En alguna de sus novelas de la serie Carvalho, el siempre, para mi, presente Manolo Vázquez Montalbán, consideraba el 1 de enero como un día inexistente, un día por el que había que transitar a duras penas como víctima de una cruel resaca producto de los excesos en honor del último día del año, la Nochevieja. Durante muchos, muchísimos, años así fue para mí. Con el agravante de que en mi casa paterna este inexistente 1 de enero era, también, día de comida y cena familiar, lo que le convertía en un día torturante. Con el cambio que supuso en mi vida el abandonar algunos hábitos que podríamos considerar como tóxicos, el 1 de enero dejó de tener el carácter resacoso-torturante, pero, más allá de comenzarlo, indefectiblemente, con el Concierto de Año nuevo desde Viena, el 1 de enero siguió teniendo la consideración de día destinado a no hacer nada, o, peor, a aplastarse en un sofá delante de la TV teniendo como principal actividad el cambiar de canal, el zapping. Y abusando del mando a distancia, ayer 1 de enero, en un canal que apenas uso, veo7 que creo propiedad de Pedrojota me enganché a una especie de miniserie, protagonizada por George C. Scott, en el papel de Benito Mussolini. Y el enganche a continuado hasta hoy, 2 de enero, de hecho me he planteado esta reflexión, y me he puesto a escribir sobre ella, al final de la película. Porque no voy, no soy quien ni tengo capacidades para ello, ha valorar la calidad de la miniserie, la reflexión me la ha provocado el final. Un partisano con absoluta frialdad dispara sobre la pareja Mussolini-Petacci, no le tiembla el pulso.
¿Justifico la acción del partisano?
Sí.
¿Hubiera podido yo hacer lo mismo?
Creo que sí.
¿Me hubiera temblado el pulso?
Creo que no.
Posteriormente ¿Hubiera tenido algún cargo de conciencia?
No lo sé, pero creo que no.
¿Puedo seguir manteniendo mi oposición a la pena de muerte como un valor ético absoluto?
...¿¿¿¿????....
Fin de la reflexión, se admiten sugerencias aunque no se asegura que se haga caso de lo sugerido.
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Hace 3 semanas
1 comentario:
No existen preguntas estúpidas, sólo respuestas estúpidas. Por ejemplo: "El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y la fuerza, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o la irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica, es un problema puramente escolástico”. Carlos Marx.
También: "los marxistas no se basan en la moralidad abstracta o principios que están fuera del tiempo y del espacio. Es moral lo que sirve para promover la causa del socialismo y elevar la conciencia de la clase obrera. Es inmoral y reaccionario lo que actúa para retrasarlo". Alan Woods.
Y por el mismo precio: "ahí lo llevas, chaval. Tu mismo y cuando sea menester". Benito, el botijero de Macael (Almería).
Hacer de la necesidad virtud incluso podría llegar a ser fácil, pero hay que echarle muchos huevos ideológicos para apretar un gatillo, aunque peor puede ser pasar cuarenta años diciendo algo parecido a: vaya, otro que se escapó de Paracuellos.
Salud.
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