El haberse unido, adherido, asimilado, o como mejor proceda definirlo, a este mundillo de la blogosfera progre, en mi caso a través de I Love Iu y Red Progresista tiene algunas desventajas, quizás la más importante el tiempo que te roba por el grado de adicción que produce, y muchas ventajas, una de ellas es la posibilidad que oferta, de leer, y en muchas ocasiones aprender de ellas y ellos, a compañeros y compañeras (nótese que me voy contagiando de este tipo de lenguaje que a fuer de huir del sexismo lingüistico, algo muy loable y necesario, cae en lo farragoso y extrañamente barroco) que en otras circustancias serían unos perfectos desconocidos , así me ha ocurrido con la bitácora de Fernando Martínez Hinojal , un arquitecto vasco que nos propone un futuro en el que, y en Euskadi, el sentido común ha decidido hacer acto de presencia en el momento en el que los ciudadanos depositan su voto en la urna. Tremendamente envidioso, como soy por naturaleza, y dedicado profesionalmente al mundo de la estadística, actividad que, en el fondo, no busca otra cosa que predecir el futuro analizando, de forma pretendidamente científica, los datos que poseemos del pasado, no he podido resistir la tentación de extrapolar lo que nos propone Fernando Martínez Hinojal para el País Vasco, al conjunto del Estado. Y, a diferencia de lo que ocurre al compañero vasco, que nos presenta un futuro en el que, al haberse cumplido, al menos en gran parte, el programa que EB-B presenta a la sociedad vasca, esa sociedad vasca ha progresado notablemente,sobre todo en aspectos sociales, un servidor se ha planteado el futuro desde otra óptica, la que, resumiendo, mostraría la reacción de los poderes reales, fácticos decíamos en otra época. Y el futuro deja inmediatamente de tener color, ni rosa ni ninguno, para teñirse si no de negro, sí al menos de un profundo gris, ese de las películas en blanco y negro de trama policiaca que tanto me gustan. Puede que mediatizado por la súbita necesidad que han tenido los medios de comunicación públicos de resaltar el papel, a su juicio claramente en defensa de la legalidad, del ciudadano Juan C. de Borbón, conocido en familia como Juanito, en el golpe de Estado del 23-F, y mal tienen que ir las cosas para tener que volver a exhibir ese espantajo que mi amigo Antonio califica como Publirreportaje , 'ad maiorem gloria rei' y que el compañero Grosske desnuda sin contemplaciones resaltando lo malamente explicado que queda el silencio del ciudadano Borbón durante toda la tarde del 23. En mí, estos recuerdos que no sólo no agrandan la figura real, muy deteriorada en estos momentos debido Mitrofanes, negocios poco claros, ausencias no justificadas y declaraciones poco afortunadas de la señora con la que se casó dos veces en el mismo día, demostrando, ella, arraigados principios religiosos que le permitieron cambiar de culto por un futuro trono (¿recuerdan lo de Paris bien vale una misa ?), sino que me ponen de manifiesto que hay poderes, que voy a volver a llamar fácticos por muy en desuso que esté el término, a los que la obediencia constitucional les viene, o les podría venir, bien en tanto en cuanto no, hablando alto y claro, les toquen los cojones ( o los ovarios siguiendo con el lenguaje políticamente correcto). Vayamos a lo concreto:
En el hipotético caso de que nosotros, y me estoy refiriendo a IU, consiguieramos una representación parlamentaria que, con un programa netamente transformador, anticapitalista, republicano y federal, nos permitiera formar un gobierno que, aún acatando todos los mecanismos legales, abordara los cambios legislativos y económicos, la resistencia de esos poderes, representativos de las clases sociales más potentes, se podría calificar de numantina, si Numancia hubiera estado armada hasta los dientes. Y se pasarían, como ha hecho siempre la burguesía, siento utilizar un lenguaje que algunos califican como obsoleto y que es tan obsoleto como la ley de gravitación universal, la legalidad que hoy veneran , festejan e idolatran por el arco del triunfo. Es fácil deducir, para mi lo es, que aquellos que apuesten por la vía institucional-parlamentaria, como única vía para transformar la sociedad, para avanzar hacia el socialismo, deberían irse pasando por la calle Ferraz, y agachando la cabeza debajo del cartel que, aunque probablemente no haya debería haber, pone 'Abandonad toda Esperanza' (sin doble sentido) pedir la afiliación al PSOE que, al fín y al cabo,es la organización de los que han renunciado a transformar la sociedad y se gratifican con reformarla a trozos. Los optimistas, los que estamos esperanzados en un futuro mejor y posible, y no con una esperanza revelada al modo paleocristiano o utópicamente socialista, sino con la que se deriva del análisis de los procesos históricos y sociales utilizando el potentísimo instrumento que es el materialismo dialéctico, que en definitiva determina, y es que el marxismo es, en muchos aspectos, determinista, que es la lucha de clases la que marca los avances , o retrocesos, socioeconómicos. Y una verdad de Perogrullo es que mientras haya clases habrá lucha entre ellas, sobre todo entre las que tienen intereses antagónicos. Los optimistas, repito, sabemos que, en última instancia, las conquistas habrá que imponerlas en la calle, y en muchos casos a sangre y fuego. La visión que nos ofrece Fernando Martínez , es muy buena, porque ofrece el resultado de llevar a la práctica nuestras ideas, y de hecho me parece muy recomendable difundirla, pero debemos saber que para llegar a ella el camino es difícil, y que no bastará con un triunfo electoral. Si alguien deduce, por lo expuesto, que desprecio el trabajo en las instituciones, es que me he explicado mal. Es un trabajo muy importante y de él dependen muchas cosas, nuestra supervivencia económica es una de ellas, pero es que además es un potentísimo altavoz que nos permite llegar a muchos sitios. Lo que ocurre es que si no va acompañado de un continuo esfuerzo de agitación, propaganda, lucha y movilización, sirve para muy poco, es más tiene un indeseado efecto perverso: el de servir de coartada al sistema para publicitar sus maravillosas libertades (las más importantes las de explotación y manipulación). El ejemplo del PCI y el PCF, es ilustrativo.Y el PCE, mi partido, todavía está pagando los excesos revisionistas, oportunistas y neomencheviques, del eurocomunismo, el "Socialismo en Libertad" y la "Reconciliación nacional" que Santiago Carrillo impuso utilizando los aspectos más negativos de lo que se dió en llamar stalinismo.
¡A la calle, que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
Y decir que, pues vivimos
anunciamos algo nuevo!
En el hipotético caso de que nosotros, y me estoy refiriendo a IU, consiguieramos una representación parlamentaria que, con un programa netamente transformador, anticapitalista, republicano y federal, nos permitiera formar un gobierno que, aún acatando todos los mecanismos legales, abordara los cambios legislativos y económicos, la resistencia de esos poderes, representativos de las clases sociales más potentes, se podría calificar de numantina, si Numancia hubiera estado armada hasta los dientes. Y se pasarían, como ha hecho siempre la burguesía, siento utilizar un lenguaje que algunos califican como obsoleto y que es tan obsoleto como la ley de gravitación universal, la legalidad que hoy veneran , festejan e idolatran por el arco del triunfo. Es fácil deducir, para mi lo es, que aquellos que apuesten por la vía institucional-parlamentaria, como única vía para transformar la sociedad, para avanzar hacia el socialismo, deberían irse pasando por la calle Ferraz, y agachando la cabeza debajo del cartel que, aunque probablemente no haya debería haber, pone 'Abandonad toda Esperanza' (sin doble sentido) pedir la afiliación al PSOE que, al fín y al cabo,es la organización de los que han renunciado a transformar la sociedad y se gratifican con reformarla a trozos. Los optimistas, los que estamos esperanzados en un futuro mejor y posible, y no con una esperanza revelada al modo paleocristiano o utópicamente socialista, sino con la que se deriva del análisis de los procesos históricos y sociales utilizando el potentísimo instrumento que es el materialismo dialéctico, que en definitiva determina, y es que el marxismo es, en muchos aspectos, determinista, que es la lucha de clases la que marca los avances , o retrocesos, socioeconómicos. Y una verdad de Perogrullo es que mientras haya clases habrá lucha entre ellas, sobre todo entre las que tienen intereses antagónicos. Los optimistas, repito, sabemos que, en última instancia, las conquistas habrá que imponerlas en la calle, y en muchos casos a sangre y fuego. La visión que nos ofrece Fernando Martínez , es muy buena, porque ofrece el resultado de llevar a la práctica nuestras ideas, y de hecho me parece muy recomendable difundirla, pero debemos saber que para llegar a ella el camino es difícil, y que no bastará con un triunfo electoral. Si alguien deduce, por lo expuesto, que desprecio el trabajo en las instituciones, es que me he explicado mal. Es un trabajo muy importante y de él dependen muchas cosas, nuestra supervivencia económica es una de ellas, pero es que además es un potentísimo altavoz que nos permite llegar a muchos sitios. Lo que ocurre es que si no va acompañado de un continuo esfuerzo de agitación, propaganda, lucha y movilización, sirve para muy poco, es más tiene un indeseado efecto perverso: el de servir de coartada al sistema para publicitar sus maravillosas libertades (las más importantes las de explotación y manipulación). El ejemplo del PCI y el PCF, es ilustrativo.Y el PCE, mi partido, todavía está pagando los excesos revisionistas, oportunistas y neomencheviques, del eurocomunismo, el "Socialismo en Libertad" y la "Reconciliación nacional" que Santiago Carrillo impuso utilizando los aspectos más negativos de lo que se dió en llamar stalinismo.
¡A la calle, que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
Y decir que, pues vivimos
anunciamos algo nuevo!
2 comentarios:
Muy de acuerdo con tu entrada, camarada. Ninguna clase dominante entregó nunca, de forma pacífica, sus privilegios. Pasáronse por la espada en su tiempo los señores feudales a algún Rey y su Corte; hicieron lo propio más tarde los burgueses con los nobles, usando la guillotina; y tímidamente intentaron alguna vez los de abajo ejercer el derecho a no ser explotados, y tuvieron que usar la barricada y el fusil.
Y sin duda esto esconde una tragedia, que es que la justicia hay que conquistarla normalmente a leches. ¡Más nos gustaría a los comunistas que el mundo diese la vuelta, como un calcetín, simpleménte gritando o metiendo papeles en una urna! ;-)
Pero comparto contigo que eso no quiere decir que despreciemos el trabajo "institucional", todo lo contrario, las reformas cuanto más profundas mejor, eso sí, sin olvidar nuestros objetivos y sin "institucionalizarnos" nosotros mismos.
Un abrazo.
¡Recontracórcholis, don Javier, cuando está usted inspirado es que no deja tema sin colocar donde debe! Plas, plas, plas.
Un saludo.
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