lunes, 14 de diciembre de 2009

La Autodeterminación y la Constitución

Excelente análisis sobre lo acontecido en Cataluña nos hace Rafa García Almazán desde su Kabila. Si profundizamos, desde ese análisis de lo concreto que hace el kabileño con su correspondiente, y a mi juicio acertada, predicción de lo que nos espera, nos encontramos con una situación que desde el punto de vista jurídico tiene mala, por no decir ninguna, solución. No fueron pocos los expertos en derecho constitucional, que, incluso desde las filas progresistas, tenían serias dudas sobre el encaje que podía tener el aprobado Estatuto de Cataluña en el actual marco constitucional, y una vez que el PP decidió poner el palo más gordo que pudo en la rueda constitucional, sin importarle que pudieran verse afectados artículos de Estatutos que él mismo había impulsado, apelaron, estos expertos constitucionalistas, a una lectura generosa de la Constitución de 1978. Estrategia esta, de poco calado jurídico, más bien chapucera, que intentaba ocultar una verdad objetiva, esta Constitución, la de 1978, no sirve, es inútil para representar la realidad española en lo que respecta a su ordenación territorial. Por más que quieran, los que participaron activamente en aquel proceso, la Transición, de la cual la Constitución es una de las manifestaciones más claras, fue fruto de un consenso entre dos partes: Los herederos, evolucionados a demócratas, del tardofranquismo que acudían a negociar poniendo la pistola encima de la mesa, o si se quiere decir más sutilmente con el argumento de que el ejército, franquista sin matices, trazaba fronteras que no se podían traspasar, y una oposición democrática ansiosa por pactar, y que hacía tiempo, aunque no lo reconocía, había abandonado la estrategia de la ruptura democrática. Sería intersante hacer un análisis de porqué la oposición democrática, y muy significativamente la dirección del PCE, adoptó una postura tan entreguista, desmovilizadora y desmoralizadora, no es el objetivo de esta entrada aunque no me resisto a poner de manifiesto que entre los negociadores de la oposición había algunos con muchos años de exilio a sus espaldas, y otros con muchos años años de duras cárceles. Puede que todos con necesidad de una salida que les reportase un cierto descanso. Lo cierto es que el texto que se aprobó el 6 de diciembre de 1978, con las formaciones políticas estrictamente republicanas silenciadas aunque no prohibidas, es el caso de A.R.D.E., y los partidos políticos a la izquierda del PCE ilegales aunque tolerados, consagra un modelo de estado basado en la unidad de la nación española, que no sólo conculcaba un legítimo derecho, el de autodeterminación, sino que además se ha mostrado incapaz de articular la realidad española. Con el fin de desactivar las posiciones independentistas de parte, nunca nos han dejado saber si mayoritaria o minoritaria, de las sociedades catalana, vasca, y en menor medida gallega, se acude a la fórmula del café para todos que terminará dando lugar a esto que se ha dado en llamar Estado de las Autonomías, y que tiene una dificil definición, yo al menos me siento incapaz de definirlo. Un servidor, acaso porque es marxista, está acostumbrado a analizar la historia en el marco de la lucha de clases, en eso que solemos llamar materalismo histórico, y la historia nos muestra que la nación, el sentimiento nacional, nace con la burguesía alcanzando el papel de clase dominante. Son la revoluciones democrático-burguesas, utilizando una terminología, para algunos obsoleta, pero indudablemente eficaz, las que van a dar lugar a las naciones como algo diferente de estados propiedad del rey y sus nobles. El ejemplo de los ejemplos es la Revolución Francesa pero no cabe desdeñar los procesos unificadores de las naciones alemana e italiana como casos de revoluciones burguesas que van a dar lugar a estados-nación, si bien, en estos casos, van a a aparecer monarquías de nuevo cuño, capaces de convivir, razonablemente, con la burguesía como clase dominante. Caso también singular es el inglés, en el que es la propia monarquía tradicional la que, sin demasiados problemas, se adapta a los tiempos que va marcando el desarrollo social, que va a tener un gran impulso con la revolución industrial. Esa burguesía, como clase revolucionaria, que va a terminar con la organización feudal, tiene una gran homogeneidad cultural, y la lengua, el idioma, es parte importante de esa cultura. Si bien no es exacto el establecer una correspondencia biunívoca nación-idioma, la nación alemana se constituye como tal al margen del imperio austrohúngaro, la revolución americana da lugar a una nación, inmensa, que habla inglés. La mayoría de las repúblicas latinoamericanas hablan español. En definitiva el factor cohesión lingüística tiene indudable importancia pero no es esencial.
En España, la revolución democrático-burguesa se ha frustrado en diversas ocasiones: guerra de independencia/constitución de Cádiz, levantamiento liberal con Fernando VII, deposición de Isabel II, monarquía liberal de Amadeo de Saboya, I y II Repúblicas, etc... Solo en Cataluña y las Vascongadas, la burguesía alcanza un importante control del poder económico, lo que le lleva a intentar obtener el poder político, le lleva al nacionalismo. Esa era la situación en 1931, que lleva a la II República a reconocer los estatutos de autonomía de Cataluña (1932) y País Vasco(1936), quedándose en puertas el de Galicia, región en la que la burguesía no había alcanzado, ni mucho menos, el desarrollo catalán y vasco, pero que tiene un idioma propio de indudable implantanción. Esa es la situación que no se quiere reconocer de forma explícita en 1978, para la cual se inventa un nuevo uso del término nacionalidad, que comienza a usarse como sinónimo de nación sin estado. Si en 1978, se hubiera procedido a la autodeterminación de los pueblos de España que la querían realmente, y que no eran más que dos, con toda seguridad no tendríamos ahora estos problemas. Ahora tenemos un Estado extraño que no es ni unitario, ni federal, ni confederal, con diecinueve entidades jurídicas, diecisiete Comunidades y dos Ciudades, Autónomas, con muy diferente grado de cohesión interna. No podemos volver atrás, los errores de 1978 son irreversibles. Nosotros proponemos la República Federal para intentar remediar el centrifuguismo nacionalista, que crece día a día merced a los errores del pasado, del franquismo y la transición. Pero no sé si ya es demasiado tarde. Desde mi punto de vista sería un tremendo error, para ellos y para nosotros, la constitución de Cataluña y País Vasco como estados independientes, pero yo no soy quien para hurtar ese derecho. En un proceso de autodeterminación los republicanos federalistas podríamos defender las ventajas de mantenernos juntos, así es imposible. Con la República Federal habría alguna posibilidad de mantener esa unidad que, por la fuerza, mediante la imposición, pretende preservar, grandilocuentemente, la Constitución de 1978. Con la situación actual el proceso es imparable, a pesar de la irrupción de personajes de comedia bufa como Joan Laporta

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Personajes como Joan Laporta o, como no, Joan Anglada líder de la racista Plataforma per Catalunya que votó en Vic, el racista catalan Heribert Barrera o el líder de reagrupament Joan Carretero de Reagrupament.cat (independentistas de derechas), que dijo que el Barça era más importante que la Genralitat.

República Federal si, però de la manita de estos? No creo, la verdad!

No todos los fachas se mobilizaron en contra! Lo que es seguro es que el cinturon rojo de Barcelona ni se enteró que ayer se votava nada!

Javi dijo...

Buena entrada, camarada.