sábado, 1 de septiembre de 2018

Septiembre de 2018

No publicaba nada en esta bitácora desde noviembre de 2016, en aquella entrada, ya lejana en el tiempo, y casi en el espacio, me asombraba un tanto irónicamente de la rasgadura de vestiduras , que había supuesto la elección de Donald Trump como todopoderoso presidente y comandante en jefe de la no menos poderosa república conocida tanto por su nombre oficial United States of America (USA) como simplemente América , o Norteamérica, hasta tal punto se identifica esa república con el continente que la alberga que a los naturales de allí les llamamos, a veces, americanos, ignorando a la mayoría de los habitantes de ese continente, más frecuentemente, norteamericanos, olvidando a canadienses y mejicanos, y casi nunca estadounidenses, atendiendo a su nombre oficial traducido al español Estados Unidos de América (EE.UU.) En lo que a mi respecta suelo llamarles simplemente gringos, sin ninguna, ¡lo juro!, intención despectiva y atendiendo, exclusivamente, a una denominación frecuentemente utilizada en America Latina y que tiene que ver, creo recordar, con alguna guerra mejicano-estadounidense y la locución green go! mediante la cual se instaba a algún batallón con casaca de color verde a que atacara. En el Martín Fierro (1879) José Hernández utiliza el término en diversas ocasiones

Allí un gringo con un órgano,
y una mona que bailaba, 
haciéndonos reír estaba,
cuanto le toco el arreo,
y tan grande el gringo y tan feo,
¡lo viera como lloraba!

Tras tantos meses de silencio debo reconocer que sentía angustia al enfrentarme de nuevo a una hoja en blanco, y esta pequeña introducción que de una forma un tanto autónoma nos ha llevado desde Martin Fierro a Donald Trump me ha servido para reencontrarme con la escritura, actividad que estaba necesitando pero a la que tenía un, puede que infundado, respeto.
En efecto, son muchas las cosas que me han sucedido desde que el , aparentemente y solo aparentemente, descerebrado pelirrojo llegara al poder, la más demoledora, sin duda alguna, el adiós de mi compañera del alma, mi siempre recordada Olga , la persona que más ha influido en mi vida y la que hoy sé que mas he querido,  aún quiero, creo que siempre querré, y desde luego siempre tendré conmigo, sin que importe el convencimiento de que ella no está en lugar alguno. Existe su recuerdo, existe su memoria y estarán conmigo hasta que yo exista.


No es comparable, pero sumó, y mucho, que una semana después, mi fiel compañero, mi amigo peludo siguiera el mismo camino. Ya estaba mayor, es verdad, mi querido Lenin, el labrador que nos había acompañado los últimos diez años, extraordinario sucesor de Serko, Thor y Mini y cuyo nombre suscitó recelo en algún presunto comunista, algo corto de entendederas que lo consideró una falta de respeto. Los sucesos que vinieron a continuación impiden que que conserve testimonio gráfico de mis fieles amigos caninos. Un mes, exactamente un mes, después de la marcha de Olga, ardió mi casa

Y en ese incendio, entre otras muchas cosas desparecieron muchos albumes fotográficos.
Todo ello concatenado en un mes hizo que mi supuesto, por los demás, temple de aprendiz de bolchevique se viniera abajo. La química, bendita química, con sus ansiolíticos, antidepresivos y somníferos, mis buenos amigos y camaradas, mi exigua familia, y sobre todo la compañía y el apoyo de mi hijo, que también había perdido madre, perro y casa han conseguido que no me volviera más loco de lo que soy de natural, que no es poco, y que vaya recobrando cierto equilibrio, sin que se mitigue, y no sé si quiero que eso ocurra, el profundo dolor que siento, y con el que he de aprender a convivir.
Pero por mucho que a mi me haya parecido que mis desgracias eran el centro del universo, la tierra ha seguido girando y los acontecimientos se han sucedido, o los sucesos han acontecido, que cada cual, escoja la fórmula que mas le agrade. Y sobre ellos, el Procès y la cisis constitucional, Pedro Sánchez y el PSOE, el avance de la extrema derecha, en Europa y en España, los refugiados, el valle de los Caídos, etc, etc,...tengo intención de dar mi opinión, sin agobios, sin calendario, a mi aire. Espero hacerlo, y si a alguien le interesa me alegraré, y si no, me servirá, al menos, para ir recobrando mi equilibrio

6 comentarios:

Desconocido dijo...

Bienvenido, Javi.

Unknown dijo...

Cómo me alegra que lo retomes. Ya te echaba yo de menos muchas mañanas.

Desconocido dijo...

La vida es jodida, hermano. Hay tantos momentos en los que no comprendemos nada y dan ganas de bajarse del metro en marcha... A ver si el Madrid ayuda, y si alguna vez tenemos un Partido Comunista en España, también vendrá a echar una mano en el devenir diario personal. ¿Habrá un guau de nombre Koba o Soso? Adelante, Javier, fuerza y conciencia proletaria, seguro que la sigues manteniendo.

Antonio Flórez dijo...

Acertado pensamiento ese de aprender a convivir con el dolor. La felicidad está sobrevalorada, hasta el punto de que la gente parece buscar una insensata felicidad permanente. Algo que supone una contradictio in terminis, ya que la felicidad es un estado puntual que se reconoce solamente por comparación con los imprescindibles momentos de infelicidad, incomodo, molestia... dolor. ¿Cómo podría usted haber sabido que estaba disfrutando de la compañía de algunos buenos amigos el verano del año pasado en Bretaña, si no hubiera sido por la permanente remembranza de los momentos pasados en el mismo lugar con su compañera del alma? Le habría gustado, sin duda (vamos, digo yo), pero ¿disfrutar, así dicho? Lo dudo. Es imprescindible que a uno le duela algo y que al mismo tiempo, de forma casi instantánea, pueda darse cuenta de que junto a eso que le duele, está eso otro que le consuela y satisface. Entonces es cuando se puede tener conciencia de la felicidad. Y no es preciso renunciar a nada para sentirla. Ni siquiera al dolor. Un fuerte abrazo.

Unknown dijo...

good men!

Unknown dijo...

good men!!!





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