lunes, 26 de mayo de 2008

Novecento





De vez en cuando, con no demasiada frecuencia, me veo en la necesidad de recargar mis baterias emocionales, son momentos de bajón , esos que , a veces, te vienen despues de descubrir, por ejemplo, que el miserable, que por un salario, generalmente de mierda, está prestando sus servicios en el, pongamos por caso, taller donde tu vas a cambiar las ruedas, tiene un discurso xenófobo y reaccionario coincidente con el ala más cavernaria de alguno de los Partidos Populares existentes en este momento. Son esos momentos en los que piensas, ¿por quién coño estoy perdiendo mi tiempo y mi dinero? ¿se merecen, en una injustísima generalización, que les dedique mis esfuerzos, cuando ellos, que objetivamente viven bastante peor que yo, no mueven un dedo para cambiar esta sociedad? Tengo en esos momentos, primero que quitarme ínfulas personales, al fin y al cabo yo no soy, ni me siento, una especie de Robin Hood que anda por los bosques de Sherwood redimiendo pobres campesinos, y lo segundo ser objetivo, y reconocer, que hay muchísima gente consciente y coherente con la clase social a la que pertenece y con cuales son sus verdaderos intereses, lo que ocurre es que cuando uno se encuentra con alguno de estos mamarrachos fácilmente encuadrable en lo que Marx y Engels llamaban el lumpenproletariat , el choque es escandaloso y se nota demasiado. Cuando esta apelación a la objetividad y el buen sentido no sirven para recomponer del todo mis afectadas emociones recurro, y no me va mal, a recursos de refuerzo ideológico que encuentro en la literatura y el cine. Hay varios, pero en literatura destacan Tierras Roturadas de Mijail Alexandrovich Sholojov y Así se templó el Acero de Nikolai Ostrovski, en cuanto a la pantalla, sobre todas, por encima de Octubre y el acorazado Potemkin obras maestras de Serguei M. Einsenstein, que, en mi caso, también cumplen su papel, destaca Novecento obra maestra de Bernardo Bertolucci. Si en la obra de Sholojov son las andanzas del marino Davidov y el campesino Nagulnov las que, en la vasta operación, no siempre comprendida, en la que 25.000 bolcheviques (uno de ellos Davidov) son destacados para ayudar a los campesinos más conscientes (entre los que se encuentra Nagulnov) a la importante tarea de colectivizar las tierras; es la heróica, en todos los sentidos, vida de Pavel Korchaguin, personaje tras el que se oculta el propio Ostrovski, la que me inflama el fervor revolucionario, y no exagero en absoluto .En la gran pantalla, la epopeya del pueblo italiano en la primera mitad del siglo XX, representada por la vida y lucha de Olmo Dalco, no puede dejar a nadie indiferente, a mi desde luego que no.

Este fín de semana, la primera parte el sábado, y la segunda, ayer domingo, la he dedicado a Novecento, aunque no haya sido por razones emocionales. Simplemente en el proceso que comencé hace aproximadamente tres años, de trasladar mi videoteca de VHS a DVD, voy por la película 627, le tocaba el turno a Novecento, y no pude resistirme al visionado.

Como en las, aproximadamente cincuenta, veces anteriores que he visto completas las dos partes de la película, terminé exhausto, porque la vivo intensamente. Es una película que sólo puede hacer un comunista. El transporte de un concepto tan amplio como es la lucha de clases al microcosmos que es la granja de los Berlinghieri, es riguroso. El proceso por el cual la gran burguesía, los grandes terranientes, impulsan la llegada del fascismo, representado por el capataz Attila Mellanchini, con un Donald Sutherland memorable, es casi un tratado de marxismo cinematográfico. Todo tiene sitio en la película, hasta la burguesía cristiana, el matrimonio Piepoli, juega su rol, el de ser aplastados por el fascismo, desamparados incluso por su propia iglesia, otro papelón es el que juega el cura del lugar permanentemente mirando hacia otro lado, pero que cuando, en la confesión de la viuda Piepoli, tiene que tomar definitivamente partido no duda en cerrar el confesionario. No olvídemos el triste papel de cierta burguesía ilustrada que detesta al fascismo, pero que llegado el momento, dejan hacer. Es lo que hace Alfredo Berlinghieri, dejando campar a sus anchas a un Attila al que no soporta y al que sólo exige una cierta lejanía de su entorno más íntimo, algo que su mujer, Dominique Sanda y su tío Ottavio Berlinghieri, nunca le van a perdonar. Tiene la película un final tan emotivo como didáctico, el respeto a la amistad que manifiesta Olmo cuando en el juicio popular al que se somete al terraniente, defiende la muerte del odiado patrón pero el respeto a la vida del amigo, es emocionante, a mi me emociona, y esclarecedora es la postura de los pactistas y reformistas, aunque en este caso es el PCI podría extenderse al PCF, traicionando a la revolución por un plato de lentejas. Al menos a mi me aclara que pactos y alianzas pueden ser válidos para alcanzar el poder, pero una vez alcanzado es necesaria la firmeza para soltar lastre. No quiero pasar por alto el hecho de que la película comenzase con unos campesinos vitoreando a Stalin ¿Eran estalinistas esos campesinos? Desde luego que no, entre otras cosas porque el estalinismo como cuerpo ideólogico no existe, existen unos métodos de acción política utilizados por Stalin con los que se puede estar o no de acuerdo, e incluso matizar los acuerdos o desacuerdos, pero no una ideología estalinista, por más que así lo crean tanto sus apasionados defensores, entre los que no me encuentro, como sus feroces detractores, entre los que tampoco estoy. Lo que representaba Stalin, para esos campesinos, y por eso le vitoreaban , era la transformación revolucionaria de la propiedad de la tierra, el cambio de poder a imagen y semejanza de lo ocurrido en la Rusia de 1917. La cínica afirmación final que Alfredo Berlinghieri/ Robert de Niro espeta a Olmo Dalco/Gerard Depardieu :"El patrón vive" deja un cierto regusto amargo, pero las cosas fueron como fueron e Italia está donde está. Quizás los camaradas del PCI valoraran que las condiciones, con el ejército americano ocupando Italia, no daban para más. Quizás los acuerdos de Yalta sancionaban el statu quo. Pero durante más treinta años el PCI fue una más que influyente fuerza en la sociedad italiana, como el PCF en la francesa, y el primero murió de éxito aferrándose a la exclusividad de la vía institucional, el segundo agoniza despues de, hace ahora cuarenta años, haber desperdiciado la oportunidad de haber, al menos intentado, subvertir el orden de la V República. Del PCE, a las pruebas me remito, somos una fuerza extraparlamentaria, gracias a las políticas de Santiago Carrillo, su Socialismo en Libertad y el engendro ideológico que fue el Eurocomunismo. Pero aún no hemos muerto, la derrota de la URSS ha sido un fortísimo golpe pero no definitivo. No estamos muertos, ni mucho menos.

21 comentarios:

Freia dijo...

Si mal no recuerdo querido Bolche, la película comienza no con vivas a la política de Stalin sino con la frase:"Verdi ha muerto, Verdi ha muerto" (jeje, cada cual arrima el ascua a su sardina)
Fuera ya de anécdotas, para mí Novecento representó muchas cosas y no sólo en el campo de lo estético; también en el de lo emocional y en lo político. No coincidimos muchos en nuestras ideas políticas pero a mí, que no estaba ni mucho menos tan concienzada como tú, tuvo la virtud de abrirme lo ojos, amén de ser como muy bien dices, una auténtica lección de historia.
Como siempre, un análisis muy acertado.
Un abrazo

J. G Centeno dijo...

Pues lo siento amadísima Freia, pero.... La película comienza con un joven partisano, que vuelve a casa el día de la liberación, y ese mismo día, es disparado por un fascista emboscado. Los fascistas con Attila y su mujer, o amante, la prima pobre de los Berlinghieri corren desesperadamente. El muchacho acaba muriendo mientras grita un desgarrador ¿Porqué?, al tiempo que los campesinos gritan a pleno pulmón:¡A por ellos! ¡Por Stalin!. Finalmente la pareja es capturada, pero su destino no se conocerá hasta el final de la II parte, porque la peli retrocede hasta el 1900, de ahí su titulo, momento en el que se ve corriendo al miembro jorobado de la familia Dalco correr gritando ¡Verdi ha muerto!, permaneciendo gran parte de la peli con el disfraz de Rigoletto. Sin duda su memoria, honesta y románticamente antiestalinista ha querido borrar tan deliciosos momentos en los que los campesinos se mostraban del lado de quien estaban.

Arbillas dijo...

Ya que se tú eres de IU, pero te daré una frase que seguro que compartes y que es del fundador del partido en el que milito.

"Los socialistas no mueren, se siembras", (Pablo Iglesias).

No desesperes nunca, porque nuestros valores de izquierda siempre seguiran luchando en este mundo, aunque nos encontremos con pazcuatos xenofobos e intransigentes servidores de la derecha rancia.

Esos personajes son los que nos avisan de que no podemos dormirnos en la libertad conseguida, sino que hay que seguir luchando para que no nos la quiten o se la quiten a los demás.

Cordoba... tu Cordoba, como bien dices, ninguna ciudad desmerece a otra, pero Cordoba tiene su Rosa...

Un beso y un abrazo muy muy fuerte mi querido amigo.

Freia dijo...

Jajaja... supongo que tienes razón Bolche; no recordaba esa primera escena... pero no por mi memoria románticamente antiestalinista, sino por mi memoria a secas que últimamente me falla más que una escopeta de feria. Yo creía que era sólo la inmediata pero hoy me has demostrado que también, también la remota y la histórica. Un besazo.
Por cierto, espero verte este sábado... ¡sin excusas! y de la mano de don AF.

Antonio Flórez dijo...

A cuento de la apreciación que don Bolche hace acerca de la perfección que Novecento ostenta respecto a la explicación del surgimiento del fascismo, quiero hacer aquí una aparentemente extemporánea defensa del cine americano en el ejemplo de Cabaret.

En esa película Bob Fosse hace una de esas arriesgadas síntesis que el cine de Hollywood gusta hacer para solucionar con pocos minutos de cinta cualquier problema de guión relacionado con la política o la filosofía.

En la mayoría de los casos, las síntesis resultan absurdamente superficiales y carentes de validez, pero en Cabaret se consigue la rara perfección al respecto. Rememoremos: Liza Minnelli, Michael York y Helmut Griem, en pleno desarrollo de la ambigua relación a tres bandas con la que juguetea la chica, salen de excursión en el auto del rico judío alemán. Se detienen en un merendero en el campo que tiene todas sus mesas abolutamente llenas debido al precioso día que hace. Todo invita a la indolencia y al dolce far niente, al dilettantismo sociológico tan aparentemente propio de aquel momento.

En medio del despreocupado ambiente, sobreponiéndose a músicas más folklóricas, suena un acordeón y se eleva, pura y potente, una voz joven y varonil que va desgranando las frases de un precioso (admitámoslo) himno. Las miradas se vuelven hacia el joven, que es tomado incialmente en un primerísimo plano, de cuello para arriba.

Es un ario de pura cepa, no cabe duda, y tampoco su perfecta formación física y hasta su belleza permiten albergarlas respecto a su posición social y económica. En contraste, los otros miembros del público que van levantando sus cabezas para escucharle están en clara desventaja: quien no es viejo, es feo, o va pobremente vestido.

La cámara desciende muy lentamente y, coincidiendo con el crescendo en que entra la música del himno, deja ver el uniforme nazi que el joven viste, igual al de los otros jóvenes nazis que le acompañan en el escenario y que, detrás de él, adoptan una clara postura de guardias de corps. Una vez captada totalmente la atención de todos los presentes y galvanizos éstos por las emocionantes llamadas a la glorificación de la patria alemana, el joven, llevando magníficamente las riendas de todo el público, que corea a voz en grito el himno, se cala su gorra de uniforme y extiende lentamente el brazo hasta formar el saludo nazi.

Todos están de pie y levantan también el brazo: el viajante de comercio, la lavandera, el joven irresoluto, la anciana dama con su nobleza a cuestas, el obrero portuario... Todos menos un hombre sumamente viejo, con su proletaria gorrilla calada hasta las orejas y sus gafas cochambrosas que permanece sentado y mira con incredulidad a todos. La viva estampa de quien sí percibe de qué va todo eso y no puede creer que todos se dejen llevar de aquella manera.

Esta secuencia resume perfectamente, aunque sin la profundidad de Novecento, las claves de cómo el fascismo se hizo un hueco en Alemania. Qué fuerzas lo alentaron en la creencia de que simplemente soltaban a un perro al que después podrían volver a poner su collar, y qué otras fuerzas creyeron que se trataba tan sólo de un engendro al que las masas obreras y campesinas que pocos años antes habían arropado al KPD, podrían barrer fácilmente.

No fue así, ya saben. Stalin no supo evitarlo.

Un saludo.

Blanca dijo...

Aquí se ha hablado de dos magníficas películas y de dos momentos históricos, que acaban coincidiendo en el tiempo. Novecento, la mejor entre las mejores, nos explica por qué se llegó al fascismo desde un origen que Bertoluci circunscribe en 1900 y Cabaret, por qué se llegó al nazismo, la misma mierda servida con mayor frialdad supongo que por cuestión geográfica y genética y sin retrotraerse al inicio del siglo pasado.

Es todo una cuestión de interés, económico en la mayoría de los casos, conservadurismo sociológico, que estamos viendo que ahora también está extendido en España, miedo a todo, le llamo yo... e indiferencia, insolidaridad, falta de empatía con el prójimo y el entorno.

Eso pasó en Europa y salieron Hitler y Mussolini... y está volviendo a pasar, con gran pasmo y espanto por mi parte.

Porque la HISTORIA no enseña nada a los pueblos, o mejor, los pueblos no aprenden nada de su HISTORIA y por eso, cíclicamente, repetimos y repetimos los mismos errores, cada vez corregidos y aumentados: que Italia se lance a los brazos de un hombre como Berlusconi y quienes le apoyan, dice lo que Italia ha aprendido de su pasado.

Y más, que el primer mundo desprecie a la mayor parte de la humanidad y no les conceda ni el pan ni la sal... dice muy poco del género humano.

Freia dijo...

Soberbia intervención la de AF y magnífica forma de describir la escena. Ésa sí que he vuelto a verla hace poco y sigue poniéndome los pelos de punta por más años que pasen.

HIPATIA dijo...

Espero que me permita compartir con usted la emoción y el homenaje de reconocimiento a la grandeza de los hombres y mujeres que lucharon (y triunfaron) contra el “ancian régimen”, lucha que tiene su “climax” en Europa de 1848 y se prolanga a lo largo del siglo XX en diversas variantes.
Pero a partir de ahí no le sigo. El estalinismo, el capitalismo de estado, el enfrentamiento entre productores y propietarios de los medios de producción, la dictadura del proletariado, son categorías sociales que no sirven para analizar la sociedad actual.
Quede aquí mi discrepancia. No considero oportuno detallar mi posición, que en anteriores entradas he tenido oportunidad de exponer.
A cambio copio un párrafo del libro “Crítica de las ideologías” de Rafael del Águila:
“ De modo que aquí el riesgo no es el pesimismo de la inacción o la insatisfacción por la inseguridad de la acción contingente e incierta. Aquí el riesgo es el optimismo, la creencia en el proyecto y en su realización inmediata. Heidegger se hace nazi cuando es optimista, cuando cree que la tendencia a la decadencia del mundo es reversible y que la alternativa nazi es un modo viable de hacerla frente. Igualmente Sartre se hace estalinista cuando es optimista, cuando cree que el movimiento comunista puede transformar el mundo y superar sus injusticias, y lo cree sin fisuras ni vacilaciones. El peligro está en los optimistas armados de ideales, de una teoría consoladora, y dispuestos a legitimar implacablemente los medios transgresores necesarios para su realización.” (editorial Taurus 2008) pag. 41.

Dardo dijo...

Mi estimado Bolche. Si Vd. desiste de salvar al lumpen otros lo harán peor que Vds. Sin embargo la preocupación por los débiles no es una cuestión en la que tenga el monopolio la izquierda. Al fin y al cabo se trata de una técnica

Frente a la epopeya rusa yo prefiero Doctor Zhivago de Pasternak porque es sobretodo humana y ofrece una visión ajena a lo hagiográfico. Sobre su elección (Novecento) le tengo que decir que es una obra maestra. Sí señor; una obra maestra del cine; pero incurre en un maniqueísmo por su caracterización arquetípica de los personajes. Que quiere que le diga, la escena de Attila donde sodomiza al pobre muchacho y luego lo mata de una manera a la vez brutal y estúpida claramente impacta y es toda una argumentación emocional sobre lo fascista. Pero estamos hablando de una gran película que es la vez una obra de propaganda comunista.

Como estamos de cine coincido con AF en que el tema del auge del fascismo está muy bien tratado en Cabaret. La escena que tan perfectamente describe es tal vez la mejor de toda la película.

Dentro de este viaje al cine político. Aparte de la de Doctor Zhivago donde se hace un tratamiento profundamente humano (intrahistórico) de un contexto político. Sí les citaría a propósito del fascismo dos películas que nos transportan al abismo: Una metáfora en forma de película, "Saló o los 120 días de Sodoma" de Pasolini y "El huevo de la serpiente" de Ingmar Bergman.

Muy lúcido el pasaje citado por Spook relativo al riesgo del optimismo. Es toda una llamada de atención al idealismo que quiere transformar el mundo de manera implacable.

J. G Centeno dijo...

En muchas ocasiones hemos hablado usted y yo, querido AF sobre esa secuencia de Cabaret absolutamente impresionante en todos sus planos, desde el primerísimo plano con el que comienza hasta el plano general con el que termina. Y siempre llegamos a concluir que el aparato de propaganda del nacional-socialismo alemán era cuasi perfecto. Muy superior a la del Duce o el Caudillo. No hay más que contemplar el trabajo de la cineasta Leni Riefensthal para darse cuenta. En el trabajo de masas los símbolos, las banderas, los himnos, tienen más importancia de lo que parecen. En el entierro de los abogados asesinados en Atocha, el sepulcral silencio de una inmensa multitud, el silencio tambien puede ser un símbolo, acojonó, literalmente, al obsevador del helicóptero, que aún tenía dudas sobre que hacer con los comunistas. La pésima gestión que los partidos que avalaron la transición hicieron de los símbolos, es lo que ha permitido que la bandera constitucional, sea rechazada por muchos, yo entre ellos, y en cuanto al himno sea un pitorreo para todos. Pero esa es otra discusión.
En cuanto a Spook, su análisis trasladado a los campesinos que gritaban ¡Viva Stalin!, sin conocer a fondo ni a Stalin ni las interioridades de la URSS de la época, nos llevaría a la curiosa conclusión de que deberían haber clamado:¡Viva la Democracia Burguesa! ¡Viva la propiedad privada! ¡Queremos que nos exploten dignamente!. Le está pasando a usía como a Alonso Quijano y de tanto leer exégetas de la democracia burguesa, los sesos se le están haciendo agua. Primero comete usted el error, interesado en el caso de todos juntaletras rojiprogres, y no sé en el suyo de equiparar a Adolf Hitler con Iosif Stalin o si quiere el nazismo con el comunismo, sin matices. Y ni siquiera en las formas tienen nada que ver.
Desde la izquierda leninista, desde mi punto de vista, los aspectos negativos del georgiano soviético son:
1º) Sustituye la voluntad colectiva del partido, fruto del análisis y la discusión, por la voluntad personal generando un culto a la personalidad, una devoción al líder llámese gran timonel, comandante en jefe, padre de la patria socialista o como coño quiera que se llame, que, por cierto hemos heredado casi todos los partidos comunistas, y así nos luce el pelo.
2º)Sustituyó la divergencia política, legítima y deseable, en el partido leninista de nuevo tipo, por la purga, la persecución y el asesinato. Los procesos de Moscú contra Zinoviev y Kamenev,infames hasta sus arrancadas confesiones, o contra Bujarin, por no hablar del asesinato de Leon Trotski forman parte de lo más negro de nuestro pasado, y digo nuestro, porque asumo, al igual que hago mías las grandes conquistas de la Revolución de Octubre, los errores y las sombras del conjunto del movimiento comunista internacional, lo que no asumo, porque son mentira de toda falsedad, las decenas de millones de muertos que nos imputan. Por muy erróneas que fueran las posiciones políticas, que a mi juicio lo eran, de Leon Trotski con respecto a la NEP y el Comunismo de guerra, no cabe duda que algunas denuncias sobre la burocracia eran más que justas, y aunque no lo hubieran sido, en el seno de la democracia socialista, tanto Trotski como los camaradas que defendían sus mismas posiciones, tenían todo el derecho a defenderlas dentro del partido. La expulsión, el exilio y el asesinato están fuera del lenguaje marxista-leninista.
3º) Aunque esto es más discutible, el aval que Stalin da al statu quo resultante de Yalta, va a tener un efecto perverso en los Partidos Comunistas de este lado del telón de Acero, que se van a ir acomodando lentamente en las instituciones de la democracia burguesa, y aunque siguen manteniendo un lenguaje revolucionario, no pasan en la práctica de ser unos partidos socialdemócratas no pertenecientes a la Internacional Socialista.
4º) Aunque casi podría ser in corolario de lo anterior, el propio PCUS, y de forma corregida y aumentada los Partidos de los paises que ¿asumen? el socialismo manu militari también como resultado de Yalta, se van convirtiendo en superestructuras altamente burocratizadas, en esto coincido con los troskos y no me importa, cada vez más alejadas de la clase a la que deberían representar, incapaces de enfrentarse al desafío que le propone el sistema capitalista con una demencial carrera armamentista, y siendo definitivamente derrotados. Incluso habría más cuestiones que me separarían definitivamente de ser lo que suele entender como un stalinista, sin embargo cuando me lo llaman no me siento, ni mucho menos, ofendido, porque también con Stalin la URSS llegó, en lo económico, y en lo social, al siglo XX, partiendo de una Rusia que estaba en la Edad Media. Porque con la política de Stalin y Molotov, incluido, o casi gracias, al pacto germano-soviético, la Alemania nazi fue aplastantemente derrotada; que nadie se equivoque, sin Stalingrado y la imparable carrera del Ejército Rojo hasta las puertas de Berlín, la coalición angloamericana ni se habría planteado desembarcar ni en Normandía ni en ningún sitio. La idea del Ejército Rojo, entrando en Paris, acojonó de tal manera a Curchill, Eisenhower y Rooselvet que, a marchas forzadas invadieron Francia, con gran coste humano. Porque gracias al miedo que inspiraba el famoso fantasma que recorre el mundo mejoró ostensiblemente sus condiciones de trabajo. Y podría seguir,y además por otra parte si los troskos se sienten orgullosos de serlo, y me parece de puta madre, yo no voy a ser menos teniendo en cuenta que Leon Davidovich tampoco era precisamente ni como presidente del soviet de Petrogrado, ni al frente del Ejército Rojo en la guerra contra los blancos una hermanita de la caridad.

HIPATIA dijo...

Para Dardo
No se quede en el parrafito que cito.
Lea el libro entero, se lee de corrido en un rato (doscientas páginas).
Es una crítica de las ideologías totalitarias, expresamente incluye los seguidores de religiones dogmáticas que guiados por una fe ciega suponen que algo más alto está de su lado. Un dios centelleante, en cuyo nombre hay que hacer estallar todo. Están en juego nada menos que los altos ideales: la salvación del alma.

HIPATIA dijo...

Para J.G.Centeno
Escribe usted ”su análisis”
¿qué análisis?? En mi comentario no hay ningún análisis del que ni racional ni razonablemente pueda derivarse su pretendida respuesta.
Tampoco hay ninguna descalificación personal. Aunque estén justificadas, que no es el caso de la que usted me dedica, sólo sirven para descalificar al que las hace.
A qué viene hablar de Stalingrado, pues siendo cierto lo que usted dice no añade NADA al tema.

SPOOK dijo...

Escribe J.G Centeno:
equiparar a Adolf Hitler con Iosif Stalin o si quiere el nazismo con el comunismo, sin matices. Y ni siquiera en las formas tienen nada que ver
Pues mire usted, SI tienen muchas similitudes. Y precisamente se igualan en lo peor de cada uno. Veamos:
- Autoritarismo. Culto a la persona del jefe
- Des-humanización (cosificación) del ciudadano convertido en mero instrumento (víctima) de ideas ideales.
- Utilización del TERROR como medio de controlar al pueblo
Hay algo en lo que gana el sistema soviético con 90 millones de víctimas frente a 25 millones del nazismo.
Y hay algo que los diferencia, la auto-justificación del nazismo es la superioridad de la raza y la auto-justificación del estalinismo es la dictadura del proletariado.

Cuídese que lleva usted camino de convertirse en el Pio Moa del estalinismo.

SPOOK dijo...

Le traigo un comentario del blog de Romenauer en su excelente entrada del 2 de junio “El mundo no va a cambiar de base” que supongo usted ha leido sin mayor provecho.
“El niño yuntero says:
June 2nd, 2008 at 21:21
Cuando veo el mundo político de IU, se me viene a la mente lo que les decía un profesor de derecho a sus alumnos: “no todos los conflictos se resuelven jurídicamente”, a lo que todos se quedaban muy sorprendidos, casi incrédulos.
En IU pasa un poco eso, se piensa que son la llave a todos los problemas que existen en la sociedad, y no es así. Son una organización política y pueden abordar ciertos problemas de la sociedad, pero otros no. Otros requieren otro enfoque no político. Y de querer abarcar tanto se les escapa todo.”
Yo no puedo certificar que tal juicio sea aplicable a todos los militantes de IU, pero a usted le define con total exactitud.

SPOOK dijo...

Para J.G. Centeno
le gusta Walter Benjamin?? o para usted es un despreciable juntapalabras??
Le copio para su disfrute un párrafo de la “Tesis de filosofía de la historia” de dicho juntapalabras.
“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa un ángel que parece como si estuviera a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y éste deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta uina cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrararlas. Este huracán le empuja irremediablemente hacia el futuro, al cual da la espalda mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso”

Como usted dice esto sólo es juntar palabras, palabras que si se saben juntar describen la REALIDAD.

autodeterminacion dijo...

Disculpe la pregunta tonta. "voy por la película 627" significa que ha grabado 627 DVDs a partir de sus cintas de video?

Martine dijo...

Bolche magnífica Entrada de una no menos magnífica película, entre las que citas, para mí indiscublimente una obra maestra de este genio Bertolucci.. Gracias por recordarlo.
Un beso.

PS:Mi comentario despues de los que me preceden es un pequeñísimo granito de arena...diminuto.

Gracchus Babeuf dijo...

La escena que cuenta Antonio está aquí. Además del viejo de la gorra, es interesante un perro, que huye del lugar.
http://enladuchafinal.blogspot.com/2007/03/rajoy-y-el-akelarre-de-los-sbados.html

J. G Centeno dijo...

Para autodeterminación: Sí, aunque en estos momentos voy por la 640, y calculo que me quedan uns 150. Si me pregunta si las he visto todas, la respuesta es sí, alguna de ellas varias veces. En mi casa tambien hay una modesta biblioteca, que no he leido completa, y una variada oferta musical. La penosa oferta televisiva, incluyendo la tele de pago, ayuda a mantener un cierto nivel cultural.
Dardo:
Doctor Zhivago muestra la grandeza del cine. Como de una novela mediocre de un escritor aún más mediocre se puede hacer una notabilísima película.
Spook:
¡No me lo tenga en cuenta hombre! es que cunado estoy rebosante de fervor revolucionario tiendo a perder un poco de aceite, en el sentido que usted quiera.
juntaletras:
Un par de cositas, lo de los 90 millones de muertos, no se lo cree ni Pío Moa, ni Alexander Solschenitzin, ese escritor, tan injustamente encarcelado por demócrata, que tuvo la desfachatez de decir ante las cámaras de televisión española, en un programa de José María Iñigo, con Francisco Franco vivo, que los españoles no sabíamos lo que era una dictadura. En ese momento comprendí de que catadura eran la mayoría de los habitantes del dichoso archipiélago Gulag. En cuanto a Walter Benjamin no puedo, ni tengo por que, negar sus aportaciones al materialismo histórico en lo único que yo he leido de él, mi incultura es enciclopédica, que son precisamente Las tesis sobre la filosofía de la historia que usted cita, llamándole por cierto juntaletras algo que yo no he hecho. Es usted el que se califica a sí mismo como juntaletras rojiprogre, y no tengo por dudar de su autorizada impresión, al mismo tiempo que a W. Benjamin,y aquí si que dudo porque o bien usted se supervalora poniéndose a la altura del filósofo marxista judeo-alemán, o bien le infravalora a él colocándole a su altura intelectual, que desde mi perspectiva, que puede estar equivocada, es bastante mediocre. No voy a pedirle que explique el porqué nos coloca un párrafo del alemán, además de para dejarnos claro que usted muy curto y ha leido muchismo, en el contexto de esta discusión, y no voy a pedírselo, porque considero que esta entrada ya ha dado de sí lo que tenía que dar, y en lo que a mí respecta queda concluida.

Freia dijo...

¡Guaaauuuu! ¡19 comentarios!Esto está que arde... Paris
Besos

zalakain dijo...

Je je. No: la pregunta no iba por ahí. Ya me supongo que las ha visto todas, lo cual muestra por su parte una avidez cultural de todo punto elogiable. Yo, aunque no he hecho el recuento -ni siquiera las tengo juntas en una misma estantería-, no llego ni de lejos (el lejos me queda lejos) a su acopio fílmico. La pregunta iba más en el sentido del reciclaje (me pregunto qué hace con las cintas) y, parcialmente, en el sentido de su respuesta: ¿va a ver las películas que ya ha grabado?

Permítame decir, sin ánimo de defender a Solschenitzin, que creo que, cuando él hizo esa afirmación -recuerdo bien el programa, creo: entonces imposible en la URSS- la dictadura franquista se encontraba, afortunadamente para nosotros, en un grado de tolerancia creciente que los de la soviética para sí habrían deseado si hubiesen podido expresar el deseo.