miércoles, 16 de diciembre de 2009

Sostenibilidad Insostenible

Estamos asistiendo, en mi caso con esperada perplejidad, a una patochada más, calificada, con acostumbrada grandilocuencia, como Cumbre. En este caso con el objetivo, exclusivamente propagandístico, de adoptar medidas que mitiguen el negativo impacto que el crecimiento desbocado está provocando en nuestro entorno, en nuestro medio ambiente. Hubiera dado lo mismo si la Cumbre tratara sobre la sexualidad del mejillón tigre. Participarían los mismos individuos, dirían las mismas cosas, y de llegar a algún tipo de acuerdo, la mayoría de los signatarios del mismo, estamparían su rúbrica con el convencimiento de que lo estaban haciendo sobre papel mojado, de que jamás ha pasado por sus tortuosos pensamientos, la posibilidad de cumplir algo de lo firmado. Pero no nos alarmemos, esto que está ocurriendo en Copenhague con la Cumbre sobre el cambio climático, y no sé, ni me importa, si ese es su nombre exacto, ocurre con el resto de las cumbres, sean del G6, G8, G20 o Gtrescatorcedieciseispi, de paises emergentes o hundidos, en vías de desarrollo o en vías muertas. Cumbres mundiales o europeas, o asiaticas o americanas, latinoamericanas, panamericanas, hispanoamericanas o sudamericanas. También africanas, o mejor para acabar con el hambre en África o en Asia o en la mismísima América, en cualquiera de sus versiones para, lati, hispa o sud. Cuando era un jovenzuelo imberbe se celebró en Madrid un congreso llamado Hispanoamericanofilipino de Turismo. Nunca olvidaré ese nombre, me fascinó. Son reuniones vacias, pero extraordinariamente onerosas que no tienen otro objetivo que hacerse una foto con ese enorme bluff mediático llamado Barack Obama, revalorizado ahora con la concesión del Premio Nobel de la Paz, un premio que comenzó su evidente decadencia y desprestigio con la concesión a Menahem Beguin o Henry Kissinger, entre otros.
Estas cumbres me recuerdan un chiste de mi niñez:

Si los asistentes a la cumbre de Copenhague montaran en
Airbús, y este se precipitara al mar ¿Quien se salvaría?

La Humanidad

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