jueves, 4 de marzo de 2021

El retorno eterno

De vez en cuando siento la necesidad de retomar la ctividad de esta insignificante bitácora, que nació sin muchas pretensiones y ha cumplido con creces con tan escasas expectativas.

Cuando escribo aquí, realmente lo hago para contarme cosas a mi mismo, cosas que no siempre sé, o no siempre estoy seguro de saber, y que una vez pasadas por el tamiz del teclado puedo incorporar definitivamente a mi equipaje personal o puedo, también definitivamente, tirar a la basura. Parece como si ver tus pensamientos, creencias o saberes negro sobre blanco en una pantalla te diera seguridad sobre ellos tanto para asumirlos como para desecharlos. Pero cuidado, no quiero que se me malinterprete, que escriba, básicamente, para mi mismo, no quiere decir, ni mucho menos, que no me importe la gente que me lee, me importa y mucho, y me encantaría, a que negarlo, que fueran muchas las gentes que me leyeran. Si existe el ego, que parece ser un activo inmaterial, el mío, desde luego, no es pequeño.

Solo soy un escritor aficionado, carezco de técnica literaria, y en muchas ocasiones hasta yo mismo me doy  cuenta. No me es infrecuente, y hoy aquí es el caso, el comenzar a escribir por mero placer de hacerlo, esperando que lo que escribo, por si mismo, vaya tomando carta de naturaleza, cogiendo cuerpo, objetivos y sentido. Como si un experimentado novelista se sentara delante del teclado de su ordenador, o de su máquina de escribir, bolígrafo, estilográfica o pluma de ganso si es refractario a las nuevas tecnologías, sin tener pensada ni la trama narrativa, ni los personajes principales ni, por supuesto, documentación alguna. A lo mejor, sin querer, ¡más quisiera yo! compararme con don Félix, esa fue la tesitura en que se encontró Lope de Vega cuando Violante le puso en el aprieto de hacer un soneto, y así empezó, burla burlando van los tres delante.

Después de haber escrito los dos primeros párrafos, descartando las primeras líneas que no eran más que una excusa para enfrentarme  a la página en blanco, me voy a atrever a darle título a esta entrada El retorno eterno, retorno evidente porque vuelvo a esta bitácora después de haberla tenido abandonada largo tiempo y eterno no menos obvio porque este retorno lo repito, sin periodicidad alguna, una y otra vez, dando la sensación de que estoy siempre volviendo a algún lugar del que puede que nunca me haya ido. Y a medida que voy pulsando, con mis dos dedos, a veces cuatro, el teclado voy ganando la sensación de que me he puesto a escribir porque quiero contar algo. Normal. Natural. Quiere contar algo el novelista que imagina una historia, o el guionista de cine que la diseña en imágenes, el director que la ejecuta, incluso el productor que la hace posible. También quiere contar algo el pintor con su pincel, el escultor con su cincel y el músico con su instrumento. Y yo, que no soy novelista, ni guionista, ni director, ni productor, ni pintor, ni escultor, ni músico también quiero contar algo, y si sigo pulsando el teclado acabaré por saber lo que quiero contar, pero para esta tarea las prisas no son buenas. En general no son buenas las prisas, ya lo decía el grandísimo Paco Rabal por boca del torero Juncal :

"Las prisas para los delincuentes y los malos toreros"

Últimamente he pensado mucho en don Francisco Rabal, prácticamente todos los días porque prácticamente todos los días, debido a la disciplina que me he impuesto de caminar regularmente, he pasado, en ocasiones  más de una vez, por delante de la casa, muy cerca de la mía, que compartió hasta su muerte con la también muy grande Asunción Balaguer, que ya hace más de  un año que nos dejo. Cada vez que he pasado por la puerta de esa casa, en mi combate por bajar el exceso de glucosa en sangre que me regala mi condición de diabético tipo 2, no he podido evitar, ni he querido, recordar la última vez que hablé con Asunción, fue en el colegio electoral: "yo os he votado, como siempre". Y también he recordado lo bien que lo pasé siendo su chófer para llevarla, desde Alpedrete hasta San Fernando de Henares para una fiesta del PCE. No era Asunción, Jessica Tandy aunque ambas fueran actrices, y muy buenas,  ni soy yo Morgan Freeman, fundamentalmente porque no soy un profesional del volante, pero aquel día bien podría haberse llamado Paseando a la señora Balaguer. 

¿Que hubieran pensado Paco y Asunción del hecho de que dos militantes del PCE sean hoy ministros del Gobierno de España? y lo que es más importante ¿Qué pensamos los comunistas de hoy?

No hay cosa en los cuartetos que me espante cuando acabo de darme cuenta de que lo que me apetece hablar en este momento es del hecho de que dos militantes del Partido Comunista de España, Alberto Garzón y Yolanda Díaz forman parte de un gobierno de España algo que no ocurría  desde que Jesús Hernández Tomás y Vicente Uribe Galdeano formaran parte de gobiernos de la II República durante la rebelión criminal fascista que terminó con la democracia en España. Claro que en circunstancias muy diferentes. Aquellos comunistas, entonces lo eran aunque uno de ellos, Jesús Hernández, acabó enfrentado al Partido alineándose con las posiciones del dirigente yugoslavo Josip Broz Tito y terminó publicando un curioso panfletillo Yo fui ministro de Stalin en el que responsabilizaba al Partido de las torturas, asesinato y desaparición del dirigente del POUM Andreu Nin, durante los enfrentamientos de 1937 entre al gobierno de la República y la CNT y el POUM, aquellos comunistas, retomo tras el inciso, formaron parte de gobiernos en circunstancias muy especiales, en medio de una guerra, mientras que los actuales forman parte de gobiernos en un momento de una relativa estabilidad institucional. Y eso marca diferencia, como también marca diferencia, puede que formal pero diferencia, que aquellos prometían ser leales a una bandera y un régimen distintos de los actuales. No sé que pasaría por la cabeza de los camaradas durante su toma de posesión como ministros delante de un Jefe del Estado no electo, que lo es por ser hijo de su padre, no primogénito pero si varón, aplicando un texto, La Constitución, aprobada hace 42 años, por los que hoy tienen más de sesenta. Yo, un humilde concejal de pueblo, soy muy cuidadoso a la hora de mi toma de posesión, prometiendo acatar la Constitución, es el texto vigente y no me queda otra, y por imperativo legal, y solo por imperativo legal, lealtad al rey, es un poco como cuando eramos chavales y prometiamos lo que fuere pero cruzando los dedos. Yo mis lealtades las tengo muy claras y a Don Felipe de Borbón y  Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg-Beck (el apellido Grecia es el legal, indudablemente, pero artificial) no le debo absolutamente ninguna y sin desearle nada malo en el terreno personal, sin buscar su exilio ni sufrimiento, ni para él ni para su familia, intentaré por todos los medios legales a mi alcance que abandone su cargo. Con la, por todo el mundo alabada, excelente preparación que tiene no le será dificil encontrar un trabajo bien remunerado. Bien es cierto, no lo pongo en duda, que es más importante lo que se pueda hacer desde un cargo que la formalidad a la hora de aceptarlo, pero no puedo evitar la curiosidad por saber que pensarían los dos ministros comunistas cuando prometieron su cargo.

Desde luego la presencia de los dos camaradas en el gobierno no ha pasado inadvertida, y siendo solo dos, de veintidós, el gobierno ha pasado a ser denominado como socialcomunista, algo que puede que comenzara en el mejor programa de humor de la radio española Es la mañana de Federico (A Federico Jiménez Losantos le pasa lo que dicen que le pasó a Pedro Muñoz Seca con La venganza de Don Mendo que comenzó escribiéndola en serio y terminó siendo una genial comedia del absurdo) pero que ha terminado siendo de uso común en los medios conservadores.

El Consejo de Ministros es un órgano colegiado, todas las decisiones, independientemente de quien haya sido la iniciativa, son del órgano en sí mismo, da igual que sea la aprobación del aumento del salario mínimo ineterprofesional, la regulación del precio del alquiler o la aceptación de las limitaciones que impone Bruselas a la adopción de medidas de carácter social. Son todas decisiones del Consejo de Ministros de la que todos los ministros, sin excepción, son responsables.

La excepcionalidad de la situación generada por la COVID-19 impide, yo al menos no sé, hacer una evaluación exacta sobre si el gobierno presidido por Pedro Sánchez y en el que hay ministros del PSOE, la mayoría, ministros de PODEMOS, ministros independientes del entorno socialista, un ministro, creo que independiente, del entorno de PODEMOS y dos ministros comunistas están haciendo la la política progresista que necesitamos, pero me dan escalofrios de pensar que esta situación la vivieramos con un gobierno presidido por Pablo Casado con Inés Arrimadas de vicepresidenta y el apoyo exterior de Santiago Abascal. 

No quiero pecar de pesismista, nunca lo he sido, pero he de ser honesto conmigo mismo y los que me leen o me conocen saben hasta no hace mucho he sido partidario de que IU participara, allí donde pudiera, en gobiernos de coalición. Incluso cuando IU-Convocatoria por Andalucia participó en el gobierno de José Antonio Griñán, fui de los partidarios pese a las reticencias de muchos compañeros. Sin embargo, la experiencia sirve, o debe servir, para algo. Allí donde hemos gobernado en coalición ha sido el PSOE quien ha capitalizado los éxitos y eso ya me pone en guardia, pero lo que definitivamente me ha alertado ha venido de fuera. La experiencia de Syriza en Grecia ha generado tanta desilusión que hace que vea con recelo nuestra minoritaria participación en el gobierno.

Pero no nos preocupemos, este aspirante a aprendiz de bolchevique suele equivocarse con frecuencia.

Contad si son catorce y esta hecho.

 


 


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