lunes, 12 de abril de 2010

Radiante Domingo

Puede que haya, y está en su derecho pero demuestra conocerme muy poco, quien por razones que casi todos conocen y a los que no las conozcan no se las voy a desvelar, pensar que la mañana de ayer, domingo día 11, se me hubiera planteado como una mañana espesa, triste y cariacontecida. Error. Disfruté, y mucho, del día de ayer, sobre todo de la mañana y del momento de la comida. Habrá mal pensados, que también demuestran conocerme poco, que crean que el estado de bienestar que disfruté el día de ayer pudo deberse a la repentina desaparición de uno de los miembros del dúo los gemelos Kacynski, individuos por los que ni he sentido, ni siento la menor simpatía, en un accidente aéreo, cuando iba a conmemorar un turbio episodio, de difícil justificación incluso en los duros momentos de la guerra. Error. No tienen suficiente entidad, estos elementos, para que me causen, sus avatares personales, ni alegrías ni, mucho menos, desazones, aunque sus desmanes políticos si que pueden haberme causado preocupación.
Ayer por la mañana, con mi familia, me dí un agradable paseo por la Gran Vía, y cuando, quien sea, se refiere a la Gran Vía, escuetamente, sin apellidos ni adjetivos, todo el mundo sabe a que calle y a que ciudad se está refiriendo. Y ello, a pesar de que, y esa es una de sus curiosidades, oficialmente se llama Gran Vía solo desde que, en 1981 y siendo alcalde de la Villa, Enrique Tierno Galván se le asignó ese nombre, para sustituir el de Avenida de José Antonio, denominación que sirvió para que unos populares almanecenes madrileños llamados SEPU fueran conocidos como la Falange ya que "se entraba por José Antonio y se salía por Desengaño" puesto que, efectivamente, los almacenes que tenían entrada por la Avenida de José Antonio, también la tenían, y por ende salida, por la trasera Calle del Desengaño. Antes de que la mancharan imponiéndola en nombre del delincuente fascista español (¿o era un preso de conciencia?), los tres tramos se llamaban Avenida del Conde de Peñalver, entre la calle de Alcalá y la Red de San Luis, desde aquí a la Plaza del Callao, Boulevard de Pi y Margall para terminar siendo la Avenida de Eduardo Dato. Si bien durante la guerra que asedió Madrid durante tres años,( otros, y no digo quienes, capitularon al primer disparo), los nombres de la calle tomaron los más combatientes de Avenida de Rusia (desde 1937 de la Unión Soviética), de la II República y de la CNT, como nombres oficiales, aunque más populares fueron los de Avenida de los obuses o del quince y medio en referencia al plácido trato que el franquismo dió a los madrileños y al calibre empleado en el reparto de placidez. Durante el agradabílisimo paseo intenté, y creo que conseguí, transmitir a mi hijo esta pequeña intrahistoria de la centenaria calle madrileña, con el indisimulado objetivo de hacer de contrapeso a esa versión oficial, y falsa, que estudian en el colegio, según la cual la guerra, que a mí me resulta difícil llamar civil, fue el resultado de un desencuentro entre españoles, todos fuimos, o fueron, culpables se repite machaconamente, cuando es mentira. Aquella fue un guerra de clase, de ricos contra pobres, de obreros contra patronos, de campesinos contra terratenientes. Un pueblo aplastado por un ejército fascista en 1936, fascista en 1975 y 1977, y hoy...¿?. Así me lo han transmitido a mí, con las adecuadas, y beneficiosas además de placenteras, dosis de deseo de reparar el mal sufrido. Así se lo transmito yo a mi hijo, y así espero que se los transmita él a los suyos. Uno acepta, o debe aceptar, a sus hijos como son, no como quisiera que fueran, pero debo reconocer que a mí me resultaría frustrante que me hijo no recogiera, al menos, ese testigo de la memoria. No todo fue adoctrinamiento, no tengo ningún problema en definirlo así, también mi urbanista preferida, mi ossaposa, la madre del adoctrinando, nos pasó la garlopa en el terreno cultural dándonos cumplida información sobre las características de los edificios, y de como esas características respondían a un determinado momento en el desarrollo social de la ciudad. Mientras, un incensante trasiego de gentes de toda índole, desde un vendedor de poesías en la mísmisima puerta de la Casa del Libro hasta un grupo de hare krishna con su tambor y su soniquete, pasando por evidentes guiris dudando de la ruta a seguir con el correspondiente plano-mapa entre sus manos.
Tras tan gratificante periplo, nos dirigimos, a la calle de Jacometrezo nombre que, parece ser, hace referencia al escultor Jacopo da Trezzo, autor del tabernáculo de la capilla mayor del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde teníamos una comida conmemorativa del nonágesimo aniversario de la fundación del PCE, aunque aquí no acabamos de ponernos de acuerdo, y es que, sensu strictu, lo que el V Congreso de la Federación de Juventudes Socialistas funda, junto con algunas Agrupaciones Socialistas como la de Somorrostro a la que pertenecía Dolores Ibárruri, el 15 de abril de 1920, es el Partido Comunista Español que un año y medio después en noviembre de 1921 va a confluir con el Partido Comunista Obrero Español, que se había constituido en abril de 1921, por los llamados terceristas del PSOE, para dar lugar al Partido Comunista de España, el Partido. En cualquier caso, hace noventa años, los primeros comunistas españoles echaron a andar y fueron unos jóvenes, jóvenes como los que en este mes de abril celebran su Congreso. Compartimos comida con un nutrido grupo de comunistas entre los que estaban nuestro secretario general José Luis Centella que intervino, el primero y muy brevemente porque tenía que tomar un tren, así como el secretario general del Partido Comunista de Madrid Juan Ramon Sanz que cerró las intervenciones con una de profundo contenido ideológico y político poniendo de manifiesto la necesidad que tenemos hoy, como siempre, de un Partido Comunista fuerte y cohesionado, unido en sus principios transformadores de la sociedad hacia el socialismo y el comunismo. Intervino también Marga Ferré, Coordinadora Federal de Elaboración y Propuesta Programática de Izquierda Unida, y miembro de los Comités Federal y Ejecutivo del Partido, para hacer un breve relato de las razones que llevaron a aquellos jovenes socialistas a dar el paso de romper con la II Internacional, fundamentalmente por su posición en relación a la I Guerra Europea, guerra de inequívoco carácter imperialista. Pero las más emotivas fueron las de tres "jóvenes", de hecho venían del Congreso de la UJCE , Marcos Ana, Armando López Salinas y Víctor Díaz-Cardiel, escritores los dos primeros, obrero metalúrgico el último, históricos dirigentes del Partido los tres. Y fueron emotivas por hacerlas quienes las hicieron, con el peso y la autoridad política que les confiere sus muchos años de lucha y trabajo político, con sus victorias y sus derrotas, con sus aciertos y sus errores, y fueron emotivas porque no fueron nostálgicas, fueron intervenciones, que además de poner de manifiesto la capacidad de estos camaradas de construir un discurso coherente, atractivo y revolucionario sin preparación previa, y eso denota covencimiento y oficio, llenas de propuestas de futuro, mirando a la III República, no sólo al recuerdo, sin duda necesario, de la segunda, como el paso imprescindible de profundización democrática en el camino hacia el socialismo. A los noventa y pico de años, se puede ser viejo y estar viejo proponiendo viejas recetas, la más vieja la desaparición de nuestro Partido, y hay quien sigue siendo jóven a cualquier edad, y con ilusión de jóven continua seguro de que el futuro nos dará la razón. Los jóvenes con los que comí, ayer domingo, me llenaron de firmeza. Y el semblante con el que les escuchó mi hijo me llenó de esperanza.
Un Domingo Radiante, con mi familia y mis camaradas. Mayor felicidad imposible.

(Un pequeño apunte de autobombo: Esta tarde tengo el honor de leer, en el Ateneo de Madrid, un artículo de la Constitución de la República, para mí la única vigente, y dicho en germanía, No me cabe una paja por el culo)

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