Ha empezado, llevamos ya unos cuantos días, un nuevo año, el 2013, con una rima análoga a la de 2005, que sólo tiene como divisores, entre los primos, el 3 y el 11, y toda la pinta de ser un año chungo. Desde luego para mi el comienzo ha sido demoledor, me han robado una paga, me han bajado el sueldo y me han quitado el complemento de productividad, y mi consorte es, tambien, funcionaria. Sstupendo que diría un mono de Forges. El equipo de mis amores, el Madrí de mi alma, no está pasando su mejor momento, y hasta el incombustible Casillas, y Mourinho tiene más razón que un santo, está fallando lamentablemente. Vamos que más que un año da la sensación que iniciamos un convulso itinerario por el tunel de la bruja.
En el plano político parece que iniciamos una nueva etapa, al menos en la Comunidad de Madrid, con la renovación del Coordinador de IUCM. De la, también recientemente celebrada, Asamblea Federal poco puedo decir ya que no fui elegido delegado, y bien que me hubiera gustado pero... digamos que en el complicado mecanismo de contrapesos entre familias, perfiles, corrientes y otras formas no estatutarias de organización, este humilde aspirante a aprendiz de bolchevique fue excesivamente eso, aprendiz, y cometió errores de jaguar joven, lo que es grave cuando uno ha superado largamente la cincuentena, en un entorno hostil que a veces, sólo a veces, parece estar sembrado de minas. Total que me quedé, con indisimulable cara de idiota, en esa fase de ni se muere padre ni cenamos.
En Madrid hemos sustituido a Gregorio Gordo, que, a mi juicio se despidió muy elegantemente, Yo nunca seré parte del problema y quiero ser parte de las soluciones, por otro colchonero confeso, Eddy Sánchez, lo cual es un hándicap de inicio al tener la derrota como valor ético positivo, al menos para, como es mi caso, los que tenemos como objetivo indisimulado la toma del poder. Con todo, a pesar de que el ambiente de la Asamblea fue tenso, con tres, no dos, tres, listas compitiendo, estoy razonablemente satisfecho con el resultado final. No puedo evitar, tampoco quiero hacerlo, que mi cultura política esté anclada en las formas organizativas de los Partidos que un día formaron parte de la Komintern, que es un definición que intenta sortear un calificativo con el que no me siento cómodo, por lo que a mí los denostados Congresos a la búlgara nunca me han parecido mal, siempre que, y ahí está el quid de la cuestión, esa unanimidad final sea el final de un proceso dialéctico, de contraposición de hipótesis y antítesis, y no una imposición de la dirección saliente. Desde mi muy temprana militancia me enseñaron que el llegar a una votación implicaba un cierto grado de fracaso, simpre hay una parte que ha de sentirse derrotada, mientras que llegar a una síntesis implicaba el refuerzo organizativo. Pero a veces se me olvida, y no soy el único, que Izquierda Unida no es un partido político, y lo que es, o debería, a mi juicio, ser válido para el PCE, o cualquier otro partido, puede no serlo para ese movimiento político y social, con una deseable y saludable pluralidad, llamado Izquierda Unida.
Se levanta, pués el telón que da paso a un periodo apasionante con alguna tareas urgentes, la prioritaria, a mi modo de ver, la de fortalecer, numérica e ideológicamente, nuestra organización. Mientras las encuestas, más allá del porcentaje, marcan claramente un ascenso, suave pero firme, de intención electoral, seguimos siendo débiles, y no sólo numéricamente, también en el plano ideológico y ello nos lleva a tener dificultades a la hora de hegemonizar los movimientos, aún muy débiles y minoritarios pero con objetiva tendencia a crecer, que proliferan por las calles y plazas. No solo no estamos siendo incapaces de hegemonizarlos, sino es que además se puede estar produciendo el perverso fenómeno contrario y podemos estar siendo nosotros los que nos estamos disolviendo en su seno, y eso se debe, en gran medida a falta de formación ideológica y política. Creo que ha llegado el momento en que dejemos claro que somos la única, y digo única, formación política con capacidad para, desde la movilización, desde la lucha, desde el combate, alcanzar el suficente grado de influencia, incluido, y de forma destacada, el ámbito institucional, que nos permita el cambio de correlación de fuerzas imprescindible para abordar el necesario proceso constituyente. Proceso del que hoy, desde mi análisis, estamos lejísimos. Es más, y dada la correlación de fuerzas actual, cualquier cambio en ese ámbito iría justamente en el sentido contrario al deseado, y buena prueba de ello fue la reforma constitucional exprés a la que nos sometió la acción conjunta de PSOE y PP. En definitiva, y para concluir, necesitamos fortalecer a IU, única alternativa anticapitalista.
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Hace 2 semanas
1 comentario:
TOTALMENTE DE ACUERDO. Unica opción viable en estos momentos.
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