martes, 30 de diciembre de 2008

El triste rodar de Aerofagio Bemoles (VI)

El periodo republicano provocó no pocos dolores de cabeza a Estrepitancio puesto que a la gente, la gente normal, la gente de la calle, la gente que estaba hasta el ombligo , palmo arriba palmo abajo, de que los mismos de siempre fueran los que manejaban el cotarro, le dió por pensar que con la dichosa república iban a cambiar las cosas. Y como a las autoridades republicanas les dió por hacer cosas extravagantes como ponerse a hacer escuelas públicas, que, ¡agárrense que vienen curvas! , no estaban bajo el manto protector de nuestra Santa, Católica y Apostólica Iglesia Romana, con lo cual a los niños, y ni niñas, ¡sí, sí, también a las niñas! se les enseñaban barbaridades tales como que los hombres eran todos iguales al nacer, en derechos y obligaciones, y lo que es peor que las mujeres eran iguales a los hombres, lo cual para Tancio , que tenía siempre presente la clasificación de las mujeres en preputas, putas y feas de museo, era, como poco intolerable. A parte del consuelo espiritual que le proporcionaba el joven sacerdote oscense que conoció en la entrega anterior y que le permitía, sin cargo de conciencia alguno sino más bien al contrario, darse unas palizas que le tenían el cuerpo como en una película de Mel Gibson, este futuro santo le fue introduciendo en el mundo de la conspiración antirrepublicana directamente inspirada desde el Vaticano y que poco tenía que ver, en las formas, con el antirrepublicanismo primario de unos jóvenes de camisa azul e ideales pocos claros comandados por el hijo del general que tanto había hecho por España hacía apenas unos años, convivian en esa organización, junto a señoritos exaltados, toda clase de chulos, macarras y delincuentes de toda especie. Fue generoso, a la hora de financiar, junto a muchos prohombres que además de a España, y sobre todo, amaban a sus negocios y fortunas, el definitivo golpe militar que daría comienzo a una guerra civil que sembró España de cadáveres, sin embargo el 17 de julio se encontraba Madrid, convencido de la rapidez que iba tener el triunfo de la asonada militar. El fracaso en la capital, aunque en su ciudad el triunfo fue casi inmediato, le puso en dificultades, y en esos momentos demostró sus cualidades para desenvolverse en condiciones poco propicias. Se desembarazó de sus ropas de señor acaudalado, y aprovechando el tórrido estío madrileño, se vistió únicamente con un mono azul con peto, dejando al descubierto las heridas, pústulas, cardenales y hematomas que le habían producido sus prácticas sado-místicas, tenía tal pinta de ecce homo que parecía que el cuartel de la montaña lo había asaltado él solo, a pecho descubierto. Consiguió, imitando sin saberlo al viejo Bundo, tener carnet de todas las organizaciones que pintaban algo entre los republicanos, incluso tuvo en sus manos un salvoconducto que aseguraba su pertenencia a Mujeres Libres. Nunca tuvo problemas para dar vivas a Stalin cuando se encontraba en compañía de sus camaradas del PCE, para media hora despues combatir apasionadamente al burocratismo procedente de Moscú en un mitin de la CNT. Conspiró a modo con la quinta columna , y cuando estuvo a punto de ser descubierto no dudó en conseguir, gracias a sus amistades, que una nutrida cantidad de presos conspiradores, entre los que estaba su posible delator, fuese trasladada a un lugar más seguro, y misteriosamente, a la altura de Paracuellos del Jarama fue interceptada por una columna irregular encabezada por un siniestro individuo con más heridas que el caballo de un picador, aunque ninguna de bala. No quedó ni uno vivo, fueron bastantes aunque no tantos como hicieron, posteriormente creer los que a la postre fueron vencedores. De todas formas, sus jefes del Vaticano consideraron que su actuación entre el enemigo no daba para más, y sin demasiadas dificultades regresó a su ciudad natal, donde, reconocido como un héroe superviviente del terror rojo, ocupó puestos de resposabilidad en el victorioso Nuevo Orden que se instalaba.

2 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Oiga, este Tancio es de armas tomar. Qué bien se lo monta. Cambiar de chaqueta con tanta facilidad no es obra de un cualquiera y tener contactos extra-religiosos con la curia es de elegidos. En fin, un tipo de cuerto entero.
Siga, siga que en el septimo episodio, supongo que se hará el amo del baile.

Salud y República

Freia dijo...

Bolche. Mañana sin falta me paso a leer este último capítulo de las cuitas de los bemoles.
Pero hoy quiero daros un besazo enorme a los tres y desearos un año nuevo mejor que el anterior y todas esas cosas que llevamos casi treinta años deseándonos.