Se nos ha ido un extraordinario cómico, Antonio Ozores, sin que, ni siquiera él mismo, supiera hasta que punto había calado su particular forma de entender el humor. Ese cine, muy denostado, pero que consiguió arrancarnos más de una sonrisa en aquel desierto de alegrías que fue el
franquismo tuvo algunas piezas memorables, con apartados sublimes. Una de ellas fue la película de
Pedro Lazaga ,
Los Tramposos . Son muchos los momentos sublimes de esta comedia. Cabe recordar la definición que hace
Venancio Muro , el
bajito , objeto de todos los golpes, del
transbordo como
costumbre típicamente española ante la atónita mirada de unos turistas orientales obligados, sin razón aparente, a cambiar de autobús. Esos mismos perplejos turistas, poco despues, asistían a un
duelo, con su posterior sepelio, con excursión pasando por delante de
las Ventas, camino del cementerio del
Este, como si fuera una atracción más. Esos turistas, u otros, recibían una magistral lección de
Tony Leblanc sobre los bebedores de vino a los que encuadra en dos categorías:
Los que beben vino
durante la comida y,
Los que beben vino
antes de la comida, y de estos añade:
Estos últimos no suelen beber vino
durante la comida, porque, generalmente, no llegan a ir a comer . Pero, quizás, el episodio más recordado es aquel, en el que a un ambicioso
paleto, le colocan un
tocomocho, también conocido como
timo de la estampita. Excelente la interpretación de
Tony Leblanc haciéndose el tonto y colosal
Antonio Ozores, que, vistiendo un hábito, de aquellos hábitos, generalmente, morados utilizados para pedir, o agradecer, una intervención divina, para ganar en respetabilidad, tentaba al pobre, y mezquino, paleto para que engañara al supuesto tonto. Rifas de coches,
"haigas", simplemente estacionados en la calle, escayolas a incautos previamente embriagados, y otras pícaras acciones completaban el retrato de estos tramposos amables, que aspiraban a sobrevivir sin trabajar, lo que les costaba un gran esfuerzo, pero que en el fondo eran nobles, sencillas y buenas personas.
Nada que ver con
los tramposos de hoy, que sólo han heredado de aquellos, su capacidad de engaño, pero nunca ni su gracia ni su bondad oculta. Mienten y engañan porque no saben hacer otra cosa. La mentira, la falacia y la falsedad pertenecen, al mismo tiempo, a su
modus vivendi y a su
modus operandi. Como el embaucador viste hábito, ellos se revisten con un lenguaje pretendidamente progresista, pero que termina siendo tan huero como el
farfullo que con profusión, sobre todo en los últimos tiempos, utilizaba el desparecido cómico. ¿Qué ha habido de progresista en la gestión gubernamental desde su llegada a
La Moncloa en 2004?. Los avances se pueden contar con los dedos de una mano, con dos, para ser exacto. La modificación del código civil para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, y la modificación de la ley del aborto que pasa de ser una despenalización para determinados supuestos a un derecho en determinados plazos. La
ley de dependencia ha quedado reducida, y con las recientes medidas más, a una declaración de intenciones. Su timorata ley de memoria histórica ha servido para que se produzca un repunte del revisionismo histórico que pretende responsabilizar a todos por igual del levantamiento fascista de 1936, y que califica al
franquismo como un plácido periodo. Y eso en el terreno de los social, que es económicamente menos gravoso. Porque su política económica ha sido indistinguible, por más esfuerzos que haga
Mariano Rajoy para distinguirse de la que haría el PP.
Hay ,dentro de IU-CM, quien piensa en la posibilidad de desalojar a
Esperanza Aguirre en alianza con esta gente.
Conmigo que no cuenten.
Prefiero la derecha pura y dura, con su
Gürtel, sus trajes, su
Camps y su
Fabra a esta derecha vergonzante, disfrazada de izquierda y progresismo que responde al nombre, usurpando una historia de lucha, de
Partido socialista obrero Español. Nunca el hábito hizo al monje y ahora menos.
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