sábado, 28 de abril de 2007

Democracia y Democracia

Estamos en vísperas electorales, es el momento por tanto en que todo el mundo habla de democracia, todos los partidos son democráticos, todos los ciudadanos son demócratas. Pero ¿estamos todos hablando de lo mismo?, ¿tenemos todos el mismo concepto de democracia?. La definición etimológica es obvia, pero no suficiente, hablar en abstracto del poder del pueblo es decir mucho y no decir nada.
Sobre el ejercicio de la autoridad o poder político que parece necesario, aunque esto es discutible, para que la sociedad civil subsista, ya Aristóteles traza una clasificación de formas de gobierno que se hizo clásica y que comprendía tanto las justas o rectas como las injustas o desviadas. Esta clasificación se apoya en un doble fundamento: que el poder lo ejerza uno solo, o un grupo, o la totalidad de los ciudadanos; y que se ejerza en orden al bien común o, por el contrario, al provecho propio de los gobernantes.
Son formas justas de gobierno, siempre según Aristóteles, la monarquía (gobierno de uno solo), la aristocracia (gobierno de los mejores) y la democracia (gobierno de todo el pueblo).
La corrupción de estas formas de gobierno da lugar a otras tantas formas injustas : la tiranía (gobierno de uno solo en provecho propio), la oligarquía (gobierno de unos pocos sin razón de selección) y la demagogia (gobierno del pueblo en la satisfacción de sus bajos instintos).
Recoge Santo Tomás de Aquino esta clasificación y si bien considera la monarquía como la mejor forma de gobierno, porque existe unidad, continuidad y responsabilidad de la persona que lo ejerce; añade la idea de que puede mejorarse armonizando en una posible síntesis las tres formas justas de gobierno: democracia en los grupos corporativos de la sociedad, aristocracia en las altas funciones del gobierno y defensa, monarquía en el supremo ejercicio del poder.
Si exceptuamos la evolución de la terminología, hoy el concepto de monarquía aristotélico-tomista no es exactamente al de monarquía actual, que exige un carácter hereditario, y además la monarquía aristotélica lleva anexo el ejercicio efectivo del poder; la organización de la sociedad civil (por supuesto en las sociedades occidentales) no ha sufrido, en cuanto a estructura de poder, demasiados cambios desde la concepción medieval de Santo Tomás y los escolásticos: Tenemos una capacidad democrática de elegir a unos conciudadanos (nuestros diputados) que se constituyen en aristocracia con capacidad de elegir a quien ejerce el gobierno de forma personal, monárquica en la terminología aristotélica-tomista, (presidente de gobierno, primer ministro,etc...). Ni para Aristóteles, ni Santo Tomás la existencia de monarquías que no ejercen poder efectivo como las que conocemos ahora eran inimaginables. Y desde un punto de vista aristótelico-tomista la forma republicana del Estado, no dejaría de ser una monarquía, eso sí electiva en lugar de hereditaria.
Nuestro sistema por más que nos empeñemos no es puramente democrático, elegimos a quien nos gobierna, no gobernamos nosotros, y ni siquiera, elegimos a quien elige a quien nos gobierna.
Por otra parte el sistema económico capitalista hace que el poder real, el poder económico, no pueda ser nunca ni elegido ni modificado por nosotros, unas misteriosas leyes del mercado gobiernan, de hecho, sobre nosotros, sin que nosotros podemos hacer nada para impedirlo. Curiosamente estas leyes del mercado siempre benefician a los mismos.
A partir de aquí yo al menos llego a la conclusión de que en el sistema económico capitalista hablar de democracia es un eufemismo, podriamos hablar con más propiedad de un regimen de libertades, la democracia es algo más que elegir un parlamento cada cuatro años.

5 comentarios:

Maripuchi dijo...

Amen.

Imperialista dijo...

Mucho mejor una dictadura del proletariado, si es que quedan proletarios por ahí.

animalpolítico dijo...

Interesante y acertada entrada... y aristotélica.

Saludos

AF dijo...

Y le he pasado una bola, para que se ofusque (que me han dicho que no hay que decir "que se joda", que no está bien).

Un saludo.

J. G Centeno dijo...

A don Impe parece ser que le gustan más las dictaduras de los banqueros, que esos si que existen.