lunes, 22 de octubre de 2007

El relativismo y otras mentiras

Desde la llegada de Joseph Ratzinger a la portavocía del Sumo Hacedor, con el pseudónimo de Benedicto XVI, comenzó una intensa batalla contra lo que los colaboradores del portavoz han dado en llamar relativismo moral. Servía, y sirve, esta condena para resaltar la existencia de unos valores morales absolutos que no pueden ser susceptibles de interpretación. Que son como son, inmutables, y curiosamente coincidentes con la versión que tiene de ellos la ortodoxia católica, representada en Roma por el portavoz divino y en nuestro país por los no menos divinos Cañizares y Rouco. Ha servido, y muy bien, este ataque al relativismo para mantener movilizado al sector más reaccionario e inmovilista de la sociedad española con argumentos tan peregrinos como el de que la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo, dándoles los mismos derechos que tienen las de las personas de sexo distinto, constituyen un ataque frontal a la institución de la familia; lo cual sería cierto si tomaramos como absoluto su concepto de familia. Sin embargo, somos muchos, y daría lo mismo si fueramos pocos, los que no tenemos un concepto absolutista e impositivo de nuestra moralidad, ponemos en tela de juicio su escala de valores; pero a ellos, no les vale con que la respetemos, deberíamos aceptarla como absoluta e inmutable, porque al fin y al cabo está directamente dictada por el Sumo Hacedor e inscrita a sangre y fuego en el Derecho Natural. En esta línea se inscribe su feroz oposición a una asignatura como la Educación para la ciudadanía, precisamente porque busca formar una clase de persona, el ciudadano, capaz de aceptar otras escalas de valores distintas de la propia. Un ciudadano que bien pudiera ser católico practicante, y consecuente con sus creencias jamás se divorciará, practicara un aborto voluntario o contraerá matrimonio con alguien de su mismo sexo, pero sin embargo aceptará con total naturalidad que haya personas que lo hagan. Pero es que después de tantos siglos de imponer su absolutismo moral, el relativismo moral es difícil de aceptar.
Sin embargo, esta condena del relativismo desparece, como por arte de magia, cuando tratamos de un tema como el de la guerra civil española, aquí desaparecen los culpables absolutos, parece ser que todos tuvieron la culpa, los que se alzaron contra la República porque atentaron contra la legalidad, esto parece evidente, pero , y los que la defendieron ¿Cuál fue su culpa? Si uno desmenuza con cierto detenimiento los argumentos de los, ahora sí, defensores del relativismo, llega a la conclusión de que la principal responsabilidad de los republicanos fue no haber configurado una República del gusto de los que después se sublevaron contra ella. Argumentan los relativistas que ya desde 1931 la República crispa los ánimos al plantear una Educación Pública Laica , arrebatando a las congregaciones religiosas católicas su absoluto monopolio sobre la enseñanza, y, como no, crispa también cuando se habla de una futura reforma agraria, el colmo de la crispación debió ser que la Constitución de 1931 consagrara España como una República de Trabajadores de toda clase, excluyendo por tanto a ociosos, rentistas y parásitos de toda condición. El que la República Española no se resignase a un mero cambio en la Jefatura del Estado y a un cierto aggiornamiento en las instituciones que la acercara a las llamadas potencias occidentales, fue siempre para los relativistas , su mayor delito, la justificación última del futuro levantamiento; y no dudan, en su apoyo argumental, traer a colación la pronta deserción de Gregorio Marañon y su Alianza de intelectuales, y para mayor justificación de los golpistas, que en último extremo es de lo que se trata, falsifican hechos sin ningún pudor y llegan a calificar la Huelga de Octubre de 1934, como de un golpe de Estado, cuando, y sólo hay que leer los manifiestos de los huelguistas de la época, se trataba precisamente de todo lo contrario, de defender los principios republicanos de 1931, seriamente amenazados por la alianza de Alejandro Lerroux con el, entonces indisimulado admirador de los fascismos europeos, líder de la CEDA José María Gil Robles, que después, pero mucho después évolucionaría hacia posiciones democristianas. Igualar las intenciones del movimiento, si se quiere revolucionario, de 1934 con el intento de golpe fascista de 1936, y la posterior sangría a la que condujo, podria producir risa sino fuera porque produce espanto. No señores, no, los defensores de la República en 1936, que , y no es por casualidad, coinciden con los revolucionarios de 1934, deben ocupar un lugar en la historia muy distinto del de los golpistas vencedores, con la ayuda nazi-fascista y la complicidad de las ¿democracias? occidentales , en 1939. Y los que pretenden igualarlos lo hacen, porque, íntimamente, están de acuerdo con los segundos. Que quede claro.

7 comentarios:

Maripuchi dijo...

Toma lección de Historia.
Muá

animalpolítico dijo...

A mí me tocan las narices con su 'relativismo moral'. ¿No incluye eso que calumniar al prójimo es pecado... salvo si el prójimo es la izquierda?¿no es eso relativismo?

Yo lo llamaría más bien hipocresía moral.

Súmmum dijo...

Lo que el Papa Ratzinger viene a denunciar es la penuria moral, en lo que a valores se refiere, de esta sociedad.

Creo que es algo perceptible al margen de creencias religiosas. Es decir, no todo da igual en la vida.

RGAlmazán dijo...

Quieren extender la calumnia y la manipulación con teorías inventadas por seudo-escritores y seudo-historiadores como Cesar Vidal y Pio Moa, que vienen a decir que la guerra empezó en 1934 con la huelga general.
Y luego viene lo de la teoría de los dos bandos, que me tiene hasta allí.
Aquí sólo ha habido un bando que se levantó en armas contra el orden constitucional, los republicanos lo único que intentaron fue defender ese orden contra la rebelión fascista. No hay dos bandos, hay unos bandidos y otros que se defendieron.

SAlud y República

Imperialista dijo...

Interesantísimo y pesadísimo, como casi todo lo suyo.

Por cierto, 4-0 ayer en el Calderón. ¿Y ustedes?

Blanca dijo...

La cuestión es que muchísimos conservadores no tienen ni idea de Historia, y los resúmenes que leen o escuchan son los de los historiadores de nuevo cuño, como los que habéis aludido, que tienen menos nociones de historia que quienes pretenden adoctrinar.

La historia "ye lo que ye" y hay millones de páginas escritas... sé que para muchos es cansino ponerse a leer, por éso se dedican a escuchar lo que quieren oir y esa sinopsis la engullen sin más crítica...

Al final es lo que se pretende. Cuanta más ignorancia, en general, más poder de manipulación. Por éso en su momento cerraron escuelas, amordazaron maestros y gritaron "abajo la inteligencia, viva la muerte"...

J. G Centeno dijo...

Gracias don Impe, le echaba de menos, nosotros bien, los primeros; ya sabe, con las ayudas de siempre y tal y tal...¿Qué tal por su bantustán de Arganda?