No se si será por el supuesto
origen masónico del Barça , o porque cada vez que gana lo más casposo del
celtiberismo provinciano se lleva unos disgustos de muerte, el caso es que, a pesar de mi
madridismo, que reconozco chulesco y antipático, no consigo, la verdad es que tampoco he puesto mucho empeño, que me caigan mal ni el
F.C. Barcelona ni sus seguidores
culés de
Cataluña. También puede pesar el hecho de que sus características sean parecidas a las blancas, fundamentalmente las características ligadas a la prepotencia. Prepotencia justificada desde la gestión y los despachos más, si cabe, que desde el terreno de juego. Cuando se tienen presupuestos de más de cuatrocientos millones de €, es por algo, en el caso que nos ocupa hay detrás mas de cien mil socios, y una presencia mundial innegable. Y la diferencia de casi treinta puntos que hay, en la Liga española, entre el líder y el tercer clasificado no hace sino certificar una realidad que algunos quisieran modificar artificialmente, mediante
topes salariales y otras zarandajas que no harían más que torcer la voluntad inequívoca de la gran mayoría de los aficionados al fútbol que, o visten
blaugrana o visten
merengue.
Hay, en este caso, razones de índole futbolística, que me llevan también, a desear que el
Barça llegue a la final. No soy un admirador del fútbol del
Barça, es otra heterodoxia más, comparto absolutamente las afirmaciones de
Manuel Pellegrini en el sentido de que en
Chamartin un fútbol de esas características exasperaría a la afición en cuanto llegara el minuto 20 y el partido fuera 0-0. Yo, con el fútbol que más he disfrutado, teniendo en cuenta que no llegué, prácticamente, a ver a los
monstruos Di Stéfano, Puskas, Rial..., con la excepción de
Gento, ha sido con el de la
quinta del Buitre, directo, rápido, asfixiando al rival, una delicia, exactamente lo contrario del
Barça, técnico, elaborado, paciente, y, a mi juicio, aburrido, hasta que el virtuosismo, la innegable calidad de
Messi,
Iniesta, o cualquier otro, y hay muchos, rompa al rival. Haciendo un resumen, puede que un tanto simplista, mi
Madrí puede ganar jugando mal, el
Barça necesita, imperiosamente, jugar bien para ganar. Pero si no me enamora el juego del
Barça, el del
Inter, sencillamente, lo detesto. Detesto, en general, el fútbol rácano y marrullero que se práctica en el
Calcio, y el
Inter es uno de sus principales exponentes. La posibilidad de que el
Inter manche el
Bernabeu en la final no me seduce lo más mínimo, más aún despues de las declaraciones del ex-azulgrana, también ex-colchonero,
Thiago Motta, un
leñero profesional, aludiendo a la facilidad con la que caen algunos jugadores del
Barça. Da la sensación de querer curarse en salud ante la
estopa que piensa repartir. Tampoco me emociona
Mourinho, ni como entrenador ni como persona. Si el
Madrí no apostase por la continuidad de
Pellegrini, pase lo que pase en la Liga, cometería un gran error, si se trajera al
portugués, lo ampliaría, aunque de ese momento, disciplinado como soy, se convertiría, para mí, en el mejor entrenador del mundo.
Es el momento de quitar las interrogaciones, esta noche sí ¡Visca el Barça! Y prescindo de las tonterías y tópicos que rodean, en muchas ocasiones al
mundo blaugrana, desde el
més que un club, oficial hasta el
ejército inerme de Cataluña del añorado
Vázquez Montalban, pasando por las incongruencias del señor
Laporta un supuesto independentista que es
alguien, gracias a un suegro más
facha que la
garrota de Don Pelayo.
¿Y en la final?, llegado el momento me pronunciaré si tengo tiempo, pero por si no es así, puedo anunciar que el
Bayern tampoco es santo de mi devoción.
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