El título de la entrada no es del todo exacto, porque lo que se dice en la camita no murió, el
excelentesisisisímo don
Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde , caudillo de España y
generalísimo de los ejércitos de Tierra, Mar y Aire, murió más bien , siendo objeto de un sádico, sanguinario, obsceno, absurdo y anticristiano ensañamiento terapeútico, en la cama de un hospital,
Ciudad sanitaria La Paz, pertenenciente al sistema público de salud (ese que doña
Privatizancia Aguirre se empeña, con éxito, en desmantelar). Mal para él, mal para los españoles, porque en esa circustancia es donde se encuentra la respuesta al
interrogante que desde el Rubicón nos plantea ese gran deportista llamado AF. Mal para él, en primer lugar porque nunca tuvo previsto morirse, de hecho, la construcción del
Valle de los Caídos como faraónico mausoleo, era una especie de
plan B por si un imprevisto accidente segaba su vida. Jamás entró en sus previsiones que de forma natural, como al resto de los mortales, el Dios , al que él hablaba de tu, porque el tuteo es práctica acostumbrada entre iguales, y denota un paternal cariño entre entidades de diferente
estatus , y es indudable que
su excelencia tenía en estima a esa entidad, comprendiendo, con tolerancia de amante padre, los posibles defectos que pudiera tener el llamado
Yavé , no entraba en sus previsiones, reitero, que le llamara a su seno, cuando él no lo había decidido, es más, estaba decidido a no decidirlo nunca. Si al hecho de no querer morirse añadimos que, presumiblemente sufrió lo indecible en el tránsito, he ahí el porqué de mi afirmación de que mal para él. Hubiera cabido la remota posibilidad de que
la espada más limpia de Europa,
el centinela de Occidente, el único capaz de derrotar al comunismo
en el campo de batalla , practicara en secreto, junto a la egregia doña
Carmen Polo de su Excelencia (a)
La collares, algún tipo de parafilia tipo
bondage , sexo de
dominio o prácticas
sadomaso, pero mi calenturienta imaginación es incapaz de imaginarse a
la collares vestida de cuero negro (¿con rosarios enroscados al cuello, para hacer juego, o con las tradicionales perlas blancas? ) clavando un tacón en la espalda a una
su excelencia sumisa mientras derrama su
lluvia dorada y no sigo porque me desmadro y acabo encontrándole utilidad sexual al
brazo incorrupto de
Teresa Cepeda y Ahumada, santa de muchísima más entidad que la tal
Maravillas, cuyo único mérito reseñable estriba en ser recordada en el estadio
Chamartín en el minuto siete de todos los partidos:
"illa, illa,illa, Juanito Maravillas". No, el dictador acabo sus días muy
jodido, y yo disfruté entonces con su agonía y disfruto hoy recordándola, y no me arrepiento en absoluto. Sin embargo he escrito más arriba, y repito aquí, que el hecho de que el dictador muriese en la cama, con o sin dolor que a efectos políticos tiene escasa importancia, tambien fue malo para nosotros, malo aunque no irreversible.
Fueron los que manejaban el poder, y sólo ellos, los que pilotaron la que después vino a llamarse
transición democrática. Y la hicieron sin tocar un ápice las estructuras represivas, de manera que el
ejército, la policía y la guardia civil que hasta hacía poco había reprimido con toda su brutalidad las ansias de libertad del conjunto de la sociedad, y aquí tendríamos que recordar que a lo largo de 1976 se produjeron las muertes de
Arturo Ruiz, Mª Luz Nájera y Carlos González, en Madrid, los asesinatos de
Montejurra, la represión de la huelga general en Vitoria, con el colofón, ya en enero de 1977 de los abogados de Atocha, los hasta ayer asesinos iban a ser, hoy, los garantes de la evolución hacia la democracia. Mas sarcasmo imposible. Que gentuza como el comisario
Conesa nos fuera presentada como los que iban a pilotar la policía democrática, invitaba directamente al vómito. En esas condiciones, no con ruido, sino con estruendo de sables, se avino
la oposición a negociar, y salió lo que salió: Una espléndida, colosal, fastuosa y monumental MIERDA a la que llaman
transición democrática, y que a decir de algunos causa admiración en el mundo. Sería extenso, aunque conviene irlo abordando, hacer un análisis de lo que debería haber hecho
la oposición en aquel momento, y habría que matizar que se trataría de
los dirigentes de la oposición, puesto que la
puta base estábamos más que movilizados, nos pasábamos el día en la calle. Sin embargo la dirección del PCE de entonces, los
Santiago Carrillo, Ramón Tamames, Manuel Azcárate, etc..., apostaron por disfrazar su miedo, miedo comprensible ¡ojo!, muchos de ellos acumulaban decenas de años de cárcel, de
responsabilidad . Y ahí está la respuesta a porqué no conseguimos librarnos de la tutela del dictador, porque nunca rompimos con su régimen, y el actual es la evolución, más o menos avanzada de aquel. Y pongo en el punto de mira a la dirección del PCE de aquellos momentos, porque era de largo la mayoritaria, si acaso a su
izquierda , fundamentalmente en medios universitarios, había grupos marxistas de entidad, pero en el otro lado del espectro de la
oposición no había absolutamente nada,
Willy Brandt, François Mitterrand y la
Trilateral estaban inventándose a toda prisa un partido con las siglas de uno histórico, algo que les había dado muy buen resultado en Portugal, para neutralizar los avances de la
revoluçao do 25 de Abril, de lo demás que se hablaba
liberales, socialdemocrátas, democristianos no había absolutamente nada. Fue
Santiago Carrillo con su dichoso
eurocomunismo, que no es más que el oportunismo
neomenchevique pequeño-burgués puesto al día el principal responsable de esta mierda con la que tenemos que bregar, espero que la historia sea muy dura con él, se lo merece, ni siquiera tuvo reponsabilidad en lo de
Paracuellos. Tragamos, porque nos obligaron nuestros propios dirigentes, con los símbolos y las estructuras del franquismo, y eso es lo que tenemos: El jefe del estado que
ÉL designó como rey en 1969, y las estructuras del capitalismo, tanto en el orden económico como en el político, que
ÉL contribuyó a desarrollar.
¿Es irreversible la situación? En absoluto, a medida que van desapareciendo de la escena política los protagonistas de aquel pacto, se va poniendo de manifiesto una necesidad, en la izquierda transformadora, de revisar todo lo que aceptamos, o nos hicieron aceptar, entonces. Hubo épocas en las que exhibir una bandera republicana en un local del PCE era inmediato motivo de expulsión, hoy esos tiempos están cambiado, y junto a los que entonces nos oponíamos a esa política
entreguista y oportunista, hoy se alinean los que, por su edad, no se sienten deudores de aquellos pactos y componendas. Y algún día enterraremos a
Franco donde se merece, y con el a
los franquistas , que los hay, y muchos, por más que hayan nacido después de la muerte del dictador y de que lo sean sin ser conscientes de serlo.