miércoles, 5 de mayo de 2010

Los Toros

En medio de la polémica, eterna polémica, sobre si Toros Sí o Toros No, que se está escenificando en Cataluña, con una Iniciativa Legislativa Popular, ILP, que persigue prohibirlos, y en Madrid, que los declara algo parecido a Bien de Interés Cultural, van y nos invitan a la Corrida Goyesca del 2 de mayo. Y fuí
Una Corrida Goyesca es exactamente igual que una normal con un traje diferente, acaso menos peculiar que el de luces puesto que se trata de intentar imitar la forma de vestir de la gente normal allá por los finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, y que yo sepa, y creo no equivocarme, en ningún momento de la historia de España, la gente ha llevado, consuetudinariamente, algo parecido a un traje de luces. Eso sí, antes de empezar, llegaron a Las Ventas unos personajes, para mi ignotos, montados en carruajes de la época.

Una vez ubicado en mi localidad, justo encima de unos señores aficionados que tienen fama de entender más que nadie de este tipo de espectáculo, al que inicialmente no voy a calificar ni como tortura, ni como cultura, ni como nada. Inicialmente como espectáculo y se acabó, y que son conocidos como El Siete, haciendo referencia al tendido que ocupan . Asistí acompañado por mi cuñado y por mi cuñada, que, ellos sí, entienden de la cuestión, y pudieron asesorarme convenientemente en algunas dudas.
De lo que fue la Corrida, como tal, poco tengo decir, el resultado final era predecible los seis toros terminaron muertos.

Hasta los que menos conocen del mundo del toro saben que está repleto de tópicos, desde el que dice que el toreo consiste en
parar, mandar y templar, hasta el que le exige al maestro que tenga transmisión, el toreo debe transmitir, y como el verbo en cuestión es transitivo hay que aclarar que es, exactamente, lo que hay que transmitir, que debe ser, intuyo, un conjunto de sensaciones de difícil concreción singular. En cualquier caso, y no me refiero sólo a mi, que puede que fuera un espectador un tanto distante, esa transmisión no existió, y prueba de ello fue que la mayor ovación de la tarde fue para el tercer gol del Madrid en el Bernabeu.
En cuanto al debate al que hacía referencia al principio, convendría separar el grano de la paja, y procurar cometer los menores dislates posibles. Puede que un buen método consista en eliminar todo aquello que le es ajeno. Y ajeno a este debate es plantear la prohibición de los toros en Cataluña como una especie de reafirmación de la identidad catalana, frente a la española. Porque sea cual sea el origen del espectáculo taurino, tal y como hoy lo conocemos, algo que desconozco, no es privativo de España, hay toros en Portugal, en Francia y en gran parte de América latina, y sobre Portugal hay que deshacer un tópico, es cierto que los toros no mueren en la plaza, mueren inmediatamente después, en el desholladero. Como, igualmente, ajena al debate es la declaración, por parte de la Comunidad de Madrid, del espectáculo como Bien de interés cultural, algo que en la práctica se sustancia en la percepción de subvenciones, porque esa declaración lo que, incialmente, pretende es reafirmar la españolidad. De un debate de estas características hay que eliminar todos los elementos identitarios que no sirven más que para distorsionarlos.
Previo al debate en sí, hay uno anterior, y muy importante ¿Son los animales sujetos con derechos? Desde mi punto de vista rotundamente sí. Y no soy vegetariano, entre otras cosas porque no acierto a comprender la diferencia entre comerse a un ser vivo, como la vaca, y comerse a un ser vivo, como la lechuga. Creo que a un animal, aunque su destino final sea el morir para alimentarnos, o para que la ciencia avance, hay que ahorrarle los mayores sufrimientos posibles. Sin embargo no son pocos los que afirman que los animales carecen de esos derechos, sólo el hombre, ser superior y racional, genera esos derechos, y los animales están a su servicio. Que tras esta forma de pensar hay un sustrato religioso es obvio, y para los que piensan así el debate está zanjado.
Puede parecer que el debate queda, igualmente, zanjado, para los que pensamos que el animal, los animales, tienen derechos. Que el toro sufre durante la lidia es evidente, sólo algún mentecato como Sánchez Dragó, un individuo convencido de que se engendró a sí mismo, llegan a afirmar que el animal disfruta mientras le clavan toda clase de artilugios, y ese sufrimiento ritualizado tiene como fin el entretenimiento, por tanto la prohibición parece obvia. Sin embargo los taurinos, y de ellos excluyo a los salvajes que defienden la tortura del Toro de la Vega, en Tordesillas, o a los que se divierten, generalmente ebrios, con los bous al carrer con las astas prendidas, los taurinos, repito, esgrimen argumentos que conviene tener en cuenta. La vida del toro en la dehesa es corta, cinco años a lo sumo, pero regalada y libre, sin tener en cuenta la de los machos y hembras destinados a cria. ¿Es mejor la vida de un buey, tirando de un arado, durante toda su vida, aunque de estos quedan pocos? o ¿la de una vaca lechera estabulada, sin apenas moverse durante toda su vida? o ¿la de un poney dando vuelta tras vuelta, feria tras feria? o la de los pollos obligados a comer para crecer en poco más de veinte días, o las gallinas ponedoras, o...,o,... por no hablar de los animales salvajes de los circos e incluso de aquellos confinados en las limitaciones de un zoológico. Yo, sinceramente, no me pronuncio, porque no lo tengo claro, pero nada claro.
Termino con una reflexión, más bien una preocupación, la misma que me llevó a abandonar la afición al boxeo, el dia que me descubrí, en el campo del Gas gritando ¡mátalo!,. Me preocupa que seamos capaces, y no voy a cometer la hipocresía de excluirme, de disfrutar con espectáculos, o ritos, sangrientos, en los que la muerte, sea de un animal o de una persona se convierta en el elemento central. ¿Existirían los toros como espectáculo sin que hubieran ocurrido las tragedias de Paquirri, el Yiyo, Manolete o Joselito? ¿Que esperamos cuando sacamos una entrada para ver a José Tomás?

1 comentario:

Pedro Casca dijo...

Punto primordial: al toro se le mata para que los espectadores lo pasen bien, para que disfruten. Segundo punto importante: toda la corrida es una ceremonia de maltrato, tortura y cruenta preparación para la muerte del toro. Punto tercero: el mundo de los toros tiene la mayor concentración por metro cuadrado de caspa fascista que se puede encontrar por las Españas varias. Otro punto: hay dinero público (subvenciones) en los toros.
Desde luego, la tortura no es cultura.
Igual que hay que terminar con peleas de perros y de gallos, con la cruel cría industrial de animales para alimentación (y el modo de matarlos), con la tortura en las comisarías, cárceles y centros de internamiento ... habrá que acabar con La Fiesta nacional.