Tengo que reconocer que las redes sociales me superan en gran medida. Y tengo grandes dificultades para sortear las indudables carencias que se me plantean. Una de ellas es la necesaria concisión que exige la limitación de espacio. Los mensajes en Twitter no deben superar los 144 caracteres y eso para mi es poco, poquísimo o nada. Hace dos días me vi involucrado, en el citado Twitter, en una discusión que tenía que ver sobre la posibilidad de avalar, de cara a las próximas elecciones del 20-N a opciones diferentes de IU, hay que suponer que se trata de opciones progresistas, que pudieran necesitar esos avales. Tengo que empezar manifestando que no tengo noticias de que haya habido organización alguna que esté solicitando estos avales. En cualquier caso a mi nadie me los ha pedido y en cualquier caso manifiesto de forma clara, nítida y rotunda que no avalaría otra candidatura que no fuera IU, ni siquiera si se tratara de una candidatura apoyada, sostenida o auspiciada, evidentemente de forma indirecta, por militantes de mi partido, el PCE, militantes que, a mi juicio, se colocarían fuera de la política aprobada por el Partido en sus Congresos, sin entrar a valorar si deben ser amonestados, supendidos o expulsados, pero manifestando que desde la desaparición de Laurentii Beria soy poco partidario de medidas de fuerza. Resumiendo, y por decir las cosas claras, no prestaría mi firma para que Equo o Izquierda Anticapitalista se pudieran presentar a las elecciones, por más que en ambas organizaciones, que tienen todo mi respeto, hay amigos y amigas a los que aprecio sinceramente.
Y esta posición es necesario, a mi por lo menos, explicarla convenientemente.
Los procesos electorales que vertebran el sistema capitalista, lo que antes llamábamos democracia burguesa, están despojados, por definición, de toda dimensión ética o moral. Recurrir a consideraciones de orden moral es una pérdida de tiempo que sólo beneficia a quienes han diseñado estas reglas del juego y desde luego, la concurrencia de organizaciones que disputan el voto a IU, a quien beneficia es a los que defienden el sistema llámense PP, PSOE, CiU o PNV. En un sistema inmoral por definición, y que sería igualmente inmoral con cualquier otra ley electoral, aplicar, de forma unilateral, criterios morales es hacer el tonto. Lo de la otra mejilla es de otro negociado, junto con lo de predicar con el ejemplo, y otros lugares comunes derivados de nuestra castrante educación cristiana. Y sirva un dato que caracteriza suficientemente la esencia inmoral del sistema: Con corrupción galopante y demostrada el PP ha revalidado mayoría absoluta en Madrid y el Pais Valenciano.
Llevo unos cuantos años de militancia comunista, pues bien, ni en mis placenteros sueños, ni afectado por vapores etílicos o sustancias de carácter psicotrópico he podido suponer o imaginar la llegada de la izquierda real al poder utilizando los mecanismos, siempre tramposos, diseñados por el sistema capitalista. Sin embargo el objetivo último de los comunistas, para mi está muy claro, es que la clase social cuyos intereses defendemos, alcance el poder. ¿Porque seguimos entonces normas y mecanismos en los que no creemos?
Hay muchas razones, podemos destacar algunas.
El sistema es muy agresivo con los trabajadores y en general con las capas más desfavorecidas de la población, desde nuestra presencia institucional debemos intentar mitigar estas agresiones, y hay ejemplos, sin movernos del marco capitalista, con las limitaciones que ello conlleva, no se hacen las mismas políticas en Rivas que en Alpedrete.
Las instituciones, convenientemente utilizadas, pueden ser un potente altavoz para dar a conocer nuestras alternativas, que lo son al sistema, que no se olvide.
La experiencia nos ha demostrado que puede ser positivo, si se tiene claro lo que se pretende, el objetivo final, el utilizar resquicios del sistema para socavar el sistema. No fueron pocos los que desde posiciones éticas criticaron, en los años sesenta y setenta del siglo pasado, que los comunistas entraran a formar parte del Sindicato vertical fascista, algo que hoy consideramos un importante acierto estratégico.
En este contexto, en este momento histórico, lo que los comunistas queremos, para lo que vamos a pelear, es para que Izquierda Unida obtenga los mejores resultados posibles y no parece el mejor camino favorecer la dispersión del voto. Dentro de la urna se desconoce el origen del voto, ya me gustaría a mi que por equivocación, alucinación o resaca, diez millones de electores nos votaran.
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