jueves, 8 de noviembre de 2007

Están que no se aclaran

La contundencia de los hechos probados en la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el atentado del 11 de marzo de 2004, ha descolocado a los populares de manera harto notoria. A estas alturas del partido todavía no se han puesto de acuerdo sobre cual debe ser su valoración de la sentencia, para que ésta, la sentencia, no les cause más daños colaterales que los que les causa su lectura pura y simple. Mientras Mariano Rajoy, del que todavía suponemos que es el lider del Pp , a los pocos minutos de que el magistrado Javier Gómez Bermúdez leyera un resumen de la sentencia, ya declaraba que su partido era partidario, perdón por la redundancia, de apoyar cualquier investigación que contribuyera a esclarecer los hechos, hechos que, por otra parte quedaban suficientemente esclarecidos con la sentencia, el reciente fichaje del partido, Juan Costa, recuperado para intentar pulir la imagen de macarra playero con posibles de Eduardo Zaplana, o la de analfabeto funcional irrecuperable de Ángel Acebes, manifestaba, lo que ya le ha valido el tradicional apodo de maricón plejines (la cesura la hace el ínclito) por parte del pequeño talibán, la voz de las madrugadas cristianas, que era imprescendible pasar página, para encarar el futuro, es decir nada de investigaciones de eso que , eufemísticamente, se ha dado en llamar periodismo de investigación y que consiste en que Melchor Miralles o Casimiro García Abadillo suelten la pasta que les autorice Pedrojeta para comprar el testimonio del delicuente de turno. Estaban sumidos los populares en una, nada serena, reflexión sobre que coño hacer con la dichosa sentencia, cuando irrumpe en la escena el suegro de ese siniestro individuo con pinta de ejecutor de la Camorra napolitana, Alejandro Hagag, me refiero, no era muy difícil de adivinar, a ese personaje, porque se ha convertido en un personaje, o peor se ha convertido en su propia caricatura, José María Aznar, ese individuo que, desgraciadamente, fue un día presidente del Gobierno de España, aunque su auténtica vocación era la de convertirse en Rey, tal y como, indisimuladamente, demostró con motivo del enlace de su hijísima Ana Aznar Botella. Y cuando este personaje irrumpe lo hace a conciencia, y lo de conciencia es una licencia literaria, este personaje sabe lo que es porque una vez alguien se lo explicó, afortunadamente no tiene tiempo de hacerlo con más frecuencia, empeñado como está en seguir la senda de sus maestros que pueden ser lo mismo Ferdinand Marcos que Augusto Pinochet, por no hablar de la familia de su invicto caudillo. Hay que aprovechar el momento adecuado para forrarse, y eso es lo que esta haciendo, recibiendo los réditos de su inversión, la que hizo cuando era presidente, ¡qué desgracia!, del Gobierno de España, regalándole a sus compañeros pilaristas de pupitre, las principales empresas públicas. Dice este Godoy de nuevo cuño, este remedo, en malo y en mediocre, de don Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares, dice este auténtico muermo que se reitera en sus manifestaciones en la Comisión del 11-M, sembrando dudas, conspirando, conspirando y mintiendo y además, dejando en claro offside a la línea oficial, si es que existe,de su partido, del que es presidente de honor, ¿honor?, ¿Tiene idea de que es la honorabilidad? cargándose los intentos vanos y desesperados de Juan Costa de pasar página y centrarse en los aspectos que puedan realmente erosionar al gobierno. En definitiva, están que no se aclaran, las encuestas dicen lo que dicen, y las elecciones se acercan. Allá ellos. Con su pan se lo coman

1 comentario:

Freia dijo...

Al ínclito, de por sí incontinente verbal ya desde los tiempos mozos , definitivamente se le ha saltado la cuerda y va como el psiquiatra freudiano de "Primera Plana", desbocado, cuesta abajo y gritando con acento alemán: "marrricones, que sois todos unos marrricones". Si no fuera porque es ex-presidente del gobierno daría mucha risa. Yo he resuelto hacer como Rafa : ningunearlo, no hablar de él, que es que ¡ya está bien..!