viernes, 18 de febrero de 2011

Atticus Finch

Pertenece a mis recuerdos imborrables, de esa etapa en la que uno, casi sin darse cuenta, va abandonando la niñez para entrar en esa etapa, de complicada caracterización, que va desde la pubertad a la juventud, periodo en el que, dolores de diversa índole al margen, me encuentro, definitivamente, instalado. Indudablemente moriré joven. Fui a ver Matar a un ruiseñor, hace muchísmos años, un tanto a regañadientes, se trata de una película en blanco y negro, con mis padres, justamente en esa etapa, a la que antes hacía referencia, en la que empiezas a dejar de querer hacer cosas con ellos. Era una sala de sesión continua, el cine Lusarreta, en el paseo de las Delicias de Madrid. Creo que puedo llegar a datar el momento con cierta exactitud, el hombre estaba a punto de llegar a la luna. La película hacía varios años que se había estrenado, yo había cumplido trece años, el Madrid ganaba la liga, con Amancio Amaro y ese caballero del fútbol llamado José Eulogio Gárate como máximos goleadores. Fue la primera película que realmente me impactó, sin que hubieran por el medio romanos, vaqueros, indios, flechas, disparos, espadas, etc. Me impactó tanto, que siempre que tengo oportunidad vuelvo a verla, recientemente en TCM/Digital +. Seguramente no es la mejor película de la historia, pero, en lo que a mi respecta, es la película que marcó un momento de mi desarrollo personal, que marcó mi forma de entender el cine. Quizás ello explique que, muchos años después, cuando, tambien a regañadientes, me llevaron a ver Matrix me saliera de la sala, antes de empezar a roncar, lo que no supone, ni muchísimo menos, que se trate de un mal producto, simplemente no encaja conmigo. Como tantas cosas. Que Los Miserables, también por esa época, fueran mi primera novela leida en serio, tambien ha determinado mi preferencia por las novelas largas o muy largas, Guerra y Paz debo haberla leido una docena de veces.
Cada vez que veo Matar a un ruiseñor, y aprovecho para recomendar vivamente la novela oríginal, To kill a mockingbird, de Harper Lee, que no se atrevió a publicar más novelas convencida de que había tocado techo, supongo, a mis ojos Atticus Finch, su dimensión ética, físicamente Gregory Peck ya es suficientemente grande, evidentemente. No sólo porque defendiera negros en ese profundo sur de tan excelentes resultados cinematográficos, que ya le engrandece, sino por esa capacidad de tratar por igual a sus iguales. Jean Louise "Scout" y Jeremy "Jem", sus hijos siempre le tratan de tú, por su nombre de pila, algo extraño en la sociedad sureña de los años cincuenta y sesenta.
En los avatares cotidianos, cuando uno tiene que bregar con personajes, o personajillos, mezquinos y miserables, la figura de Atticus crece. En los últimos tiempos a mi se me ha hecho enorme.
A buen entendedor....

3 comentarios:

julia rubiera dijo...

con pocas palabras bastan, esta asturiana te manda un besin muy grande y te desea feliz fin de semana.

Ana dijo...

Me trae a la memoria muchos recuerdos esta entrada, recuerdos de cine y familiares, me gsta mucho.

Un abrazo

lorsqui dijo...

me gusta vuestro blog, me he hecho seguidora

alcorverde