Especies protegidas

Llama, a mí me llama, puede que a la mayoría del personal le importe un bledo, llama la atención un reportaje del diario Publico sobre el futuro del quebrantahuesos . Uno de los motivos por los que compro este diario, a pesar de, como dice mi amigo Antonio , estarse convirtiendo en un nuevo frustrado intento de construir un diario progresista alternativo a ELPAÍS , es, el motivo, la publicación de este tipo de reportajes que puede que importen a muy poca gente, pero que me refrescan la cabeza, un poco caliente ya con la crisis, que no termina, en el PP ( con dos pes mayúsculas para seguir los más que cualificados criterios profesionales de osaposa , que en estos temas, y otros muchos, sabe muchísimo más que yo), y la que no acaba de estallar, con lo cual se corre el riesgo de que nunca estalle y se cierre, como siempre en falso, y como prueba está el reciente conflicto desatado entre el Ayuntamiento de Rivas y la UJCM, en el que por una vez, y a lo mejor acaba sirviéndome de precedente, estoy más de acuerdo con Ricardo Royo que con Antonio Flórez , si bien hay que matizar que el primero escribió su entrada antes que el Ayuntamiento de Rivas hiciera oficial su postura de veto a la más que polémica banda , y en cuanto al segundo, no puedo dejar de estar de acuerdo en que la canción en cuestión Yup La La, poco o nada tiene que ver con el Sáhara, claro que no es la única canción del grupo ni tienen porque cantarla siempre, quede claro que lo poco que he oído de esta banda es deleznable desde el punto de vista de musical, y el estilo que dice tocar, rock-ska, me parece un petardo de consideración y un atentado a las mínimas reglas estéticas que implica el nombre de concierto. Parece que vuelve a ponerse de manifiesto que hay dos visiones, no fácilmente conciliables, de lo que debe ser Iu, una que pone el acento en el trabajo institucional, y en ese sentido estarían las reticencias del Ayuntamiento de Rivas, y otra que considera, consideramos, que la presencia institucional es , o debe ser, una palanca, evidentemente importantísima, para llevar a cabo una política transgresora del orden constitucional vigente. O dicho de otra forma, la protesta del PP, Ciudadanos de Rivas o el mismo PSOE, deberían haber servido de acicate al Ayuntamiento de Rivas.

Según estaba escribiendo lo anterior me iba dando cuenta de que soy un enfermo, comienzo hablando, y pretendiendo continuar con el tema, del quebrantahuesos y sin darme cuenta, ¿seguro que sin darme cuenta?, termino hablando de la crisis de Iu.

Sigamos, o mejor, comencemos con el Gypaetus barbatus, que es como los repipis marisabidillos, con cierta tendencia a acudir a Wikipedia, llamamos en la intimidad al bichejo, en ausencia del mismo, naturalmente, dada su poca sociabilidad con el ser humano, al menos con el ser humano vivo. En el fondo, pobre de él, no deja de ser un buitre, como lo es el Gyps fulvus, buitre leonado, no confundir con el buitre de Leonardo, o el buitre negro, Aegypius monapius, especie en claro retroceso desde que los posconciliares tiempos que vivimos permite a sacerdotes, clérigos, frailes y monjes vestir de Armani, Zara o mercadillo, dependiendo de su poder adquisitivo, y a los colegiados, jueces en las disputas balompédicas, también llamados árbitros, e incluso álbitros en su versión futbolera más castiza, ir vestidos de con notable variedad de colores, por más que a mí, y debe ser un reflejo entre machista y homófobo que deberé corregir y eliminar, ver un árbitro vestido de fucsia, me produce cierta grima. Hay también una variedad de buitre llamado Emilio Butragueño, en absoluto emparentado con las Accipitriformes de las que hemos venido hablando anteriormente.

Tiene nuestro querido quebrantahuesos una característica que le hace especial, y es que, al alimentarse del tuétano de los huesos, terminan el trabajo iniciado por sus primos carroñeros, de manera que su concurso es imprescindible si queremos seguir aquella consigna televisiva de los años sesenta y setenta: "Mantenga limpio el campo". Poco respetuoso soy con los ritos funerarios, y menos con los restos de los difuntos, de hecho llevo las cenizas de mi recientemente fallecida madre en el maletero del coche, y no sé que acabaré haciendo con ellas, y las de mi padre no he ido, ni pienso ir, a visitarlas. Me gustaría, poder hacer un testamento vital determinando que mis despojos fueran a parar a una buitrera, donde sirvieran de alimento a los carroñeros, cada uno en su momento, cumpliéndose de manera completa el ciclo de la vida, pero parece ser que la legislación vigente, que permite una insalubre acumulación de restos putrefactos en lugares acotados y visitados o que se esparzan en campos, rios o mares una indistinguible mezcla de cenizas humanas con las de la madera que contenía los restos, no permite, sin embargo, mis, mucho más coherentes, deseos. Claro que todo puede cambiar, y a lo mejor dentro de no mucho tiempo, vemos comitivas de dolientes plañideras e inconsolables viudas, acercarse a cárcavas y hoces para despedirse de su ser querido mientras este es deglutido y tragado, sin masticar dada la nulidad dentaria de las aves. Podría incorporarse a este proceso natural cualquier clase de rito religioso pudiendo llegar a ser muy estimulante la audición de la Misa de Requiem (Kv 626) de Wolfgang Amadeus Mozart, mientras un buitre leonado se da un festín.

En este último sentido, y solo en éste, estriba mi preocupación por el futuro de los quebrantahuesos, que no haya malpensados. Si como algunos creen, y no sin razones de peso, que Iu está muerta, pero sin enterrar, no se preocupen en demasía que buitres dispuestos a quedarse con sus restos los hay, y de muchas clases, lo malo es que empezaron a despedazarla cuando todavía estaba viva.