sectaria por Bullejos, Adame y Trilla, era ¡Abajo la República, Vivan los soviets!. Su férrea disciplina hizo que asumiera con naturalidad la llegada a la máxima dirección del Partido de José Díaz y Dolores Ibárruri, que cambió radicalmente la estrategia del Partido, la CGTU se integró en UGT y el PCE comenzó a apoyar de forma táctica a la República, aunque se tratara de una república burguesa , en la terminología de la época. El intento revolucionario de 1934, que en realidad solo pretendía defender a la República del asalto al poder de la antirrepublicana CEDA, fracasó en Madrid y poco faltó para que Claudio volviera a dar con huesos en la cárcel. Fue en esa época en la que decidió que la discreción y el sigilo también pueden ser armas revolucionarias, algo de radical importancia en su futuro. Con el estallido de la guerra, y una vez consolidados los frentes, el Partido le encomienda labores de contarespionaje en el SIM (Servicio de Información Militar), con el objetivo de detectar las redes de quintacolumnistas que operaban en Madrid, y no solo detectarlas como es natural. Fue en esa época cuando conoció a Petra la segunda de su vida, una jóven zamorana que había salido de su Sanabria natal para venirse a Madrid a servir. Con la guerra se había quedado en paro, los señores con criada o habían huido o se habían hecho misteriosamente pobres y afiliados a la CNT. La pasión dió sus frutos Petra se quedó embarazada, y en una escapada desde el frente, oficialmente mi padre era servidor de una ametralladora antiaérea en el Tren Blindado del Norte , el 16 de julio de 1938 nació mi hermano
José García Centeno.



(Curiosidad: Mis padres se casaron en Marzo del 38, el ramo oculta la tripita de Petra, sin embargo, cuando despues de la guerra tuvieron que "legalizar" la unión, aunque nunca se casaron canónicamente, les dieron un Libro de Familia en el que aparece el 25 de diciembre de 1937 como fecha del enlace para que mi hermano fuera concebido dentro del matrimonio aunque como "sietemesino")

Cuando me enteré del verdadero destino de Claudio en la guerra le pregunté, en innumerables ocasiones, si sabía algo de los famosos sucesos de Paracuellos. Jamás me respondió, sólo en una ocasión hizo alusión a que se trataba de cosas que pasan en las guerras. La versión ofcial dice que ni Santiago Carrillo, ni el PCE ni la JSU tuvieron nada que ver en aquello, y a ello me atengo, aunque recientemente he dado mi personal opinión sobre lo ocurrido.

Su discreta actuación durante la guerra, hizo que no saliera del todo malparado, y tras una temporada en diferentes campos de concentración en el mismo Madrid y dada su edad, tenía más de treinta años, y su condición de casado con una familia que mantener no fue obligado a prestar, como hicieron con muchos soldados del ejército de la República, varios años de servicio militar en el triunfante ejército fascista. Eso sí su actividad sindical previa a la guerra hizo que fuera depurado de ferrocarriles, despedido de la recién creada RENFE (relación que fue recobrada por la ley de amnistía, aunque ya como jubilado). Durante cerca de cuarenta años prestó servicio en una empresa de transporte por carretera La Veloz Biosca que hacía la ruta entre Madrid y Alicante. Uno de los dueños de esta empresa era un militar del ejército del aire, y Claudio siempre recordó con espanto la algarabía de su jefe y sus amigos con los iniciales avances del ejército alemán en el frente ruso, la misma algarabía con que celebraban los triunfos deportivos del entonces At. Aviación. Nunca le había interesado el fútbol, pero su animadversión por lo colchonero le hizo hacerse un apasionado madridista, pasión que yo he heredado. Hasta aquí he contado cosas anteriores a mi llegada. Conmigo siempre fue estricto y riguroso, aunque con un punto de ternura, derivada probablemente de que ya tenía 47 años cuando yo vine al mundo. Nunca olvidaré las mañanas de los domingos en La Bombilla , el Retiro o el Botánico. Ya más mayor rebuscando en algunos puestos de la Cuesta de Moyano, en los que podía conseguirse un Alberti o Neruda en edición de Losada, o comprando cualquier cachivache , que indefectiblemente mi madre calificaba de inútil en el Rastro, un lugar que le apasionaba. Noté como le dolió cuando, es ley de vida, me fui separando de él prefiriendo, en aquellos domingos por la mañana, la compañía de mis amigos a la suya. Me gusta recordar, y puede que idealice un poco, el silencio sepulcral que reinaba en mi casa cuando con la Telefunken se sintonizaba Radio España Independiente, estación pirenaica, siempre interferida con horribles ruidos, lo mismo que las emisiones en español de la BBC o Radio Paris. Tengo presente su franca carcajada cuando volví espantado del colegio, seguro como estaba de que iban a ir, ambos, al infierno por no ir a misa que era pecado mortal, así me lo había dicho el cura. Me dió toda una lección de estrategia: Tienes que estudiar bien la Religión porque es una asignatura que cuenta, Tienes que recordar siempre lo que estudies porque hay que conocer bien al enemigo, y la Iglesia es el peor enemigo de la humanidad y Desconfía siempre de los curas. Cuando comenzaron a proliferar los curas obreros y algunos llegaron al Partido murmuraba: estos son los peores. Su relación con el Partido no fue idílica, de hecho se desvinculó en 1945, cuando los tanques se quedaron Berlín , en lugar de llegar hasta Madrid pasando por Paris, con todo siempre colaboró en lo que pudo, y a finales de los sesenta, quizás viendo militar a sus hijos, retomó su actividad aunque fundamentalmente en Comisiones Obreras. A grandes rasgos este fue mi padre. Ya me gustaría a mi que mi hijo algún día me recordase con el respeto, el cariño y la admiración con que yo recuerdo a Claudio.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

un relato emocionante. Un abrazo.

Javi dijo...

Una biografía apasionante. Recibe un cordial saludo!

RGAlmazán dijo...

Oiga D. Bolche, cuando habla con el corazón es usted entrañable. Y cuando no, también.

Salud y República

Gracchus Babeuf dijo...

Muy emocionante. Me tiene usted con un nudo en la garganta. Que sirva esto para recordarnos a todos que, si aspiramos al respeto de nuestros hijos, nos lo tendremos que merecer.

Paco Piniella dijo...

La vida siempre es mejor que cualquier novela.
Enhorabuena

Antonio Flórez dijo...

Hay épocas que obligan a mucha gente a sacar lo mejor de sí misma, cosa que no siempre esa gente querría hacer. La de su padre, don Javier, que es la misma que la del mío, es una época modelo de lo antedicho. En épocas así, la corta estatura de algunos les sobra para quedar muchos palmos por encima de otros. Por eso les miramos como les miramos, hacia arriba y con admiración.

Un saludo.

Osaposa dijo...

Los que compartimos con Dº Claudio, tenemos el mismo cariño y respeto que Ud., por él. Ademas de todo lo que Ud., ha relatado hay que añadir algo fundamental, ERA BUENO, y con un gran sentido de la justicia, aunque no siempre justo. Un gran conversador cuando se hablaba de historia de España, un buen esposo, un gran padre y un extraordinario abuelo. Pasan los años y sus recuerdos perduran por sus grandes virtudes, siempre permanecera con nosotros.

Freia dijo...

Querido Bolche:

Sabes perfectamente que mi primer encuentro con tu padre fue, digamos que algo embarazoso. Aún así guardo algún recuerdo cariñoso nítido. Pero, sobre todo, te he oído hablar a ti de él en muchas, muchísimas ocasiones y siempre con mucha admiración y respeto. También te conozco a ti desde que eras un jovenzuelo y conozco a tu hijo. Estoy convencida de que, a pesar de encontrarse en una edad difícil, YA se siente orgulloso de ti.
Un beso muy, muy especial, extensible a tu santa y al Centenín, que ya no lo es tanto.