lunes, 17 de septiembre de 2018

¿Que hacemos con el valle?

En la entrada anterior, y en referencia a un general que mandó mucho, despues de ganar una guerra que acabó con las expectativas de un pueblo de salir de un atraso finisecular para intentar abordar un futuro de progreso, y que está allí medio enterrado, hice referencia al valle de los caídos, calificándolo como monumento creado para glorificar la victoria de un ejército reaccionario, incapaz desde 1643 de obtener una victoria excepto en las guerras que emprendía contra su propio pueblo. Sin ir más lejos,en un acontecimiento tan significativo como fue la Guerra de la Independencia, tuvo que ser el pueblo en armas el protagonista de la resistencia. Si hubiera sido el ejército regular el encargado de organizar esa resistencia, no hubiera habido tal, y hoy otro gallo (coq) nos estaría cantando. A lo mejor hubiéramos salido ganando, pero esa es otra historia.
El caso, y es de lo que quería escribir ahora, sin liarme como me ocurre habitualmente, es que en plena Sierra de Guadarrama tenemos una construcción, me resisto a llamar monumento a semejante bodrio, que, como poco, afea, desluce, aja y estropea el paisaje.
Ya solo esas consideraciones puramente estéticas aconsejarían hacer algo, aunque haya quienes consideren que la consideración de algo como artístico, en el sentido positivodel término,  no deja de ser subjetivo, y puede que tengan razón, al fín y al cabo si en ese mismo emplazamiento hubiera, con dimensiones aproximadas, instalado un mocordo, moñiga o ñórdiga también habría, porque hay de todo en este mundo puesto que nadie pasa lista, quien le daría un cierto mérito escultórico, arquitectónico o ambas cosas, sin embargo a, a la inmensa mayoría de la población les parecería natural hacer algo, probablemente demolerla, con una mierda, instalada en la Sierra de Guadarrama, visible desde muchos kilómetros.
Pero hete aqui que esta mierda o monumento, haciendo un ejercicio de síntesis podríamos dejarlo en mierda de monumento o monumento de mierda, que aquí se cumple perfectamente la ley conmutativa, no son solo piedras reunidas con escaso acierto sino que también es una necrópolis, y nos damos de bruces con el culto a los muertos, y aquí me gustaría detenerme para hacer una aclaración de índole personal:
Por más que puedo estar de acuerdo en que uno de los más claros indicios de comienzo de inteligencia del ser humano puede ser su toma de conciencia de la existencia propia, y con ella su resistencia a abandonarla que implica el deseo de trascender "más allá" de la muerte y de ahí la consideración de los muertos como algo más que despojos y la inevitable invención de entidades suprafísicas: Dios, El Alma, etc. El que esto escribe no ha sentido nunca la necesidad de culto alguno hacia sus seres queridos desaparecidos, de manera que :
- No sé, a ciencia cierta, donde están las cenizas de mi padre.
- Acompañé a mi cuñada y sobrino a que fluyeran las de mi hermano por el asturiano Rio Narcea
- Las de mi suegra y mi madre compartieron una larga temporada el maletero de mi coche (aquí hay que aclarar que en vida se llevaron bien). Las de mi suegra terminaron en el Ebro y las de mi madre en un prado de su Cervantes (Zamora) .
-Las de mi mujer están en el comedor de mi casa a la espera de decisión definitiva, que no me urge, y si a algo rindo culto, que  lo hago, es a su recuerdo no a lo que pueda contener una urna (el 80% ceniza de madera del "envoltorio").
E incluso en su día, cuando aún existía la para mi siempre añorada y querida U.R.S.S., manifesté mi opinión sobre la oportunidad de retirar la momia del camarada Lenin porque a mi juicio se había convertido en una atracción turística. Aunque contradictorio, como ser humano que soy, tengo que confesar que siempre que paso por Paris me acerco a Les Invalides, en parte porque no puedo evitar rendir un cierto tributo a mi admirado Napoleon, no por su papel el 18 de Brumario, y aprovecho para animar a la lectura y estudio del trabajo de Marx, muy pedagógico para comprender como la burguesía, como clase social, culmina la toma del poder dejando de ser una clase revolucionaria,  obra, El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, diría que imprescindible para los marxistas que nunca han leido a Marx, sino porque fue el primer francés, aunque corso francés con todas las letras, que tuvo el detalle de intentar remediar la putada histórica que supuso la exportación de los Bourbon-Anjou al trono de España, instalándonos a su hermano José Bonaparte que también, y es la otra parte que justifica mi visita a Les Invalides, está allí y que junto con Amadeo de Saboya, forma la pareja de reyes que tengo por asumibles dentro de la España moderna, si exceptuamos, claro está, a los cuatro de la baraja.
Una vez hecha la aclaración sobre mi escasa, o nula, predisposición a dar a os muertos culto alguno tengo que aclarar también mi absoluto respeto por los que si lo tienen, tanto desde una perspectiva trascendente religiosa, como simplemente como un tributo a su recuerdo, por eso, por ese absoluto respeto puedo entender la lucha que llevan muchas familias por, al menos, conocer el paradero de sus seres queridos desaparecidos en dramáticas circunstancias y comprendo perfectamente la magnitud del problema que supone el hecho de que la mierda de monumento sea a su vez una necrópolis.
Como el victorioso general, su mayor victoria la logró contra su propio pueblo apoyándose en una parte importante del mismo, necesitó un pretexto para construir su megalómano monumento, se le ocurrió lo de la reconciliación de las dos Españas, agrupando muertos, caídos en la terminología oficial, de ambos bandos, sin tener en cuenta, para nada, la opinión de las familias de los fallecidos. Se trata, pués, de una necrópolis de guerra, en la que, de hecho, solo hay allí un muerto que no lo fue como consecuencia de la guerra, el propio general que la provocó.
No es menos relevante como se construyó el bodrio en cuestión y no me refiero a las técnicas de ingeniería empleadas, de las que no tengo ni siquiera un máster, sino a la mano de obra empleada, que fue, por más que allá revisionistas históricos que nieguen ese carácter, mano de obra esclava, procedente de los derrotados.
Y también hay que tener en cuenta el carácter religioso del monumento de mierda, que teniendo en cuenta los vigentes Acuerdos con la Iglesia Católica, herederos del viejo Concordato y que ningún gobierno democrático se ha atrevido a gestionar, que añade una complicación más con la existencia de una comunidad benedictina, allí instalada, que ha manifestado, por boca de suprior, opiniones muy segadas y sectarias en cuanto al general allí, provisionalmente, ubicado.
Así pues, la eficacia en este caso sugiere prudencia e ir quemando etapas:
La primera, que parece en marcha, es el entierro definitivo del general en algún lugar discreto que no acabe convirtiéndose en lugar de peregrinación.
La segunda, la ubicación de los allí enterrados, empezando por el fundador de Falange, en función de lo que prefieran sus familias y allegados, que bien pudiera ser un cementerio sin connotaciones religioso-políticas, muy al estilo de los cementerios de combatientes tras la guerra europea.
La tercera, con el necesario acuerdo de El Vaticano que no parece muy beligerante en el tema, sería el traslado de la comunidad benedictina a algún lugar adecuado donde pudieran continuar con su labor religiosa, que desconozco absolutamente, y posterior desacralización del recinto, que pasaría a ser a todos los efectos civil.
Y una vez vacío y desacralizado
 ¿Qué hacemos con él?
Creo que lo mejor sería dejar que la naturaleza fuera obrando, y así, poco a poco, las hierbas, los musgos, la erosión del aire y del agua, y otros posibles fenómenos atmosféricos, biológicos y erosivos irían poco a poco acabando con el monumento de mierda. 
Y si hay que hacer un museo de la memoria democrática, que a mi puede parecer necesario, hágase, pero en otro sitio.



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