viernes, 4 de diciembre de 2009

Desenfoque:No son los crucifijos

Aprovechando una sentencia del tribunal de derechos de Estraburgo, una sentencia perfectamente justa en su contenido, que simplemente exige, respetar los derechos humanos, y retirar de los centros públicos , en este caso italianos pero es una sentencia fácilmente extrapolable, un símbolo que puede que moleste algunos, el gobierno consigue, en España, desenfocar la cuestión.
A mi no me molesta especialmente el símbolo, como no me molesta que la curia española me considere uno de los suyos al haber sido bautizado, y no haber apostatado, y no pienso hacerlo, porque con todos mis respetos hacia el que lo haya hecho, tengo el tiempo muy justo y no voy a gastarlo en bagatelas. Soy tan científicamente ateo, estoy tan seguro de la imposibilidad, imposibilidad científicamente demostrable, de la existencia de un dios creador, que hace mucho que sus símbolos, parafernalia y paparruchas varias no sólo no me molestan, me entretienen, me parecen divertidas sus procesiones de semana santa, los lavatorios de pies, los rosarios, las misas, los funerales, las rogativas,etc...
Si me molesta, y mucho, que con sus supercherías intenten influir en la vida pública, y lo consigan porque hay un concordato que se lo permite.
Si me molesta, y mucho, tener una constitución (con minúscula) que consagra un trato especial para la iglesia católica. Me gustaría tener una Constitución (con mayúscula) Laica que consagrara junto con el principio de respetar la propaganda religiosa, el de respetar la propaganda antirreligiosa.
Me molesta, y muchísimo, que haya escuelas privadas , católicas o del rito proteico-copto, que merced al llamado Concierto (no musical, precisamente) son subvencionadas por todos.
No desenfoquemos la cuestión:
El crucifijo que se lo dejen.
La subvención y el concierto que se lo quiten.

3 comentarios:

Antonio dijo...

No son los crucifijos; es algo peor: son los prejuicios.
Permítame el autor que comente un par de prejuicios que expone en el artículo como hechos contrastados:
- Dar por hecho que el ateísmo es algo así como una posición científica. El estar seguro de una cosa no tiene nada que ver con la cientificidad. Usted puede estar seguro de que Dios no existe, (como yo pueda estarlo de lo contrario), pero en todo caso Dios no es objeto de ninguna ciencia en sentido moderno.
- La enseñanza de la religión y las escuelas concertadas católicas lo son porque responden a una demanda social -aunque a usted esa demanda le pueda parecer obsoleta o ridícula. De la misma manera que en la escuela se enseña francés o informática. Y a los que no nos gusta el francés también nos hacen pagar impuestos para que se dé ese idioma - que aborrezco desde los 9 años-. Cuando nadie quiera ir a colegios religiosos o no quiera dar religión (o cuando la sociedad demande la enseñanza del chino en lugar del francés) pues cambiará el curriculum. Porque con mis impuestos también se hacen muchas cosas que a mí no me gustan. En eso precisamente consiste la tolerancia y el respeto.

J. G Centeno dijo...

Cuestiones a puntualizar a Antonio
1) Darle las gracias por su comentario, del que discrepo en gran medida. Me gusta que discrepen, me enriquece.
2)El ateísmo, es una posición científica, puesto que viene avalada por terorías cientificas certificadas por la experiencia. La más significativa es la teoría de la conservación de la energía: La energía ni se crea ni se destruye, se transforma. Desde que Albert Einstein con su famosa ecuación E=mc² demuestra que la materia no deja de ser una forma de la energía, algo que se mostró dramáticamente cierto en Hiroshima y Nagasaki, queda claro que nadie ha podido crear materia de índole alguna desde el Bing Bang que dió origen al universo. Otra formulación posible de lo mismo es El primer principio de la termodinámica, que impide que un sistema cualquiera, y el universo cree energía, o materia de la nada.
2) Con la gran explosión que da lugar al universo, además de la materia-energía nacen las tres dimensiones en las que esta se expande, y una cuarta, el tiempo, que relaciona la secuencia de esta expansión. No tiene ningún sentido hablar de antes del estallido del universo. Este aserto cientifico, de difícil comprensión inicial, tiene fácil explicación matemática si tratamos el universo como un espacio vectorial de cuatro dimensiones, tres de ellas propiamente vectoriales y la cuarta como un escalar. En cualquier caso no es más difícil de comprender que un concepto como la eternidad, con la diferencia de que éste no tiene ninguna formulación matemática posible.
3) Es cierto que exsiten muchos científicos católicos, o creyentes, en general, todos, o casi todos, manifiestan que su creencia en dios, es independiente de su conocimiento científico, algunos llegan a decir que a pesar de él
4) No se piede comparar el conocimiento con la creencia. La infórmatica o el francés mada tienen que ver con la religión.
5) La demanda social de la religión católica es una leyenda urbana. En Alpedrete, mi pueblo, hay 17.000 habitantes, entre sábado y domingo no llegan a mil, ni de lejos, los que asisten a misa. Es cierto que hay demanda en los centros católicos concertados. Fundamentalmente por el progresivo deterioro de la enseñamza pública. Por ejemplo en los centros católicos concertados hay muchísima menos inmigración. Y esta sociedad, digamos lo que digamos es racista.
6) espero no haberle ofendido.

Antonio dijo...

Estimado bloguero:
que yo sepa (no soy científico, me dedico a la enseñanza de la Filosofía) la existencia o no de Dios escapa tanto a la ciencia como la luz ultravioleta al conocimiento del ojo humano. Usted me ha dicho que es posible una explicación atea del universo. Cierto. Es posible. Como lo es del mismo modo una explicación teísta. Porque estamos hablando de realidades que por su propia esencia quedan más allá de la ciencia. La ciencia es sólo un mapa del universo hecho desde el conocimiento humano, poderoso pero limitado. Como decía Wittgenstein, “No es lo místico cómo sea el mundo, sino que sea el mundo.” Por eso la creencia en la no existencia de Dios es tan científica como la creencia en su existencia. Ambas parten de premisas “anteriores” al mundo.
Dice usted: “No se puede comparar el conocimiento con la creencia. La informática o el francés nada tienen que ver con la religión”. Sí y no. Veamos. Las clases de religión no son celebraciones religiosas, sino transmisión de conocimientos. Uno puede sacar un diez en religión y ser ateo. De hecho, conozco muchos ateos que se hicieron tales gracias precisamente a las clases de religión. En ese sentido, como creyente, considero que pueden ser contraproducentes. Pero como ciudadano, entiendo que todo aquello que la sociedad valora como digno de ser transmitido a las nuevas generaciones debe incluirse en el curriculum escolar, sea la religión o la papiroflexia. Y aunque ciertamente la gente que va a misa es una exigua minoría, mientras quieran que sus hijos estudien religión en el colegio tienen derecho a ello.
Tercero. La influencia de lo católico en la vida pública no es una concesión a la Iglesia de no se qué poderes fácticos. Los católicos también somos ciudadanos, y también tenemos derecho a decidir cómo debe organizarse la sociedad. Si estamos en minoría, las leyes nos gustarán menos, qué le vamos a hacer. Protestar y hacer manifestaciones pacíficas. Nada del otro mundo. Pero no existen leyes “asépticas”, libres de connotaciones morales. Si se aprueba el matrimonio homosexual y no la poligamia, por ejemplo, se hace desde una cierta posición moral. Y si se acepta sólo el matrimonio heterosexual también se hace desde una posición moral. Que por el hecho de ser católica no tiene por qué permanecer oculta en el ámbito privado.
Termino. Si a usted le molesta que con su dinero se financien escuelas concertadas católicas, permítame que a mí me moleste que con mi dinero se financien películas españolas que nunca veré, sindicatos a los que nunca me afiliaré, el sueldo de políticos a los que nunca votaré y ayudas a asociaciones y causas que nunca defenderé. Es lo que tiene el Estado del bienestar. Por eso, entiendo que una buena solución podría ser el llamado “cheque escolar”. Lo que el Estado se gasta en educación por alumno, se entrega a los padres para que ellos decidan si quieren llevar a su hijo a un centro católico, judío, ateo o mediopensionista. El Estado garantizaría el derecho a la educación, pero sin convertirse él mismo en educador.
Perdone la extensión del comentario. (Ah, y no me ha ofendido. Me gusta el debate cuando hay honradez intelectual de por medio).
Un saludo cordial.