Una vez duchados , dormidos, es absurdo intentar el expresar el placer con el que tomamos la parte bed de nuestro alojamiento, y debidamente desayunados, la parte breakfast ( beans, sausages,bacon, toasts, butter, jam, eggs,etc...) tampoco estaba nada mal y echados los pelillos a la mar en cuanto a la incidencia sufrida, con el ánimo a tope nos preparamos para visitar la ciudad, ciudad que la socia conocía sobradamente y que estaba deseosa de enseñarnos. Como nuestro alojamiento no estaba lejos del Jardín Botánico hacia allí encaminamos nuestros primeros pasos. Y digo bien pasos porque fuimos caminando y tomando conciencia de lo que nos esperaba. El Royal Botanic Gardens Edinburgh, su nombre oficial, está en Inverleith (uno de las zonas en las que podemos dividir Edimburgo ) . Es un lugar muy popular entre los nativos , que se refieren a él como 'The Botanics'.
Mi ossaposa todavía presentaba signos de cansancio.
Es un lugar que merece la pena visitar y del que destacaría la ladera china y los invernaderos:
Como se puede ver las palmeras buscan desesperadamente el sol, algo que no conseguirán, por más que crezcan, jamás, como el pobre rey Arturo no consiguió ver jamás Camelot por más que con encomiable tozudez se sentara en su silla (Arthur'seat) , una de las siete u ocho colinas Pentland sobre las que se asienta Edimburgo , porque para poder verlo se exigía un día absolutamente despejado, y eso es algo que nunca se produjo, y parece ser que sigue sin producirse.
Esta falta de sol, junto a su cercanía al mar, más bien a Firth of the Forth o Ría de Forth, (para los puristas Firth es "ría" en gaélico), conforman lo esencial del clima , nublado, húmedo y de temperatura suave (al menos en verano) lo que nos hacía sentirnos muy a gusto teniendo en cuenta que las noticias que nos llegaban (El País con cuarenta y ocho horas de retraso) hablaban de cuarenta grados en Madrid. Sin embargo, la ciudad se presenta absolutamente cálida, con unos pobladores muy acogedores (en la entrada de ayer dejamos claro que los bordes con los que nos encontramos al llegar pasaban a la consideración de ingleses a todos los efectos), que no dudan en intentar ayudarte, sin que se lo pidas, en cuanto te ven, dudando, con el plano en la mano.
Obsérvese el paraguas recien comprado
Por otra parte es una ciudad que enamora, a mi al menos me ha enamorado, con una incesante actividad en la calle, actividad de todo tipo, comercial, cultural, etc..., al menos en las dos zonas fundamentales que hemos frecuentado (Old Town y New Town) que conforman el nucleo duro de la ciudad. La ciudad nueva (en realidad lo es en relación con la llamada vieja ) se estructura alrededor de Princess Street, una calle que podría parecerse a la Gran Vía madrileña, ahora que de ésta van desapareciendo los cines, y en la que se encontraban los artefactos que nos proporcionaron la primera alegría monetaria desde que pisamos Escocia:
Por fin cobramos.
Esta arteria además esta separada del casco viejo por unos impresionantes jardines, impresionantes por verlos tan verdes a finales del mes de julio, del majestuoso castillo
En cuanto a la ciudad vieja su arteria principal es la llamada Royal Mile, una calle que tiene varios nombres, y que está llena de gente y sobre todo de actividad de todo tipo, en ella hay comercios dedicados a la venta de whisky, pequeños museos, francamente interesantes, donde conocer como era la vida en la antigua Escocia, cuales eran sus oficios,
en uno de ellos, con orgullo y agradecimiento, contemplamos un mapa elaborado por los brigadistas en la guerra de España, era el segundo recuerdo que nos encontrabamos (Vease la entrada previa al serial ). Debe ser que los escoceses tienen más respeto por la memoria histórica que algunos españoles.
Conecta la Royal Mile el castillo de Edimburgo (construido sobre un volcán extinguido en el siglo VI) con el Palacio de Holyroodhouse
Este palacio, al que me negué a entrar porque cobran un pastón, es la residencia oficial de la reina de Inglaterra cuando se deja caer por allí, sóla o acompañada del McArra , que lleva por título, de forma incomprensible, el ducado de tan digna ciudad. Justo allí, frente al palacio se encuentra el scotch parliament, del que en algún momento hemos hablado
Y para finalizar, podía eternizarme hablando de mis numerosos paseos vespertinos que me llevaron hasta Portobello , donde pude ver el negocio montado alrededor del Britannia, yate real, incluso del paseo en autobús que nos llevo a conocer a Bobby de Greyfriars,uno de los símbolos de la capital escocesa
Y para finalizar, repito que no quiero eternizarme pero la ciudad me ha impactado, algo sobre Escocia y los escoceses. Cuando por fín conseguimos dinero nos percatamos, e incluso bromeamos con la posibilidad de que no fueran de curso legal en Inglaterra, de que los billetes no llevaban la leyenda "Bank of England" sino Royal Bank of Scotland", por otra parte yo no esperaba ver por la calle hombres con falda, con kilt para ser rigurosos, más que por motivos de índole folklórico, sin embargo, sin ser una enormidad, se ven bastantes hombres, sobre todo jóvenes, que van así ataviados a trabajar. Incluso vimos un indostaní con turbante y kilt. Da la sensación de que es una forma de reivindicar el ser diferentes de los ingleses. En los edificios públicos, prácticamente en todos, ondea la bandera escocesa, y solo la escocesa, sin que se escandalice absolutamente nadie, que Escocia es una nación diferente de Inglaterra, Pais de Gales o Irlanda del Norte, es algo que tienen claro los escoceses, pero también ingleses, galeses y norirlandeses, y no existe ningún drama . Incluso el partido mayoritario del parlamento el Scottish National Party (Pàrtaidh Nàiseanta na h-Alba, en gaélico), es partidario de romper lazos con el Reino Unido y no ocurre nada. Alguien debería tomar nota.
Mañana, comenzamos el retorno, y....recordad el paraguas
3 comentarios:
Bueno después de unas recomendaciones de mi santo esposo, para que cuide mi ortografía, como disculpa repito que por fin me están haciendo pruebas cerebrales por aquello de mis antecedentes familiares en la locura y el alzheimer, hoy intentare ser más prudente, el problemas es que aunque lo relea no encuentro problemas, es después al cabo de los días cuando me doy cuenta que no lo entiendo ni yo misma.
En primer lugar como curiosidad, el corrector ortográfico de Windows, da como sinónimo de "Bolche" "boliche", puede ser divertido, pues los que estamos ya talluditos podemos recordar aquella canción que decía "hola, hola, hola, boliche es una bola y cuando Chapinete parece un clarinete...(esto es por la traducción del diccionario mediante raíces.
Efectivamente Edimburgo es una ciudad que enamora, la llamada "ciudad de las brujas" por sus casas negras y con verdín en las paredes por la cantidad de agua que cae al año. Cuando estuve estudiando, por la época de Carolo, mas o menos, durante 6 meses el único día que salió el sol fuimos a Porto Bello, y curiosidad la única que se quemo con aquellos tímidos rayos de sol fue la española, los escoceses se tiraban de la risa.
Mi marido, colega y amante, como dice, también se ha enamorado de esta ciudad, después de los malos principios hay que reconocer que son amables en general, divertidos y con sentido del humor, ellos siempre se quejan de la seriedad de los británicos, pues los escoceses tienen un sentido de la vida mucho más agradable, la vida es para vivirla, no para que te pase por encima.
El botánico, como siempre precioso; hay que destacar y agradecer, que junto con el botanico de Suiza, fueron los que ayudaron a nuestro Real Jardin Botanico, que hasta antes de la Guerra Civil, era de los mejores del mundo, por su variedad de especies debido a los descubrimientos y las posteriores expediciones cientificas que se realizaron, pues bien tras la guerra, quedo como un solar, y gracias a la generosidad española anteriormente, los botanicos del mundo, especialmente como digo el escoces y el suizo, se volcaron para que recuperara su hermosura, por eso tambien recomiendo visitarlo.
El tema de las banderas, efectivamente a los pobladores del Reino Unido y...., no les preocupa, como lo del idioma, ni las costumbres, con las que son muy respetuosos, eso pasa también en otros países, como Suiza, Canadá, países multilingües, que en el peor de los casos lo que hacen es aprender todos los idiomas oficiales del país, solo los estúpidos demagogos españoles, pierden el tiempo en semejantes tonterías, para que los ciudadanos no vean la cruda realidad.
La arteria que separa la ciudad vieja de la nueva "Princes Street", es anodina, en un margen, el nuevo, y preciosa en el viejo, con jardines, el majestuoso palacio, la Galería Nacional, un cementerio antiguo y muy bonito, etc.
La antigua "calle Real" "Royal Mille" "canon Gate" y demás, es una preciosidad, con sus pequeños museos etnográficos, sus tiendas tradicionales y su efervescencia cultural, y a pesar de que cada planta de cada edificio es de un siglo, mas o menos del XIV al XVII, el nuevo parlamento, rompedor donde los haya, no sorprende, ya sabéis de un arquitecto español.
Edimburgo también cuenta, aunque no lo visitamos, con uno de los primeros cementerios de animales, como Lisboa, en el que los epitafios son tan poéticos y emotivos, que te puedes pasar el día y salir congraciado con la naturaleza. Hay que tener en cuenta que en los patios de manzana cuidan a los gatos en comunidad, por aquello de que les defiendan de los ratones, topillos y demás familia non grata para sus verdes praderas donde juegan, comen, tienden la ropa y duermen y descansan, es por eso la foto del perrillo en la barandilla, es el primero que se recuerda en el mundo que velo a su amo durante 14 años, después de muerto, por eso yo cada vez respeto mas a los irracionales que al "homo sapiens sapiens" encima reiterativo.
Javier se sorprendió de la cantidad de grandes personales que ha dado a la historia Escocia, y yo le explique que los escoceses están hasta mas arriba del pico de la gorra, de que los británicos se apropien de sus grandes personajes, de sus grandes inventos, véase la locomotora de vapor, y un largo etc., la verdad es que el encono mutuo entre británicos y escoceses, es superior al de cualquiera que se pueda dar en España.
Lo cierto es que disfrutamos mucho los tres esos días en mi adorado Edimburgo.
La vuelta como ya veréis, también tiene miga.
Salud y Republiquita
Nunca olvidaré el té en un local chiquitín de la Royal Mile, con una viejita ataviada como de la Edad Media, que me regaló una trenza de lana tejida con bolsitas de lavanda al marcharnos. Ni el gintonic en un precioso bar a la noche, en el que tocaba un guitarrista música de los sesenta y que yo bailé y canté con fruición acompañada de un lugareño... ni el desagrado que me produjo ver cada iglesia, o incluso la catedral, convertidas en zoco (un poco de respeto a los pobres católicos, señores anglicanos...), ni los estupendos bares del puerto, donde se comía un pescado que nada tenía que ver con el fish and chips inglés... ni la extrema amabilidad de los escoceses, que te guiaban andando o en coche en cuanto te perdías.
Edimburgo es un lugar maravilloso, por donde quiera que lo mires.
(Afortunadamente nosotros no tuvimos tanto percance, aunque sí nos pasó algo parecido con la tarjeta del banco y la verdad, es un sufrimiento...)
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