domingo, 14 de noviembre de 2010

Jose Mario Dos Santos Mourinho Felix

El Espia Otomano opina:
Escrutando la sociedad española a este espía no le ha quedado otro remedio que detenerse en lo que no queda otro remedio que calificar como fenómeno Mourinho . Vaya por delante que a este espía el fútbol como deporte le parece una memez, en general la práctica de cualquier deporte se lo parece y nunca ha comprendido que la máxima, muy sabia por otra parte, de mens sana in corpore sano sea una invitación a practicar el deporte, dado que el deporte, a través de contusiones, torceduras, esguinces, elongaciones y fracturas acaba conduciendo a cualquier cosa menos a un cuerpo sano, además el uso, a veces abuso, de sustancias, unas legales y otras no, que contribuyen a mejorar el rendimiento del deportista hace que muchos de ellos, no se atrevería este espía a cuantificar en que proporción, una vez terminada su carrera deportiva, devienen en auténticos cascajos humanos, candidatos a un pronto fatal desenlace. Para tener un cuerpo sano hay que tener prácticas sanas: Comer bien, dormir mejor, trabajar lo imprescindible, si es posible nada, amar lo más frecuentemente posible, física y emocionalmente y, en general, entregarse a lo que Epicuro definía como el hedoné catastemático, o en reposo, y que definía como un estado físico caracterizado por la ausencia de dolor o aponía. Poca aponía podemos encontrar en un futbolista que sale del estadio en camilla o en un maratoniano vomitando y exigiendo oxígeno al acabar de correr más de cuarenta y dos kilómetros con el único objetivo de hacerlo más deprisa que otro.
Sin embargo como fenómeno sociológico es fascinante. Este espía observaba, absolutamente estupefacto, cuando existía una alternativa, que ahora muchos añoran, al mundo capitalista, como pequeños estados como la Deustche Demokratische Republik acarreaban medallas en toda clase de disciplinas deportivas, sirviendo como un extraordinario altavoz propagandístico.
En ese contexto el análisis de los efectos de la llegada del entrenador portugués al Real Madrid son significativos y altamente positivos para el club que la ha contratado:
-Vuelve a poner a su equipo en el ojo del huracán consiguiendo ser odiados y detestados en todos y cada uno de los estadios de la liga española. Algo que a sus seguidores les entusiasma. En este aspecto contribuye y colabora con éxito su compatriota C. Ronaldo.
-Desmonta la teoría del juego bonito, según la cual a los seguidores ,forofos, de un club lo que les gusta es que su equipo juegue bien por encima del resultado. Esto lo defienden los seguidores del Barça porque su equipo gana, si jugando exactamente igual perdiese no estarían tan contentos. Los equipos ganan porque juegan bien, lo demás son bacalás. El portugués lo tiene muy claro.
-Con el portugués, si el Barça volviera a meterle seis en el Bernabeu, algo complicado pero no imposible por más que la mera posibilidad produzca transtornos de toda índole al dueño de esta bitácora, en ningún caso, aunque jugaran meando colonia, como dicen que hace su entrenador, serían aplaudidos u ovacionados. El portugués aporta sinceridad a una actividad innoble, como es, y debe ser, el fútbol.

2 comentarios:

Ana dijo...

A mí me apasiona el fúlbol, me sube la adrenalina cuando veo un buen partido,ah y soy del Madrid.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Los personajes públicos singulares y sinceros tienen difícil cabida en esta ridícula sociedad uniformada, adocenada y de un ínfimo nivel cultural medio. Generan tal desconfianza que es mejor satanizarlos, colgarlos todo tipo de sambenitos provenientes de los típicos tópicos que hoy en día configuran la opinión de cualquiera que se precie (aprendida vía tertuliano todoterreno de impagable acción intoxicadora y desinformativa) y, por supuesto, no pararse a analizar y valorar aquello que se dice. El tal Mourinho expresa su opinión acerca de algo tan evidente para cualquier aficionado al fútbol como que en los últimos años hay equipos de la liga española que juegan contra el Barcelona totalmente asustados y dando por perdidos los partidos, limitándose a ver como los jugadores del equipo catalán se pasan la pelota entre ellos hasta el aburrimiento y procurando no darles ni los buenos días por si el árbitro se enfada. Es una actuación válida como cualquier otra en el fútbol (y el mérito hay que reconocérselo a Guardiola por conseguirlo), pero si llega un entrenador como Mourinho y te lo dice a la cara, malo, entonces ya hay que sacar al cazurro que llevamos dentro y jurar por lo más sagrado que se entromete en nuestro honor o cualquier chorrada similar, encontrando enseguida un coro de entrenadores, digo yo que con bastante conciencia culpable, que se sienten aludidos en lo más profundo de su ejjjpañolidad. Hasta hace años hubo quien, por supuestas crazones idiológicas, intentó que algunos nos sintiéramos incómodos por ser adictos seguidores madridistas. Van daos. Salud.