martes, 15 de marzo de 2011

Estoy vivo

Pero sin tiempo para nada.
El periodo que vivimos hace que tenga un tanto, por no decir muy, abandonada mi actividad bitacorera. Y el inquilino de la bitácora, el espia otomano, se niega a escribir si no lo hago yo, argumentando, falazmente, que no quiere ser él el director ideoloógico de esta bitácora. Desde el 18 de febrero, en que rememoré a Atticus Finch, no había vuelto a escribir nada, y han sucedido muchas cosas, quizás demasiadas, sin que este humilde candidato a aprendiz de bolchevique haya dicho ni pío.
Tampoco es que hubiera tenido demasiadas cosas que manifestar en relación a los acontecimientos del norte de África, sintiéndome incapaz de hacer análisis más allá del simplismo con que algunos medios, periodísticos, pero tambien políticos, han saludado un supuesto estallido democrático, ¿de que clase de democracia hablamos?, que de momento ha conducido a una junta militar en Egipto, un gobierno indefinido en Túnez y una guerra civil en Libia, guerra, por cierto, en la que los infinitos expertos que pueblan tertulias y columnas se apresuraron a liquidar a Muamar el Gadafi con demasiada celeridad, y que ha puesto de manifiesto el doble, cuando no triple, rasero con el que se analizan las cuestiones relacionadas con los derechos humanos. No seré yo quien defienda ni al dictador libio, ni a su ampulosamente denominada Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista, pero puestos a poner en tela de juicio regímenes que no respetan los derechos humanos, desde luego el libio no es el único, incluidos muchos que cumplen con el ritual de renovar cada equis años la elección de aquellos que, en nuestro nombre, van a hacer de su capa un sayo, defendiendo sus intereses como si fueran nuestros. ¿Entran en los derechos humanos el derecho a la sanidad universal o la igualdad en la educación? Si entran, para mi desde luego, hay muchos sistemas, falsamente democráticos, con los Estados Unidos de América (USA), Barack Obama incluido, a la cabeza, que conculcan sistemáticamente los derechos humanos. Está, por otra parte, uno un poco harto, de que algunos conculcadores de derechos humanos acaben, como Saddam Hussein o Nicolae Ceaucescu públicamente ejecutados, mientras que genocidas, responsables de cientos de miles de muertos, disfrutan de un retiro dorado en su rancho.
Tambien me gustaría participar en el necesario debate que hay que reabrir, si es que en algún momento se ha cerrado, sobre la energía nuclear, tras los sucesos de Japón. Y debería ser un debate serio y científico, procurando no caer en demagogias simplistas del tipo Nucleares no, gracias. Yo soy el primero en defender que el actual modelo nuclear es inseguro, ha quedado demostrado, e insostenible al quedar sistemáticamente sin resolver una cuestión tan importante como la de los residuos, pero de ahí a descalificar globalmente la producción de energía empleando sistemas nucleares, fundamentalmente de fusión, hay una línea que yo no he cruzado.
No tengo tiempo para más, espero arrancar, cuando pueda, algunos minutos a la agenda, para escribir mis impresiones sobre lo cotidiano, y espero más colaboración del otomano