martes, 1 de abril de 2008

Compromiso adquirido

Desde hace tiempo le debo a mi condesa calzada favorita una entrada en la que el tiempo fuese el protagonista, no recuerdo ahora si se trataba de un meme, o era una petición. Dado que cualquier petición de mi, aparentemente, dulce amiga del alma se torna para mi en mandato imperativo voy a proceder.
Podría comenzar con el fácil chascarrillo de que hasta ahora no he tenido tiempo para dedicarme al tiempo, y de hecho sin querer lo he hecho, y a lo hecho pecho, aprovechando lo dicho en este trecho, para manifestar sin empacho mi gusto por las aliteraciones construidas en torno a la letra che, singularísimo sonido del idioma español, inexistente en las lenguas francesa e inglesa. No quiero con ello restarle mérito alguno a la ese que con su sonido de alveolar fricativa es la reina de ese recurso poético y está el maestro San Juan de la Cruz para darnos algunos ejemplos deliciosos:
"Pasó por estos sotos con presura"
o también:
"Salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada"
Puede parecer una pérdida de tiempo hablar, o escribir, de poesía cuando lo que se intenta es, precisamente, tratar del tiempo, pero no es el caso, porque aquí de lo que se trata es precisamente de ganar tiempo, escribiendo sobre cualquier cosa hasta que una idea llegue a tiempo de ser incluida en este singular propósito, o despropósito. Puede que la mejor forma de ganar tiempo sea precisamente encontrándolo, y dada mi nunca oculta devoción por el insigne Pedro Salinas, recurriré a uno de sus traducidos, Marcel Proust, del que puedo presumir haber leído la busqueda del tiempo perdido, traducida precisamente por el poeta. Hice un intento de leerlo en francés, la recherche du temps perdu, con escaso éxito, lo cual me supuso una conveniente dosis de humildad al comprender que mi conocimiento del idioma estaba muy lejos del nivel que yo creía tener. Por eso no creo heber perdido el tiempo buscando el tiempo perdido, en su idioma original, y comprobando el mucho que sí perdía teniendo que analizar, y recurriendo al Larousse más veces de las convenientes, cada una de las larguísimas frases del escritor francés. De esta experiencia ha quedado en mi cierto regusto masoquista a la hora de desayunar una magdalena, mojicón, bizcocho o sobao.
Así pués, sin haber entrado en materia ya sabemos algo de nuestro protagonista, se puede perder, y se puede buscar, aunque todavía no sabemos si se puede encontrar. Si seguimos acercándonos al tiempo tendremos que hacerlo desde la física o la metafísica. Desde la física es de lo más sencillo, pero desde la metafísica prescindiendo de formulaciones científicas, únicamente interesadas en aquello que es mensurable, tenemos que recurrir a Henri Bergson y al tiempo vivido, que no deja de ser una magnitud subjetiva ya que los hechos psíquicos se viven en una dimensión distinta a los hechos físicos. Por ejemplo, el tiempo vivido por la conciencia es una duración real en la que el estado psíquico presente conserva el proceso del cual proviene y es a la vez algo nuevo. Todos los estados de la conciencia se compenetran y dan vida a una amalgama en continua evolución. Y aquí informo, no perdais el tiempo buscando, esta última frase esta literalmente copiada de un manual de filosofía de 6º de bachillerato, plan de 1957. Ni que decir tiene que el tiempo que Proust busca es este tiempo vivido, no científico, y que es desgraciadamente irrecuperable, lo vivido vivido queda y no es modificable, y en cuanto a lo no vivido no existe, de manera que ni es recuperable ni todo lo contrario, simplemente no es.
Y sin perder tiempo entremos en materia, el tiempo es una magnitud física que sirve para medir la sucesividad de distintas situaciones o eventos. La unidad de medida del tiempo es el segundo . Hasta1967 se definía como la 86.400 ava parte de la duracióndel dia solar medio. En la actualidad utilizamos el tiempo atómico en la que un segundo es igual a 9.192.631.770 períodos de radiación correspondiente a la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de Cesio (133Cs) a 0ºKelvin. Esto tiene por consecuencia que se produzcan desfases entre el segundo como unidad de tiempo astronómico y el segundo medido a partir del tiempo atómico, más estable que la rotación de la Tierra, lo que obliga a ajustes destinados a mantener concordancia entre el tiempo atómico y el tiempo solar medio. Podemos, y debemos, entrar ahora a diferenciar entre el tiempo en mecánica clásica, en mecánica relativista y en mecánica cuántica. En la primera de ellas el tiempo es una magnitud absoluta con valor idéntico sea cual sea el observador, podríamos distinguir entre lo que ha pasado , lo que va a pasar, y lo que no es ni pasado ni futuro, formando estos últimos sucesos un conjunto de puntos tridimensionales con estructura de espacio euclídeo. Esta división se mantiene e n la mecánica relativista y la mecánica cuántica, pero ni el conjunto de sucesos que no es ni pasado ni futuro es tridimensional euclídeo ni podremos hablar con propiedad de sucesos simultáneos independientes del observador.En mecánica relativista la medida del transcurso tiempo depende del sistema de referencia donde esté situado el observador y de su estado de movimiento, es decir, diferentes observadores miden diferentes tiempos transcurridos entre dos sucesos causalmente conectados. Por tanto, la duración de un proceso depende del sistema de referencia donde se encuentre el observador.
De acuerdo con lateoría de la relatividad, fijados dos observadores situados en diferentes marcos de referencia, dos sucesos A y B dentro de la categoría de sucesos ni pasados ni futuros, pueden ser percibidos por los dos observadores como simultáneos, o puede que para A ocurra "antes" que B para el primer observador mientras que B ocurre "antes" de A para el segundo observador. En esas circunstancias no existe, por tanto, ninguna posibilidad establecer una noción absoluta de simultaneidad independiente del observador. De hecho en relatividad general el conjunto de los sucesos dentro de la categoría de ni pasados ni futuros es un subconjunto tetradimensional topológicamente abierto del espacio-tiempo.Solo si dos sucesos tienen entre sí un nexo de causa, todos los observadores veran la causa antes que el efecto, es decir los conjuntos de sucesos pasados y sucesos futuros ligados causalmente si serán absolutos, independientes del observador. Además, si fijamos un suceso el conjunto de los que no son ni pasados ni futuros con respecto a él podemos subdividirlo en tres:
a) El interior topológico de dicho conjunto, es una región abierta del espacio-tiempo y constituye un conjunto acronal. Dentro de esa región dados cualesquiera dos sucesos resulta imposible conectarlos por una señal luminosa que emitida desde el primer suceso alcance el segundo.
(b) La frontera del futuro o parte de la frontera topológica del conjunto, tal que cualquier punto dentro de ella puede ser alcanzado por una señal luminosa emitida desde el suceso fijado.
(c) La frontera del pasado o parte de la frontera topológica del conjunto, tal que desde cualquier dentro de ella puede enviarse una señal luminosa que alcance el suceso fijado.
Habrá quien piense que el conjunto de los sucesos que ni son pasados ni son futuros, tiene que ser el de los que están ocurriendo ahora , pero sería inexacto por no ser de aplicación el adverbio ahora, que implicaría una detención del tiempo, una especie de foto-fija, y el tiempo es una dimensión que no se detiene jamás.En cuanto a la mecánica cuántica tendríamos igualmente que distinguir entre la relativista y la no-relativista, de manera que en la segunda, al igual que en la mecánica clásica podemos tomar el tiempo como una magnitud absoluta y no en la relativista. Clásico ejemplo de la mecánica cuántica relativista la tenemos en la paradoja del gato de Schrödinger , haciendo referencia a una paradoja que surge de un célebre experimento imaginario propuesto por Erwin Schrödinger en el año 1937 para ilustrar las diferencias entre interacción y medida en el campo de la mecánica cuántica.El experimento mental consiste en imaginar a un gato metido dentro de una caja que también contiene un curioso y peligroso dispositivo. Este dispositivo está formado por una ampolla de vidrio que contiene un veneno muy volátil y por un martillo sujeto sobre la ampolla de forma que si cae sobre ella la rompe y se escapa el veneno con lo que el gato moriría. El martillo está conectado a un mecanismo detector de partículas alfa; si llega una partícula alfa el martillo cae rompiendo la ampolla con lo que el gato muere, por el contrario, si no llega no ocurre nada y el gato continua vivo.
Cuando todo el dispositivo está preparado, se realiza el experimento. Al lado del detector se sitúa un átomo radiactivo con unas determinadas características: tiene un 50% de probabilidades de emitir una partícula alfa en una hora. Evidentemente, al cabo de una hora habrá ocurrido uno de los dos sucesos posibles: el átomo ha emitido una partícula alfa o no la ha emitido (la probabilidad de que ocurra una cosa o la otra es la misma). Como resultado de la interacción, en el interior de la caja, el gato está vivo o está muerto. Pero no podemos saberlo si no la abrimos para comprobarlo. Si lo que ocurre en el interior de la caja lo intentamos describir aplicando las leyes de la mecánica cuántica, llegamos a una conclusión muy extraña. El gato vendrá descrito por una función de onda extremadamente compleja resultado de la superposición de dos estados combinados al cincuenta por ciento: "gato vivo" y "gato muerto". Es decir, aplicando el formalismo cuántico, el gato estaría a la vez vivo y muerto; se trataría de dos estados indistinguibles.
La única forma de averiguar qué ha ocurrido con el gato es realizar una medida: abrir la caja y mirar dentro. En unos casos nos encontraremos al gato vivo y en otros muerto. Pero, ¿qué ha ocurrido? Al realizar la medida, el observador interactúa con el sistema y lo altera, rompe la superposición de estados y el sistema se decanta por uno de sus dos estados posibles. El sentido común nos indica que el gato no puede estar vivo y muerto a la vez. Pero la mecánica cuántica dice que mientras nadie mire en el interior de la caja el gato se encuentra en una superposición de los dos estados: vivo y muerto.Esta superposición de estados es una consecuencia de la naturaleza ondulatoria de la materia y su aplicación a la descripción mecanocuántica de los sistemas físicos, lo que permite explicar el comportamiento de las partículas elementales y de los átomos.
Espero que para los esforzados y valientes que hayan tenido la gentileza de leerse esta pequeña contribución a la pérdida de tiempo, no haya supuesto un sacrificio excesivo, por el contrario para mi ha sido muy entretenido y refrescante, sobre todo porque he tenido que refrescar cosas que hacía mucho tiempo, siempre el tiempo presente, que no tenía en la mente. Despues de escribir incesantemente sobre elecciones, leyes electorales y demás mandangas de notable aburrimiento, perder el tiempo de esta manera es un placer que no muchos pueden disfrutar, y comenzar citando a San Juan de la Cruz y terminar con Erwin Schrödinger un lujo que pocos se pueden permitir.

4 comentarios:

Freia dijo...

¡¡¡¡¡¡¡Jajajajajajaja!!!!!!! Bolche. Prometo firmemente no volver a encomendarte un meme, ni sobre el tiempo ni sobre nada. Jajajaja.
Juro que lo hise porque creí que te gustaban pero... ¡¡¡a fe mía que te gustan!!!
Hoy he conseguido llegar al tiempo como concepto euclidiano. Prometo terminar el post mañana... es que me ha entrado una "angustia de temporalidad"....
Espero que me expliques eso de:(sic)"... mi, aparentemente, dulce amiga del alma..."
Besos, besos, besos

RGAlmazán dijo...

Pero D. Bolche, ¡qué barbaridad! ¿Y todo esto lo ha escrito usted solito?
Se me enrolla como las persianas y he de decir que para entenderlo entero, a estas horas de la mañana, tendría que haberlo leído dos veces.
Oiga si usted habla así, sus discursos serán castristas (no por la ideología --que a lo mejor también--, sino por el tiempo).
Por otra parte, lo que no voy a consentir es que utilice para sus experimentos mentales animales vivos. ¿En nombre de qué física cuantíca ni qué leches puede usted matar o no matar a un gato?
Ya está bien. Con tal de mostrarnos su erudición y demostrarnos nuestra ignorancia es capaz de cualquier cosa.
Por cierto, a ver si la Condesita aprende y no le da carnaza que luego se hincha y terminaremos todos hablando del tiempo. Aquí, un poco ventoso pero soleado.
Y es que dios los cría y ellos se juntan, del Madrid tenían que ser ambos. Y bien que lo siento pues es un handicap, que me hace estar en inferioridad ante nuestra dulce amiga, pero al que no puedo renunciar, pues como expliqué en su día es algo congénito. A pesar de esos halagos que despiertan mis celos, sepa usted que estoy dispuesto a luchar por nuestra Condesa como un colchonero, aunque eso implique ser un perdedor.
dulce amiga del alma...
besos, besos, besos...
¡Que le vamos a hacer!

Salud y República

Freia dijo...

Por fin he terminado el post y... me ha encantado lo del gato vivo/muerto. Para una de letras es sencillamente entrar en otra dimensión.
Rafa, te aseguro que no volveré a darle carnaza de ningún tipo. Parece mentira que hace casi 30 años que conozco a este "impresentable" y todavía me dejo en-gatu-sar.

Dardo dijo...

Soberbio mi querido amigo. Aunar a un místico y a un físico. ¡Si es lo que yo digo: lo que ganamos teniendo a Vd. con estas cosas y no asaltando el Palacio de Invierno vista su frustrada esperanza en la vía parlamenttaria!. Ya sé, ya sé que no era eso lo que decía en el post de la izda. transformadora.