lunes, 2 de junio de 2014

Pesado Pesoe

No sé si es una virtud o un defecto, pero tengo una excelente memoria, y con la memoria, sin duda, lo mejor que se puede hacer  es aprovecharla.
Cuando se produce el óbito de Franco andaba uno, siempre rebelde, fuera de las filas de lo que llamábamos el carrillismo que fue lo que acabó dando lugar al eurocomunismo. Andaba yo militando en las filas del más ortodoxo de los prosovietismos posibles, el PCE (VIII-IX) cuando se produce la foto en la que Santiago Carrillo y parte de su dirección aparecen con la bandera bicolor en sus manos anunciando su aceptación como bandera oficial de España. A pesar de no ser legales, aquel Partido no lo fue hasta el principio de los años ochenta y no lo fue por su negativa a modificar los estatutos. estábamos, de alguna forma tolerados, e incluso teníamos un local en el número 20 del Paseo de Santa María de la Cabeza, y como yo vivía muy cerca, en la calle Canarias 24, de hecho pasaba más tiempo en el local que en mi propia casa. Tiempo después, no demasiado, y con los locales del PCE adorrnados con la dichosa bandera mantuve una conversación, informal nada orgánica, con Eduardo García, secretario general de aquel mi Partido, y que, como consecuencia de su cargo pasaba también mucho tiempo en aquel local. Yo estaba escandalizado con aquella aceptación de símbolos del enemigo que habían acometido los que despectivamente llamábamos la Agrupación Carrillista, por más que fuesen infinitamente más numerosos e influyentes que nosotros, que nos considerábamos el verdadero Partido. De una manera muy pedagógica, como eran los veteranos camaradas de entonces, enfrió mi indignación. La bandera de los comunistas, me dijo, es la roja con la hoz, el martillo y la estrella de cinco puntas, si bien teníamos el mayor de los respetos por la bandera republicana, no en vano la habíamos defendido, sin matices, con las armas en la mano. El verdadero problema, a su juicio, no estaba en la bandera, ese cambio simbólico no era más que un síntoma de la grave enfermedad que, a su juicio, padecía ese partido. Yo hoy milito en el PCE como continuidad natural de aquella militancia de juventud, mi Partido tiene como bandera la roja con la hoz y el martillo, sin estrella de cinco puntas, y en sus actos oficiales ondea la tricolor republicana.
En aquellos mismos tiempos el refundado, o renovado, PSOE, y no voy a entrar aquí en como se renovó o refundó, que también tiene su miga, hacía gala de un republicanismo militante, e incluso en el debate final del texto, en las Cortes Constituyentes, con la boca cada vez más pequeña, abogó por la forma republicana, e incluso las JJ.SS, vieron en 1977 suspendido su Congreso por Rodolfo Martín Villa al negarse a retirar la bandera republicana, si bien un artículo de fondo de su revista, Renovación, que creo que se llamaba La coña de la banderita empezaba a dar pistas de la ruta a seguir. Parecía un contrasentido los socialistas cuestionaban una monarquía que los comunistas defendían. Hoy en las sedes del PSOE ondean banderas monárquicas, que ellos dicen constitucionales.
Siempre he considerado, y considero hoy, con algunas excepciones que tienen que ver con Alpedrete, que los militantes sociales son gente honestamente de izquierda con una inexplicable tendencia a elegir como dirigentes a lo peor de sus filas. Siempre que he discutido con militantes del PSOE se han sentido sinceramente republicanos pero...nunca era el momento. En la transición por la amenaza del Ejército, ni que decir tiene tras el 23-F, después apuntalar el Estado, después desapuntalar las conspiraciones, despues,....¿Y ahora? Con una monarquía en descrédito y un futuro Jefe del Estado con ninguna legítimidad más allá de la bragueta de su augusto Padre. ¿Ahora tampoco? Parece ser que tampoco. Parece ser que la historia se ha tragado a aquel Partido fundado en un taberna de la calle Tetuán de Madrid, por el abuelo Pablo Iglesias, que dirigido por Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero o Indalecio Prieto (citando tres familias diferentes dentro del Partido) que fue capaz dedefender a la República en 1934 y 1936 y ahora usurpan sus siglas personajes como un consejero de Gas natural, Felipe González, un ilustre mediocre como José Luis Rodriguez Zapatero o un aparachtik profesional como Alfredo Pérez Rubalcaba.
¡Que pena! Haber sustituido el pasado del PSOE, por un pesado pesoe.

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