miércoles, 17 de febrero de 2010

Gramsci: Comodín para todo

La iconografía propia de Occidente, de los sistemas económicos capitalistas occidentales, acoge con facilidad las personalidades más míticas de los movimientos revolucionarios, para, transformándolas esencialmente, convertirlas en logos , en una especie de símbolos, revestidos de cierta aureola romántica y desposeidos, en el mismo proceso, de potencia revolucionaria al quitarles características de ser humano, convirtiéndoles en una especie de héroes. Paradigma es Ernesto Guevara, Che, convertido en icono por las multinacionales del póster y la camiseta. En este sentido es refrescante la película de Soderbergh , que nos ofrece en el papel de Benicio del Toro, un personaje humano, con sus miserias y contradicciones.
Sin ser exactamente paralelo el proceso con Antonio Gramsci puede haber



ocurrido algo parecido y mitificado por sus muchos años en las cárceles del fascismo, cárceles en las que acabó muriendo, se ha convertido en auténtico comodín, de manera que igual puede servir como padre de lo que se dió en llamar eurocomunismo, como para avalar el proceso iniciado, en Brasil por Luiz Inacio Lula da Silva, que sería un proceso de características gramscianas, en detrimento del bolivarianismo de Hugo Chávez, que sería un proceso de características leninistas. Todo ello dando por supuesto que Antonio Gramsci formulara, en algun momento, tesis dialécticamente opuestas a las de V. I. Ulianov Lenin.
Me parece a mi que para hablar de Gramsci, para invocar a Gramsci, hay que conocerle un poco, no basta con recitar un par de ideas, un par de lugares comunes. Sus Quaderni del carcere, su aportación teórica fundamental, son, en el fondo, reflexiones escritas para dar después lugar a una obra más compacta, homogénea, estructurada, tarea que él no pudo llevar a cabo al impedirselo la muerte en 1937. Fue posteriormente Felice Platone Gamba quien los estructuró en seis volúmenes, no excesivamente fáciles de leer, al menos para mí.

En España, posiblemente haya sido nuestro recientemente fallecido camarada José María Laso Prieto, quien mejor haya estudiado la influencia de Gramsci en la evolución del PCI, ahora mismo tengo delante de mí el nº 5 de la revista Argumentos de octubre de 1977, con el eurocomunismo español en plena efervescencia, que contiene un artículo del camarada Laso que se titula Los precursores del Eurocomunismo, en referencia a Antonio Gramsci y también, y, a mi juicio, con más fundamento a Palmiro Togliatti, y es que el eurocomunismo italiano tiene un corpus teórico, con el que se podrá estar de acuerdo, o no, que ni de lejos tiene el eurocomunismo español, más allá de las formulaciones que en 1964 hicieron Fernando Claudín, que acabó siendo miembro del PSOE y Jorge Semprún (a) Federico Sánchez, que fue ministro de Felipe González, por las que fueron expulsados del Comité Ejecutivo, primero y del Partido después, por la dirección encabezada por, ironías de la historia, Santiago Carrillo. No convendría dejar de lado los análisis de Gustavo Bueno antes de que el filósofo asturiano comenzara a perder aceite de forma lastimosa, se le fuera la pinza y se convirtiera en un freaky contertulio habitual de la derecha más extrema y casposa, son análisis que parten de los profundos estudios de Laso para intentar aplicar las coordenadas básicas del pensamiento hegeliano al pensamiento de Gramsci, por más que éste dista mucho de ser un filósofo idealista.Como filósofo es claramente materialista, da ahí las coincidencias que destaca aquel Gustavo Bueno, padre del materialismo filosófico, como lo demuestra la demoledora crítica que hace de las facetas más negativas de la filosofía idealista de Benedetto Croce recogiendo las formulaciones de Antonio Labriola, el primer marxista italiano propiamente dicho.
No voy a entrar, por sabido, o al menos muy citado, no sé si con mucho criterio o poco, en lo que puede que sea más característico del pensamiento gramsciano su caracterización de la superestructura, algo ciertamente, sino novedoso, el concepto es claro como tesis básica del materialismo histórico, sí poco desarrollado hasta ese momento en el marxismo, y la definición del intelectual orgánico, ese intelectual que debe necesariamente desclasarse para poner sus conocimientos al servicio de la clase obrera.
Si me gustaría, aunque sea brevemente y se trate de una tesis gramsciana que también se cita con cierta frecuencia, me refiero a la necesidad de conocer a fondo la sociedad, de implicarse a fondo en ella para acometer la tarea de transformarla, a como aborda el comunista italiano la tarea de la enseñanza, la labor pedagógica. Después de la I guerra mundial funda dos periódicos Ordine Nuovo y Unità con una función explícita: educar a la nueva clase obrera creada por la industria y la guerra, el tema prevaleciente en Ordine Nuovo era la relación entre la organización científica del trabajo (taylorismo y fordismo) y la organización científica de la educación y la formación. El lenguaje crudo y realista que utiliza para describir el proceso de la educación de las masas para adaptarlas a las transformaciones de la economía hace que parezca partidario de una pedagogia autoritaria, y lo era. Se identificó, al menos superficialmente, con la educación marxista en la URSS, y su teoría de la educación era cercana a la teoría leninista de la dictadura del proletariado asi como a los postulados de Makarenko para reeducar a los jóvenes descarriados, e incluso escribió artículos oponiéndose a principios de la educación derivados de la tradición ginebrina de Rousseau y Pestalozzi. Me sirva esto para afirmar que Gramsci siempre estuvo muy cerca de la interpretación leninista del marxismo, y como ejemplo, aún más esclarecedor tenemos su informe al III Congreso del Partido Comunista de Italia. En el análisis de la experiencia húngara, experiencia en la que se llegó de una forma un tanto forzada a una reunificación de comunistas y socialdemócratas, y haciendo referencia a la postura contraria a la escisión de Livorno (nacimiento en 1921 del PCI), escribe:
Es bien conocido, en efecto que el compañero Lenin intentó oponerse vigorosamente a la fusión entre comunistas y socialdemócratas hungaros, a pesar de que estos últimos se declararon partidarios de la dictadura del proletariado. ¿Se puede decir por ello que el camarada Lenin fuera, en general, contrario a las fusiones? Ciertamente, no. El problema era, visto por el camarada Lenin y por la Internacional como un proceso a través del cual el elemento comunista, es decir la parte más avanzada y consciente del proletariado, se pone, sea en la organización del partido de la clase obrera, sea en la función de dirección de las grandes masas, a la cabeza de todo lo que se ha formado y existe en la clase de honesto y activo.
No es malo citar a Gramsci lo malo es hacerlo sin rigor, de forma oportunista. Los que se basan en Gramsci para pretender la disolución del PCE en el seno de IU, lo han leido poco o mal, incluso aquellos que pretenden que deje de ser, aunque sin disolverse, un sujeto político activo, para convertirse en una especie de laboratorio de ideas para IU hacen una interpretación torticera del pensamiento gramsciano. No se puede citar a Gramsci y disolver el PSUC, y hubo quien lo hizo. No se puede, apoyándose en Gramsci, destruir el PCI, y se hizo.

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