jueves, 18 de junio de 2015

Lo Importante

Anda el dueño de esta bitácora, en la que da cabida a este humilde aprendiz de espía, sumido en profundas meditaciones sobre cuestiones accesorias, como:
¿Que va a pasar con IU en Madrid?
¿Vamos, como en Italia, hacia la disolución de la Izquierda?
¿La Unidad Popular puede, y debe, hacerse sin PODEMOS?
Y otras igualmente secundarias, que le mantienen seriamente preocupado, y no está prestando atención a lo verdaderamente importante: Ni liga, ni copa, ni champions. Dramático.
Habrá, porque hay gente pa tó, quien se consuele con los triunfos en baloncesto, a falta de lo que ocurra en la liga, y yo no voy a decir que no me alegro, pero he de decir que se trata de un deporte que no acabo de entender después de haber espiado miles de partidos, y cuando creo haber comprendido alguna de sus intrincadas reglas, van y la cambian. Sirva como ejemplo que cuando, allá por los años sesenta del pasado siglo, comencé a interesarme por el baloncesto había una infracción llamada cámino que sancionaba el exceso del número de pasos, quizás por eso pasó a llamarse pasos, que se dan sin botar el balón, y que se sanciona a criterio absolutamente subjetivo de algún árbitro y que no tiene nada que ver con el número real de pasos dado, y la cosa se convierte en delirante si el partido es de la competición norteamericana llamada NBA, allí un fulano coge un rebote en su canasta, da cinco o seis saltos, dignos de una competición de salto de longitud, y sin que nadie pite ná de ná se planta en la canasta contraria sin que el balón haya tocado el suelo. Hay, o había, otra infracción curiosa, la llamada zona y que hace referencia al tiempo que puede estar un atacante, sin balón, en una determinada parte acotada de la canasta contraria, que los entendidos suelen llamar bombilla, y en la que la subjetividad arbitral vuelve a ser determinante, porque da la sensación de que hay jugadores que viven allí, que casi pueden inscribir, como lugar de residencia habitual, la bombilla en el Registro de la Propiedad sin que nadie diga ni mú. Mundo aparte son las llamadas faltas personales, supongo que llamadas así por contraposición a posibles faltas impersonales, cometidas por algún ente ignoto. Diferenciar las llamadas de ataque , de las otras, que habrá que suponer que son de defensa, es altamente complicado y no es difícil, incluso en el mismo partido, ver como dos acciones aparentemente análogas, con el atacante encarando la canasta y el defensor que se interpone yéndose al suelo, se pitan en sentido contrario con el curioso argumento de si tenía o no tomada la posición. No menos estupefactante es aquello de ...y vale la canasta tras una falta personal y llegaba al delirio,  con vale la canasta y personal en ...¡¡¡ataque!!!, aunque parece ser que, como tantas, la regla ha cambiado, lo hizo en los años ochenta,  y sólo se concede cuando la falta es claramente posterior a la canasta. Por no hablar de los tiros libres, ¿que ha sido del uno más uno, o del tercer tiro cuando se fallaba uno de los dos primeros? ¿Y las faltas intencionadas? Cuando faltaba poco tiempo, con el marcador ajustado, el equipo que perdía recurría a hacer falta en la esperanza de recuperar el balón en el menor tiempo posible, sensu stricto eran todas intencionadas pero no se sancionaba, posesión de balón tras los tiros libres, prácticamente ninguna, y quizás por eso, por presunta coherencia, han pasado a llamarlas antideportivas por más que estamos en lo mismo, toda falta hecha a próposito es, por defnición antideportiva. En definitiva, es un deporte que no me engancha, porque no acabo de entenderlo, más allá de que celebre con jolgorio los triunfos de los míos, porque cuando, allá por los años setenta era asiduo asistente a los partidos de voleibol , con un equipo que, literalmente, se había construido, a golpe de talonario, con los jugadores del equipo, o lo que sea, rival: los indios rojiblancos, no era  porque fuera el voleibol un deporte, para mí atrayente.
Quiero decir que bienvenido sea el triplete de baloncesto, si se consigue, pero eso no amortigua ni un ápice la preocupación por la sequía futbolera. Los que conocen a este espía saben de sobra que el hecho de que haya sido el Barça quien haya conseguido los tres títulos me importa más bien poco, no sufro, desde hace muchísimos años, de antibarcelonismo de ningún tipo, es más me divierte contemplar el profundo disgusto que producen las victorias blaugranas en la caverna más profundamente reaccionaria, que gusta de envolverse en la bandera, presuntamente española, puesto que hay españoles, y este espía ha pododo comprobarlo, que no la sienten como tal. Diferente, muy diferente, hubiera sido el, improbabílisimo, caso de que se lo hubieran llevado los indios metropolitanos que acampan al sur de Madrid. Además han ganado los tres títulos, prácticamente, sin entrenador, y de hecho el equipo empezó a mejorar cuando los jugadores pasaron, olímpicamente, de las absurdas e incoherentes decisiones de quien, teóricamente, les dirigía. Y por otra parte tienen en sus filas un jugador, Neymar, por el que no ocultó mi debilidad, más allá del costo real de su traspaso, y que ha sido, junto con Luis Suárez, determinante a la hora de obtener los títulos, sin olvidar la contribución de otros como Piqué, Mascherano o Dani Alves, que ha hecho una de las mejores campañas desde que aterrizó en Can Barça. Sinceras felicitaciones, pues, al Barça y sus seguidores.
La de los blancos ha sido una temporada extraña, tras un incio titubeante, encadenó una racha de victorias, y,  lo que es más importante, una altísima calidad de juego. Sin embargo ha habido una no óptima gestión de la plantilla. Por un lado, se han sucedido lesiones de índole muscular que no dejan en muy buen lugar la preparación física del equipo, y puede haber sido determinante para que Ancelotti no continúe, por otra parte la plantilla, además de parecer descompensada, ha parecido no estar bien gestionada, con jugadores, como puede ser el caso de Illarramendi, a los que se les ha negado la posibilidad de asentarse en el equipo. Traer a Lucas Silva a media temporada, para luego no jugar, tuvo que ser un duro golpe para el guipuzcoano, que parece de moral frágil, jugador que debió tener un papel más importante tras la inesperada huida de Xabi Alonso. Tampoco el resto del segundo escalón de la plantilla Jesé, Chicharito, etc. han tenido el peso necesario, más allá de algunos minutos de la basura. Todo ello, trás la inexplicable alineación de Bale, en un lugar que no es el suyo ¿alguien recuerda, Bartra desde luego, cómo y desde donde, se coció el gol que les dió la Copa del Rey? El equipo llegó a final de temporada fundido y despistado.
No lo va a tener fácil Benítez, en primer lugar, y a pesar de la etiqueta de hombre de la casa, al madridismo le va a costar olvidar cuando, siendo entrenador del Valencia y en una liga que acabó ganando, espetó la desafortunada frase de : Aquí hay que hacer el doble para llevarse la mitad, después de un penalty dudoso con el que fue castigado, además fue el segundo de Del Bosque, una de las personas que, a pesar de ser también hombre de la casa, concitan menos simpatías dentro del madridismo, entre otras cosas porque, equivocadamente, el seleccionador ha equivocado al Presidente, al que tiene explicable rencor, con la Institución misma. Ese mismo madridismo con memoria no le perdona a Casillas su ya famosa llamada a Xavi, poniendo los intereses de la Selección por encima de los del equipo, por más que la llamada fuera todo lo tensa que el capitán merengue quiera, y ese va a ser un incendio que el nuevo entrenador va a tener que sofocar y Ancelotti, hombre conciliador donde los haya, no lo consiguió.
Estas cuestiones son las que, a jucio de este Espia Otomano, son realmente importantes.
 

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