Están todos los medios de comunicación echando chispas, en una polémica un tanto inútil, o puede que no tanto, sobre si esta señora que entre nosotros recibe el apodo de Sofía de Grecia, tiene o no derecho a decir lo que dice, y en caso de que lo tenga de si es oportuno o no que lo haya hecho. De lo que hacer con esta gente ya insinué algo en una entrada anterior en la que ya dejaba clara mi opinión sobre el futuro que le deseo a tan arcaicas instituciones, naturalmente teniendo en cuenta el cambio de contexto, ni estamos en la Francia revolucionaria de finales del XVIII, ni en la Rusia idem de comienzos del XX, la tecnología ha avanzado en todos los aspectos, por más que las imágenes del ahorcamiento de Saddam Hussein , o las, algo más lejanas en el tiempo pero igualmente impactantes , de Nicolae y Elena Ceaucescu , puedan llevar a pensar lo contrario. Hoy, que lo políticamente correcto es condenar de forma contundente la pena de muerte, se prefieren finales más a lo Slobodan Milosevic , donde esté un buen cáncer que se quite un pelotón de fusilamiento, ¡dónde va a parar! Y es que como agudamente nos canta Javier Krahe :
"Es un asunto muy delicado
el de la pena capital,
pués además del condenado
juega el gusto de cada cual.
Empalamiento, fusilamiento,
inmersión, crucifixión,
degüello, descuartizamiento.
Todas son dignas de admiración,
pero dejadme, ¡ay!,
que yo prefiera
la hoguera, la hoguera, la hoguera."
Y como siempre me he ido de madre, y es que no puedo remediarlo, no se si será el subconsciente perplejo, la conciencia laxa o mi mala leche, pero es que mentar la monarquía e imaginarme al ciudadano Luis Capeto camino de prestar su mejor servicio a Francia es todo uno. Y de lo que quería escribir, por lo menos en este momento, y de hecho he empezado a hacerlo antes de irme por indeseados y puede que peligrosos vericuetos, es del derecho de esta señora a opinar públicamente, en privado se da por supuesto, de temas que podríamos calificar de sensibles , al no tener la sociedad española una opinión mayoritaria. Sería de rigor comenzar comentando la escasa firmeza moral e ideológica de una señora que cambia de religión con facilidad pasmosa, acostándose un día ortodoxa griega y levantándose, a la mañana siguiente, fervorosa católica sumisa a la autoridad de Roma sin especiales problemas , vaya bronca inútil que montó el tal Miguel Cerulario acusando de herejía judaizante al Papa de Roma por usar pan sin levadura en la eucaristía, para que luego esta señora comulgue con sobaos martínez si la estrategia ocasional lo aconseja. En general los monarcas, los de todo el mundo y los Borbones especialmente, son poco firmes en sus convicciones de manera que esta señora puede defender sin problemas un ideario fuertemente conservador, incluso reaccionario, en lo moral y lo religioso, pasando por el alto un tema especialmente sensible para la doctrina católica como es la indisolubilidad del matrimonio. Para la Iglesia Católica es indisoluble todo tipo de matrimonio, no sólo los celebrados bajo su rito, sino cualquier compromiso entre hombre y mujer, compromiso de convivencia y futuro por supuesto. De manera que los que hemos contraido matrimonio delante de una jueza, a los ojos de dios, de su dios, estamos tan casados como si lo hubieramos hecho en la mismísima catedral de Toledo con Antonio Cañizares , cardenal primado, como principal testigo, que es la función del sacerdote en el sacramento del matrimonio, sacramento en el que los celebrantes son los propios cónyuges. Esa fue la razón por la que a Leticia Ortíz , el siempre dilecto Antonio María Rouco la hizo pasar una suerte de examen especial por haber cometido el delito de no ser creyente, y haberse casado civilmente para después divorciarse.
¿Alguien sabe algo del primer marido?
¿Cómo es posible que la prensa carroñera no haya entrado a saco?
¿Es cierto que Almendralejo, lugar de nacimiento del ex de la ex-periodista, va a llamarse Catarreinas?
En resumen la firmeza de las convicciones de esta gente es la que es, es decir escasa, por tanto lo que dice la única validez que tiene, y es mucha, es la de mostrarnos de que calaña es la gente que ocupa la primera magistratura del país. Y hace mal en cabrearse el siempre ponderado republicano por el comienzo de su entrada:
“Para los republicanos, nadie tiene derechos de cuna. Ahora bien, cuando esos republicanos son ricos, o tienen un negocio, o una casa, ¡bien que dejan las propiedades en herencia a sus hijos! Coherencia, pues“
Σοφία Μαργαρίτα Βικτωρία Φρειδερίκη Γλίξμπουργκ, (a) Sofía de Grecia.
Y hace mal porque esto deja bien a las claras lo que es para ellos España, su finca particular, sobre la que tienen un legítimo derecho de cuna, y no se trata de un comentario suelto, puesto que al referirse a las relaciones con el anterior sátrapa, sultanzuelo, de Marruecos, Hassan II , parece ser que el campechano Borbón se reía de las pretensiones del comendador de los creyentes de organizar un fausto recibimiento en Ceuta o Melilla, argumentando con absoluta naturalidad : ¡pero si Ceuta y Melilla son mías!. Son suyas, las considera suyas, como considera suya España y nosotros sus súbditos.
Espero que les quede claro a los militantes y dirigentes del PSOE que siguen defendiendo la monarquía.
Una monarquía que , a la vista de sus pensamientos, ahora públicos, pero siempre intuidos, conciben con valores del pasado y si han aceptado tener que ceder el poder político al Parlamento, no ha sido por creencia en la bondad del sistema democrático parlamentario, sino como una necesidad de supervivencia, y en eso de sobrevivir los Borbones , a los que por dos veces hemos puesto ya en la frontera y por dos veces han regresado, son maestros.
Desde la Revolución Francesa, y en Francia también han sufrido alguna restauración, los monarcas han perdido el carácter patrimonial sobre el estado, de manera que Alberto II , así como sus antecesores, es llamado rey de los belgas y nunca rey de Bélgica. Cuestión de matices, matices que sin duda no han llegado a la Zarzuela. Esta es la monarquía que tenemos, actuemos en consecuencia.
SALUD Y REPÚBLICA.
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