Aunque no lo parezca en esta entrada no pretendo hablar de cine, o al menos directamente. Aunque sí del argumento de la película que da lugar al nombre de esta entrada. No sé si el episodio bélico que narra es rigurosamente exacto, supongo que tendrá las dosis de exageración necesarias para darle el adecuado tono dramático cinematográficamente hablando. Me imagino que todos recuerdan el argumento, un coronel británico, Nicholson, es hecho, junto a la unidad que comanda, prisionero por los japoneses en plena selva tailandesa o birmana, que da lo mismo. Con el fin de preservar la moral de sus hombres entabla una lucha de personalidades con el jefe japonés del campo, el también coronel Saito, para que se respeten las convenciones internacionales sobre prisioneros de guerra que exoneran a los oficiales de hacer determinados tipos de trabajos penosos. Tras numerosas penalidades triunfa la tozudez del británico, y un tanto embriagado por el éxito, con el consentimiento del japonés, aborda la tarea de construir el puente, y así demostrar a los militares de ojos pequeñines, que los británicos, cuando se ponen son lo más de lo más. Pronto antepone el coronel, magistralmente interpretado por sir Alec Guiness , el objetivo a corto plazo, construir el puente demostrando la superioridad de la disciplina británica, al verdadero que como militar tiene, contribuir a ganar la guerra, objetivo para el cual la existencia misma del puente es una dificultad añadida al permitir una evidente mejora de las comunicaciones y transportes entre las tropas enemigas. Y llega hasta tal punto su pérdida de criterio, que cuando un comando americano, William Holden, llega con el encargo de destruir el puente el coronel británico se opone redicalmente.
Para no querer hablar de cine el Bolche nos ha contado una película, pensarán algunos y no les faltará razón, y ¿porque esta película y no otra? ¿qué le ha hecho recordar esta película? Habrá quien se haya imaginado la razón a estas alturas, y es que no consigo quitarme de la cabeza la imagen de Joan Saura con el uniforme propio de un mando de los mossos d'escuadra dando la orden de cumplir con la legalidad de forma tan contundente como lo hubiera hecho un conseller de CiU, del PSC o del PP. Demostrando, ¿a quien?, que llegado el caso de defender la legalidad ¿qué legalidad? es tan capaz de aplicar medidas contundentes como el que más.
Y esta situación producida en Barcelona nos lleva, por su propio peso, a entrar en una cuestión de fondo, ¿Qué debe hacer la izquierda transformadora desde las instituciones?
Antes de seguir con el desarrollo ideológico de la cuestión habría que determinar si el conseller Saura pertenece a esa izquierda transformadora. A mi juicio no, sin que ello comporte un juicio negativo por mi parte. ICV, como ERC y una gran parte del PSOE, al menos en la base, no pretenden una transformación de las estructuras políticas del sistema, sino que desde ellas pretenden ir construyendo una sociedad más justa, más igualitaria, más progresista. No pretendo aquí y ahora entrar a valorar la posibilidad de esa vía de progreso social, por más que a nivel global lleve decadas fracasando, simplemente destaco que no es la nuestra, no es la que acabamos de aprobar en nuestra IX Asamblea, que habla con toda claridad de anticapitalismo, un anticapitalismo que tiene una concreción política en el republicanismo y el federalismo. Nuestro republicanismo no es de talante cívico como gustan de decir algunos, no se fundamenta en el color de una de las franjas de la bandera, ni, exclusivamente, en el método de elección del jefe del estado. La República Federal Española será dificilmente homologable con las actuales alemana, francesa, italiana, griega o portuguesa u otras de la UE. Y si no tenemos claro que eso es lo que queremos, tenemos claras muy pocas cosas. ¿Quiere eso decir que debemos abandonar las instituciones, las concejalías, las actas en los Parlamentos Autónomos o la de Gaspar Llamazares en la carrera de San Jerónimo? Ni he dicho nunca eso, ni lo voy a decir ahora. Pero lo que sí digo es que las medidas a corto plazo que debemos apoyar e impulsar intentando hacer la vida, dentro de lo que este sistema permite, más llevadera a los ciudadanos que nos han elegido, no deben nunca, como le ocurrió al coronel Nicholson olvidar nuestros objetivos movilizadores, a medio plazo, hacia la huelga general y a largo plazo hacia el socialismo.
En cuanto a Joan Saura, una vez superado el natural estupor de ver, en plena democracia, siempre según sus parámetros, como la policía apalea unos manifestantes, con un análisis más sereno, tanto esta actuación como otras anteriores, también polémicas, entran en su coherencia, en la coherencia de los que creen en las bondades del sistema. Y en esa coherencia la policía debía desalojar a los que ocupaban dependencias universitarias, como hubiera debido desalojar la planta de SEAT en Martorell, si los trabajadores, en lugar de optar por congelarse el sueldo, decisión legítima, hubieran optado por ocupar la fábrica, decisión igualmente legítima más en la tradición de lucha del movimiento obrero. Por eso, y otras cuestiones en las que aquí no entramos, el referente de IU en cataluña no es ICV sino EuiA. Por tanto Joan Saura, y en general ICV, están siendo coherentes con su forma de pensar. No hay, a mi juicio, nada que reprochar, o más exactamente nada que no hubieramos reprochado si el conseller hubiera sido del PP, del PSC o de CiU.
Sin embargo hay otra cuestión, importante cuestión, la de nuestras relaciones, las de IU federal, con ICV. Los compañeros de EuiA son partidarios de mantener la coalición ICV-EuiA , a pesar de lo cual han elaborado un comunicado no exento de dureza. J.J. Nuet en la bitácora de Liber Martínez deja claro su apoyo a ese comunicado, que en ningún momento pone en cuestión las relaciones entre ambas organizaciones. Podré estar de acuerdo, o no, pero no me voy a oponer a lo que decidan en su ámbito los compañeros de Cataluña. Pero ¿Y las europeas?. Desde el principio de la película el coronel Nicholson me cayó tan mal, ni mejor que peor, como el coronel Saito. Los dos utilizaban códigos de conducta que no me gustan, que uno tuviera rasgos occidentales, parecidos a los míos, no me acercan más a él en detrimento del oriental, por más que sea más comprensible la Convención de Ginebra que el bushido .
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Hace 2 semanas
2 comentarios:
Pues sí, sí, ahora que lo dice... Reconozco que me ha enternecido la referencia a primero la huelga general y más tarde el socialismo. Habría que refundar los sindicatos para empezar a dar pasos hacia ese horizonte.
Y respecto a Joan Saura, de acuerdo, yo también lo he dicho.
Un saludo.
interesante entrada que no sé si he llegado a comprender en toda su magnitud. Un saludo.
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