miércoles, 18 de agosto de 2010

De primarias y otras memeces

El Espia Otomano opina:

Estaba uno tan cómodo, siguiendo el mercado veraniego de fichajes, que por cierto ha tenido un feliz final para otomanos y merengues con la llegada de Mesut Özil, cuando se ha desperezado una de las serpientes de verano más del gusto de la izquierda posibilista, institucional y derrotada:
Las elecciones primarias como paradigma de la democracia interna partidaria. Incluso el dueño de esta bitácora, del que me atrevo a suponer el mayor de los desprecios hacia los cargos públicos institucionales de la parademocracia burguesa, en aras de lo políticamente correcto, no se siente capaz de expresarse de forma contundente y sincera en este tema. No estaría bien que traicionase la amable hospitalidad de don Bolche, que me deja expresarme aqui sin censuras ni cortapisas, pero con el debido respeto no puedo dejar de expresar mi relativa perplejidad, ya se lo manifesté personalmente, por la firmeza con la que defendió el sistema de primarias para la elección de candidatos a cargos públicos, en la VIII Asamblea Regional de IUCM, firmeza que le llevó a recoger avales para una lista alternativa a la que encabezó Gregorio Gordo, empeño que tornó imposible la realidad numérica, y es que muchos de los que hoy truenan clamando la libre expresión de los afiliados en primarias entonces se sintieron más que cómodos con lo que les ofrecía la mayoría. El propio Bolche terminó aceptando la oferta, ante la alternativa de quedarse fuera de juego cazando moscas en Alpedrete, y ha parecido coherente aceptando lo pactado. No creo que haya sido así, pero ha podido dar la sensación de que su defensa del sistema de primarias fue de un tacticismo un tanto oportunista, ya que, y de ahí la perplejidad de este espía acostumbrado a pasillos, fontanería y aparato, la concepción leninista de partido que defiende el gestor de la bitácora se da bruces con un procedemiento que puede ser adecuado para partidos políticos que tienen como principal, y casi única, actividad el concurso electoral. Pero no para la izquierda revolucionaria y transformadora. Podría argumentarse que Izquierda Unida no es un partido político, y que su principal actividad es la electoral, por lo que el proceso de primarias es el adecuado para elegir candidatos, y como argumento tiene defensa. Defensa que no existiría, en ningún caso, si estuvieramos hablando del PCE.
Acostumbrado como estoy a observar con cierto grado de distanciamiento, necesario para desempeñar mi oficio, el discurrir de los acontecimientos, percibo en el ambiente, como Darth Vader era capaz de percibir el lado oscuro de la fuerza, un pestilente tufo a demagogia cuando se habla primarias estableciéndose una falsa relación biunívoca con democracia interna.
Puedo poner un ejemplo de una Asamblea cualquiera de las muchas que he espiado por mor de mi oficio.
Sin dar nombres. No hace falta.
Una Asamblea de una localidad cualquiera, con cincuenta afiliados al corriente de pago, y un local en uso. No más de seis o siete miembros participan, activamente, de la vida política de la Asamblea, intervienen en sus actividades,acuden al local, ponen mesas, pegan carteles, etc...El resto, como mucho, asiste a los plenos de las Asambleas. Se acerca un proceso electoral, por ejemplo elecciones municipales, se abre un proceso de primarias. Uno de esos seis o siete activistas, con actividad política cotidiana, manifiesta su intención de encabezar una lista, le apoyan el resto. Surge del resto de la Asamblea una candidatura alternativa, la encabeza un afiliado con discurso atractivo y expresado con facilidad, con abundantes, y objetivamente justos, llamamientos a la renovación. El resultado es aplastante treinta y siete a trece.
Escenario A: Los resultados electorales permiten acceder al equipo de gobierno. No hay problema, los cargos electos cumplen con su cometido.
Escenario B: Hay que permanecer en la oposición, paulatinamente los cargos electos van abandonando sus tareas políticas retornando a la situación de stand by anterior a las elecciones. Algunos dimiten otros ni se molestan.
No es política-ficción este espía lo ha visto en más de una ocasión.

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