Podría haber dicho seis, pero "solo" hay cinco millones de parados.
Y dos huevos duros.
Y tres de treintaiuna y la chica en paso.
Una de las muchas perversiones de este sistema que dicen democrático es que nadie es esclavo de sus palabras. Uno puede prometer, y promete, lo que le de la gana, sea factible o no, sea una quimera o no, sea una utopía o no, sin que nadie pueda exigirle su cumplimiento. Aquí el que promete no se compromete. A lo largo de nuestra reciente historia hemos conocido un rosario de promesas electorales incumplidas sin que pasara nada. El gran campeón de la especialidad fue el trilero sevillano Felipe González, con marcas difícilmente alcanzables como la promesa de los ochocientos mil puestos de trabajo y la que puede, quizás, considerarse como la plusmarca de los incumplimientos, el archiconocido OTAN de entrada NO mudado por arte de birlibirloque en La OTAN que "chachi" . Con todo, las promesas taxativas incumplidas cantan lo suyo y los expertos de la chapuza han cambiado el registro y ahora no hay promesas sino aspiraciones. De manera que el señor Rodríguez Zapatero en la anterior campaña electoral nos dijo que aspiraba al pleno empleo de forma que la existencia de cinco millones de parados no puede considerarse una promesa incumplida sino una aspiración insatisfecha. Y ahora , uno de los principales voceros del PP el señor González Pons , nos anuncia que su partido aspira a crear tres millones y medio de empleos. No deja muy claro este señor, tan simpático y dicharachero él, porque aspira a dejar un millón y medio de trabajadores sin empleo, la resta es inmediata.
Si cambiamos promesas electorales por aspiraciones, desde la izquierda tenemos mucho ganado porque nuestras aspiraciones son mejores que las de nadie. Nosotros no aspiramos a llevar hasta sus últimas consecuencias un sistema económico injusto, el capitalismo, como hace la derecha (PP), ni a intentar mitigar sus evidentes desigualdades como hacía, y no me queda más remedio que utilizar el pretérito como tiempo verbal, la socialdemocracia (PSOE). Nosotros aspiramos a demoler el sistema, a terminar, de una vez por todas, con la economía de mercado, por más que a algunas caras muy conocidas de IU esto no les suene bien, a terminar en definitiva con un estado de cosas incapaz de colmar las justas aspiraciones de los trabajadores, de los que tienen empleo, de los que lo tienen precario o de los que no lo tienen.
Y una izquierda que no aspire, radicalmente, a subvertir el orden económico y político, sencillamente, no es izquierda, es otra cosa. Que puede ser legítima y estupenda, pero otra cosa. Que la podemos llamar ecologismo, ecopacifismo, progresismo o lo que queramos, pero otra cosa.
La izquierda aspira a mucho, mucho más que a lo que puedan aspirar juntos, y en unión Rubalcaba y Rajoy
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