Y como es irremediablemente un error, somos nosotros, y no el Régimen mismo; nosotros gente de la calle, de tres al cuarto y nada revolucionarios, quienes tenemos que decir a nuestro conciudadanos: ¡Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo!
Delenda est Monarchia.- José Ortega y Gasset.
Así terminaba el artículo, publicado en El Sol el 15 de noviembre de 1930, titulado El error Berenguer, en referencia a la salida fallida que el monarca Alfonso XIII había dado a la dictadura de Primo de Rivera, dictadura, por otra parte, propiciada por el mismísimo rey.
¿Estamos ante un caso Urgandarín que justifique el fin de la monarquía? Sería discutible. El escándalo Noos, sociedad sinónimo de lucro, tiene toda la pinta de no ser más que la punta de un iceberg, un iceberg que consistiría en la corrupción generalizada de la institución, siendo la parte, digamos, menos hábil la que ha aflorado, y es que el, sin duda, grandísimo balonmanista del F.C. Barcelona y de la Selección Española, curiosa mezcla, ha demostrado ser todo un pardillo a la hora de ir dejando pistas de sus desmanes. O eso, o es que creía ser absolutamente impune, como puede que le pareciera algún miembro de su familia política. De hecho , de las cuentas de su real suegro poco, o nada, sabemos. Sabemos que su abuelo, Alfonso de Borbón Habsburgo-Lorena falleció en 1941, en Roma, no rodeado de lujos, como tampoco disfrutó de excesiva vida regalada su abuela Victoria Eugenia de Battenberg hasta su muerte en Lausanne en 1969. Sabemos que sus padres, los condes de Barcelona, no nadaban precisamente en la abundancia en su exilio de Estoril. Sabemos que cuando el actual jefe del Estado viene a España lo hace, prácticamente, con una mano delante y otra detrás, dependiendo de la generosidad y largueza del dictador. Sabemos que varios de los tenidos como sus amigos íntimos han tenido problemas con la justicia por desarreglos financieros. Y no sabemos, al menos yo no sé, absolutamente nada más, y cada cual es muy libre de sacar las conclusiones que considere oportunas.
Voluntariamente no entro en su vida personal, fundamentalmente porque las cuestiones de bragueta me interesan poco, pero en cualquier caso la trayectoria de sus antepasados no es precisamente ejemplar, su abuelo tuvo al menos cinco hijos fuera del matrimonio, alguno de los cuales pasea sus miserias por los platós televisivos. La que, para algunos, ha sido la más grande reina de España Isabel la Católica, era la tataranieta de Enrique II, uno de los diez hijos extramaritales, entonces llamados bastardos, de Alfonso XI con Leonor de Guzmán. Han tenido disparo fácil los monarcas españoles, Trastámaras, Austrias o Borbones que, a esos efectos, el lema Tanto monta, monta tanto es de gran expresividad.
Tampoco voy a entrar aquí en cuestiones de legitimidad, aunque no está de más recordar que la instauración de la monarquía en 1975 es una disposición de continuidad de la dictadura, que nunca fue una restauración que hubiera supuesto el reinado de Juan de Borbón Battenberg , como Juan III , y que si fue mayoritariamente refrendada en 1978 lo fue por dos razones: Una, porque iba incluida en un paquete más amplio, la Constitución, que, al menos aparentemente, aseguraba un sistema de libertades y Dos, porque el poder militar no hubiera aceptado una salida republicana, y la izquierda mayoritaria de entonces, y muy significativamente el PCE, optó por el pacto y si hizo bien o mal ya ha sido objteo de análisis, incluso por el propio PCE.
La institución, la monarquía, está claramente en crisis aún desde los parámetros de la moral burguesa a la que he hecho referencia en entradas anteriores, y hoy, desde sectores que no cuestionan, ni mucho ni poco, la esencia del sistema capitalista, no se ve como algo extravagante el cambio en la forma de la jefatura del estado. Solo un cierto papanatismo monarquicano del PSOE sustenta un juancarlismo irredento. No debería ser nuestro caso, el mio, desde luego, no lo es. Yo no busco una franja más en la bandera, un cambio de himno y que el jefe del estado sea renovado periódicamente. Ýo busco, y lucho por ello, un cambio radical del sistema que permita a la sociedad española caminar hacia el socialismo, y en ese nuevo escenario, que la lógica determina que ha de ser republicano y solidario, el color de la bandera y los acordes del himno son elementos absolutamente secundarios. Me gusta exhibir, cuando viene a cuento, la bandera tricolor de la II República, porque ese periodo burgués republicano trajo grandes avances en los terrenos social político y, sobre todo, porque cuando, tras las elecciones de febrero de 1936, la República podía avanzar hacia un sistema más justo y solidario, el proceso fue salvajemente interrumpido por un ejército fascista que, apoyado por una Iglesia reaccionaria, se puso incondicionalmente a las órdenes del capitalismo. Pero nostalgia la justa. Con la bandera tricolor y el himno de Riego se produjeron los sucesos de Casasviejas, con la bandera tricolor y el himno de Riego se produjo la brutal represión de 1934. E inicialmente en nombre de la bandera tricolor se produjo el levantamiento de julio de 1936. Con todo, reitero mi respeto por la bandera que, a dia de hoy, representa la legalidad republicana.
En cuanto al título de la entrada ¿Cuál es el futuro de los Borbones? Personalmente, y lo digo con toda sinceridad, no les deseo nada malo. El actual jefe del estado ya debería estar cobrando su paga de militar retirado, su hijo en la actualidad ostenta los empleos de teniente coronel de los ejércitos de tierra y aire y capitán de fragata de la armada, con lo cual no le sería difícil obtener un destino acorde a sus características y su nuera tiene experiencia contrastada como periodista, no quedarían, pués desamparados.
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