El espía otomano opina:
Una de las tareas más importantes de este oficio de espía es el seguimiento de los medios de comunicación, algo imprescindible si se quiere conocer la sociedad que uno inspecciona. Llama la atención la deriva de algunos intelectuales que, en algún momento de la historia reciente, tuvieron prestigio. Me produce un cierta pena, que a veces evoluciona a ternura y a veces a estupefacción, ver a Pablo Castellano dilapidar su prestigio de hombre de izquierda y progreso arrastrando su presencia en las ¿tertulias? del grupo mediático referente de la caverna reaccionaria, Intereconomía, conocida también como Interlobotomía. Se pregunta este espía, y quiere creer que es así, si se debe a un deterioro neuronal irreversible. Desgraciadamente, y no es motivo de risa alguna, todos hemos tenido en nuestro entorno algún caso de demencia senil y hemos visto como por mor de una enfermedad, a la que de manera poco rigurosa definimos siempre como Alzehimer, se alteran seriamente los comportamientos, llegando, en ocasiones, a hacerse insoportables. El entorno del enfermo, familiares y amigos, tiene que hacer el esfuerzo, para no acabar odiándole, de recordar como era cuando estaba en plena posesión de sus facultades mentales, descartando sus tóxicos comportamientos actuales. Es lo que este espía recomienda a los que fueron compañeros de lucha y militancia de Hervás, nombre de combate de este histórico socialista extremeño. Ignoren el patético contertulio de El Gato al Agua y quedénse con el recuerdo de aquel combatiente que no sólo se enfrentó al franquismo sino que también, sin que le temblara el pulso, fue capaz de denunciar la deriva de un Partido, el PSOE , del que él y pocos más podían presumir de haber sido referente en el interior de España, cuando otros estaban desaparecidos o de vacaciones.
Sin embargo detecta este espía otro tipo de senilidad, que no es patológica porque no procede de enfermedad alguna, que adquiere casi, o si se quiere sin casi, la característica de criminal. Sirva como paradigma el articulito que se marca en ELPAIS el expresidente de Las Cortes, Gregorio Peces-Barba Martínez. Da la sensación, fundamentalmente por el tono del artículo, de que el ex-orondo socialista perdona la vida a todos los que no esten de acuerdo con él manejando un argumento que a este espía le parece perverso: los que no participaron en aquel consenso constitucional, muchos de ellos porque no habían nacido, no tienen ahora derecho a quejarse y menos aún a calificar la transición como una continuación del franquismo por otros medios. En definitiva, las generaciones posteriores a la que participó activamente en la Transición, no tienen, ni tendrán derecho a cuestionar ese proceso ni a hacer de él el análisis que consideren pertinente. Curioso argumento para alguien que va repartiendo el marchamo de demócrata a quien él considera merecedor. ¿Y los que entonces ya pusieron reparos a ese proceso?, y este espía es fedatario de que no fueron pocos. Esos por antidemócratsa, siempre según el peculiar catedrático, no tienen ni derecho a la existencia. Pero cuando se queda definitivamente estupefacto este espía es cuando el señor Peces-Barba atisba el peligro del fascismo (sic) tras la democracia asamblearia. Hacía sus primeros pinitos como espía, este que lo es, cuando bajo el franquismo, una forma de fascismo, eran reprimidas, muy violentamente en algunos casos, asambleas de trabajadores, estudiantes o vecinos. No parecía el franquismo muy proclive a las manifestaciones asamblearias.
Y no es la única perla que deja el sabihondo catedrático líneas arriba dice:
Tenemos además un instrumento inédito que ningún Gobierno en estos años ha utilizado en serio, el Título VII sobre Economía y Hacienda que permite una de
fensa de lo públicoy de la planificación, que descarta los vientos económicos y sociales neoliberales. Una tarea para el candidato Rubalcaba es reivindicar esos valores para el futuro.
Y lo dice sin despeinarse, es decir, teníamos un instrumento, el Título VII, que hubiera permitido avanzar en lo social y en treinta años, que son años, no se ha hecho nada. Tiene razones más sobradas el dueño de esta bitácora para afirmar, como afirma repetidamente, que el posible quid pro quo que dió lugar al pacto constitucional nunca se ha cumplido, y que la vigente constitución está más que amortizada.
No es quien un espía extranjero para decir a los naturales del lugar lo que tienen que hacer pero creo que puedo expresar que lo mejor que podría hacer este señor es quedarse calladito
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