Por desgracia para ella Ossaposa, es decir, Olga es habitual visitante del nuevo, estupendo, maravilloso y, sobre todo, enorme, tan enorme que para un enfermo con movilidad reducida recorrerlo puede ser una tortura, hospital de Puerta de Hierro en Majadahonda. Cuando yo no puedo llevarla o traerla en automóvil, tiene que utilizar la única, única y única, posibilidad de transporte público. Ha escrito una líneas al respecto que me limito a transcribir:
VENTURAS Y DESVENTURAS DE UNA PACIENTE DE ALPEDRETE
Soy una paciente que vive en el municipio de Alpedrete, y que para mi tristeza padezco con frecuencia el transporte público con destino al Hospital Universitario Clínica Puerta de Hierro, a partir de ahora P. H.
El Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid (CAM), ya en el año 2008 en que fue inaugurada la nueva sede del hospital, en su afán ahorrador, decidió ampliar el recorrido de algunas líneas para dar cobertura a los diferentes municipios de la zona del noroeste, dependientes de dicho hospital.
No sabemos si el consorcio ha ampliado sus funciones no solo a transporte y movilidad, parece ser que ha decidido abrir una línea turística, recogida por la línea 685 que va desde Guadarrama al hospital, con parada en todas las estaciones de su recorrido, apeaderos y matojos, línea muy adecuada para hacer turismo con perro, ya que el can puede ir marcando el recorrido solo con apearse en las diferentes paradas.
Desde la "remodelación" de dicha línea, han variado su recorrido para ver si podían ampliar su cobertura, llegando a alcanzar 59 paradas oficiales, más alguna extra por aquello de dar gusto al viajero. La verdad es que se pasa por muchos municipios, aunque no se puede apreciar la belleza urbanística de los mismos, y casi si me apuran tampoco la paisajística, si podemos distinguir distintas y variadas obras de ampliación, circunvalación, ocultación, y otras cuantas palabras acabadas en “ón”, así como una gran variedad de rotondas, lo mas ”in” de la circulación actual.
Su recorrido desde Guadarrama recoge Navacerrada, Becerril, Collado Mediano, Alpedrete, Collado Villalba, Torrelodones, Las Rozas y Majadahonda, todos ellos adornados con distintas urbanizaciones y con diversos horarios desde los más amplios, cada 30 minutos, a los más exiguos, cada varias horas, a lo sumo 3 al día.
Por estas características dicha línea, la 685, provoca nuevas enfermedades, cosa que agradece P. H., ya que el hospital se colapsa y pueden investigar cosas nuevas.
La sintomatología mas variada la detallamos a continuación: nada
más subirse al autobús y pagar, se inicia un cierto mareillo tras pasar las primeras rotondas, badenes y frenazos, cada viajero acomoda su organismo a esta nueva circunstancia como puede, en unos con ansiedad, otros con curiosidad, algunos intentan dormirse para no sentir.
Así a los pocos minutos se inician las primeras preguntas en la “sala de espera” que constituye el autobús e si mismo, “¿Oiga Ud., este es el autobús que va al hospital?, Mire es que como desconozco este recorrido no sabia si me había equivocado”, “Perdone Ud., ¿estamos en la A-6, o vamos por la carretera de Andalucía hacia Mostotes?”, “Perdone, ¿Sabe Ud., sobre que hora llegaremos? Es que tenia cita a las X y veo que no llego? Y así todas las que a Uds., se les ocurran.
Seguidamente en el orden de la sintomatología se producen las consecuencias digestivas, pedorrera de la anciana y/o anciano, con el consabido tufillo, momento que aprovecha el resto del personal para elevar el tono de voz y desplegar toda una variedad de pedorreras, aprovechando si hay niño, para justificarlo.
A estas alturas del viaje, aproximadamente 45 minutos de su recorrido, el mareillo a pasado a mareazo, con las primeras apariciones de arcadas. En los orígenes de estas expediciones, los conductores solo llevaban sus vituallas necesarias, es decir uniforme, dinero, papel de billetes, vamos lo normal en estos casos, ahora ya conociendo el recorrido han ampliado a bolsas para vómitos, toallitas, kleenex, etc.
Llega un punto el que los viajeros no pueden mantener conversaciones, han llegado al limite de confundir el autobús con el ferry entre las islas Feroes e Islandia, algunos, los mas despejados, hacen llamadas telefónicas para comunicar sus ultimas voluntades; otros empiezan a blasfemar.
A eso ya de los 90 minutos, se presenta el mal de altura, la cabeza se pone a tronar, ya si que llega el vomito, en este momento solo resisten cuerdos los educados en teresianas y jesuitas, gracias a la férrea disciplina que les impusieron resisten a las fuerzas del enemigo; A estas alturas el conductor a puesto el autobús en la velocidad de crucero adecuada, 10 Km/h., el calvario llega a su fin, por fin a las dos horas: VÓMITO
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