lunes, 3 de septiembre de 2018

El Procès

Aunque algún amigo, que indudablemente me quiere bien, me dice que le interesa más cuando escribo de mi, de mis sentimientos, de mis angustias y preocupaciones que de política, no me queda otro remedio que hablar de lo que realmente creo saber algo, porque sinceramente, creo que  mi intimidad, más allá de los que bien me quieren, no le interesa a nadie y mis análisis sobre la situación, seguramente erróneos en muchos casos, pueden, o eso quiero creer , interesar a más gente.
Durante este periodo en el que he estado emocionalmente ausente, un término ha venido repitiéndose, de forma un tanto cansina, por toda clase de medios audiovisuales o escritos, El Procès, en resumen hemos tenido Procès por tierra, mar y aire. Siendo ese término, propio de la lengua catalana, que desgraciadamente no hablo pero puedo entender bastante bien gracias a Lluis Llach, Maria del Mar Bonet, Raimon y tantos otros entre los que cabría incluir a Serrat e incluso a La Trinca, un término que quiere resumir "El Proceso por el que Cataluña se separa del Reino de España constituyéndose en República independiente" dicho queda, y en adelante siempre hablaremos de El Procès.
Lo primero que se pone en cuestión es la existencia misma de España, ¿Existe España? A mi humilde entender, y más allá de la incuestionable existencia del Reino de España como realidad jurídica, España existe. Otra cuestión que puede ser relevante, a esta alturas puede que no mucho, y desde luego es discutible es:
 ¿Desde cuando existe España?
Hay quien opina que existe desde que un íbero, da igual que fuera ilergete, oretano, turdetano o de cualquier otro de los muchos grupos que componía el genérico término íbero, y una celta , que bien podía ser cántabra, carpetana, lusitana o de cualquier otro de los muchos grupos componían el término genérico celta, combinaron sus respectivas cargas genéticas para dar lugar al celtíbero, de existencia , para algunos, discutible que sería el antepasado universal del español.

Para otros sería la colonización romana la que daría lugar  a España, y de hecho la denominación en sí misma procede de la latina Hispania , como sustitución de Iberia , que tendría algo que ver con el río Ebro que atraviesa la península de Norte a Este. La colonización romana unifica lingüísticamente la península, si bien los vascones, que ni son asimilables ni a Íberos ni a Celtas, ya entonces van por libre y no son latinizados. Cabe destacar que para Roma, Hispania no constituye una única provincia de manera que la divide en:
Hispania Ulterior, Hispania Citerior , Bética, Lusitania, Cartaginense y Tarraconense


Cuando en el siglo V el Imperio Romano explota de forma definitiva, son los visigodos el pueblo germánico que ocupa la península ibérica, son unos treinta o cuarenta mil los que cruzan la frontera natural de los Pirineos, aunque también  vándalos y alanos  ocupan parten significativas del territorio
Podemos suponer que la sociedad hispanovisigótica no difería demasiado de la hispanorromana del final del Imperio, al fín y al cabo los visigodos eran ya un pueblo bastante romanizado
La Organizacón Peninsular a principios del siglo VIII, poco antes de la invasión musulmana.
Habrá quien piense, y no le faltarán razones , que el germen de España, una España culturalmente romana y religiosamente católica esta aquí
Puede ser interesante recalcar que estas Españas o preEspañas ocupan la totalidad del territorio peninsular. Portugal ni está ni se le espera.
La invasión musulmana, puede que unos siete u ocho mil invasores mayoritariamente bereberes, acaba rápidamente con la España visigoda, y a principios del siglo VIII ya tenemos, con un territorio prácticamente ocupado en su totalidad, la España musulmana que, curiosamente, es la única que nadie reivindica, de los defensores a ultranza de la antigüedad finisecular de España, como antecedente de la misma. Da la sensación de que los cuarenta mil godos que atravesaron la frontera de los Pirineos en el siglo V tenían más capacidad de "generar españolidad" que los ocho mil bereberes que atravesaron el estrecho trescientos años después.
Las guerras de resistencia, lo que siempre hemos conocido como Reconquista, término que a algunos les chirría como término científico van ,como nos han enseñado repetidamente en nuestra infancia, a configurar toda una serie de pseudoestados o reinos: 
Asturias, León, Castilla, Navarra, Aragón y Portugal que en virtud de alianzas, casi siempre matrimoniales, van agrupándose hasta que en el siglo XV tenemos:
Castilla y León (unidos desde Fernando III El Santo), Aragón (que incluye Cataluña desde la boda de Doña Petronila, reina de Aragón y Ramón Berenguer IV El Santo, conde de Barcelona), Navarra y 
Portugal
La boda de la reina de Castilla (Isabel I de Trastámara) y del rey de Aragón (Fernando II, también Trastámara), conocidos como los Reyes Católicos (RR.CC.),  la derrota del último reino musulmán, Granada,  y la anexión del reino de Navarra,, nos dejan a principios del siglo XVI un Península Ibérica aparentemente unificada (en la práctica los reinos continuaban siendo independientes, si exceptuamos Portugal ,que va ser, excepto con los reyes de la casa de Austria desde Felipe II, independiente Para otros en ese momento se constituye la España moderna.
Hasta la llegada de los Borbones, tras una guerra con el pretendiente de la casa de Austria, tras la muerte de Carlos II, no podemos hablar de una unificación política real con los decretos de nueva planta que se cargan de un plumazo las instituciones de Aragón (siempre incluyendo Cataluña, Valencia y Mallorca) . A partir de ahora ya podemos hablar con propiedad del rey de España, aunque puede , y esa es mi opinión, que no podamos hablar de un Estado moderno hasta la Constitución de Cádiz
Queda claro, a mi entender, que España existe desde hace mucho tiempo, y ocupa la Península Ibérica (excepto Portugal, Gibraltar y Andorra) , las Islas Baleares y Canarias y dos plazas de soberanía, que ahora llamamos ciudades autónomas en el norte de África.

Pero el hecho de que España exista desde hace trescientos , quinientos, setecientos o dos mil años , según el análisis histórico de cada cual, no significa que tenga que existir de forma sempiterna. A lo largo de la Historia, hay naciones que han nacido y otras que han desaparecido, sin que se modificase un ápice ni la rotación de la Tierra ni su giro anual alrededor del sol, en definitiva y esto es algo que parece costarles mucho a los defensores de la sacrosanta unidad patria, la futura existencia de España, tal y como la conocemos hoy, tiene que depender única y exclusivamente de los españoles,  sin que la historia, aun siendo estupendo conocerla, tenga que ser determinante.

Y pausadamente nos dirigimos al meollo de la cuestión: el choque de soberanías, y no es baladí la cuestión y hay que procurar hacer un análisis pausado.
Para los llamados constitucionalistas, más o menos PSOE , PP y Cs, la soberanía reside en el conjunto del pueblo español porque así lo dice la  vigente Constitución, y aquí se olvidan varias cosas importantes:
- La Constitución es fruto de una negociación desigual, en las que unos, los procedentes del régimen anterior, tenían todos los poderes reales: Ejército, Policía y Poder Financiero fundamentelmete y los otros su capacidad de movilización. No seré yo quien critique, ahora, a la izquierda política que pacto la sobrevalorada Transición ya lo hice, y no fui el único, en su momento. Quizás, y puedo asumir, aunque no compartir, el argumento de que "Se hizo lo que se pudo,...dadas las circunstancias".
Ese proceso dejo aparcado algo tan importante como la propia articulación del Estado, y ahora nos vuelve, o quizás nunca se fue, el encaje de catalanes, vascos, y cada vez más, gallegos en es España, que repito una vez más, es una realidad política y jurídica.
Los partidarios de la ruptura de España, en el caso de El Procès, PdeCat, ERC y las CUP, hay una soberanía catalana, efectivamente no reconocida por la vigente Constitución española, y que amparándose en el Derecho de Autodeterminación reconocido por la ONU exigen la celebración de una consulta, pactada como en Escocia y Quebec, reconociendo que las dos celebradas hasta ahora pueden tener valor como movilización pero no tienen garantía jurídica.
Nos encontramos en una difícil tesitura:
Si aplicamos la Constitución sensu strictu, procedería a reactivar el artículo 155, pero esta vez de verdad, con suspensión de las funciones de las instituciones catalanas, disolución de los cuerpos policiales propios , mossos d'esquadra, y ocupación militar del territorio. Y sin decirlo, porque como dice un conocido intoxicador radiofónico matinal no son más que unos maricomplejines, eso es lo que le gustaría a la mayoría de los votantes de la derecha política española. ¿Resolvería esto algo? La represión del nacionalismo identitario durante el régimen anterior, no sirvió de mucho, más allá de llenar las cárceles de presos y las cunetas de cadáveres. La existencia de presos polítcos (el eufemismo políticos presos da risa) tras la  suicida judicialización de la situación no solo no ha debilitado el secesionismo, lo ha potenciado.
La aplicación de ese Derecho de Autodeterminación, aplicación más que dudosa puesto que ese derecho se implementó para los procesos de descolonización, y este no es el caso, dejaría sin posibilidad de decidri sobre su futuro a millones de ciudadanos que verían como una realidad política, España, podía ser sustituida por otra, esencialmente distinta aunque también se llamara España.

Llegados a este punto no nos queda más remedio que analizar desde coordenadas de izquierda, superando la natural aversíón que nos producen los debates identitarios:

Tenemos que impulsar el cierre definitivo, por obsolescencia, de los resultados de La Transición, empezando por la propia Constitución que, a día de hoy, está más que superada por los acontecimientos. El establecimiento de un proceso constituyente sería la segunda fase de creación de una República en la que cada pueblo que se considere , a sí mismo, legítimo para hacerlo, diga lo que diga la historia, decida si quiere o no participar en ese nuevo proyecto republicano, al que en su momento dotaremos de nombre y símbolos.

¿Tenemos fuerza desde la izquierda política para impulsar ese proceso? Ni de lejos, tenemos mucho trabajo que hacer, en el algún momento hay que empezarlo, y bien puede ser ahora.

Yo sueño con una República Ibérica, con capital en Lisboa, pero no deja de ser un sueño.





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