domingo, 7 de noviembre de 2010

Union de Republicas Socialistas Soviéticas

El 7 de noviembre invita, como no, a conmemorar la heróica defensa de Madrid, de la agresión fascista. Ceronegativo lo hace desde su bitácora.
Pero tambien invita a hablar de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS, la Unión Soviética. Estamos en el aniversario de la Gran Revolución Socialista en Rusia que, con la consigna de ¡Todo el poder a los soviets!, significó el nacimiento de la Rusia Soviética, en primera instancia, germen de la futura Unión Soviética.
Durante toda mi militancia política, que empieza a ser dilatada, en parte por mi edad, cincuenta y tantos y en parte por la precocidad con la que comencé, poco más de catorce, me alineé con lo que, de forma casi siempre peyorativa, se dieron en llamar los prosoviéticos:PCE (VIII-IX), o para ser riguroso su organización juvenil, PCEU y PC. (PCPE), hasta el PCE (a cuyas siglas nunca me sentí ajeno a pesar de Santiago Carrillo y otros anticomunistas de fuste que, desgraciadamente, dirigían el Partido oficial). Esta militancia fue ciertamente dura porque implicaba el combate en dos frentes, uno obvio contra el capitalismo, en su forma extrema, el franquismo, y otro, no menos duro, aunque no comportaba riesgo de cárcel y tortura, en defensa de lo que significaba la Unión Soviética y el conjunto del campo socialista. La actitud hacia el campo socialista, deciamos, es la piedra de toque del internacionalismo proletario. Y con algunos matices esa afirmación la suscribo hoy. La izquierda europea tuvo un comportamiento sucidida con posturas abiertamente antisoviéticas con críticas, a veces simplistas, como la prohibición de los pantalones vaqueros, prenda de vestir que he procurado, por incomoda, no usar en mi vida o de la música rock, con la que he aprendido a convivir no sin esfuerzo, a veces absurdas desde la izquierda, como la restricción de "libertades", contempladas desde la gran mentira que supone la democracia burguesa y a veces con alguna justificación ya que hoy parecen evidentes algunos errores a corregir. Todavía no me he recuperado de la estupefacción que me produjo el apoyo desde la izquierda otorgado al movimiento encabezado por el neofascista ultracatólico polaco Lech Walesa.
Hoy, cuando la URSS ha desaparecido, asisto, o participo, en actos, debates, foros o conferencias, en los que, con cierta frecuencia, se hace cita, con nostalgia, a la URSS. No soy tan mezquino como para ajustar cuentas. Exactamente con la misma fuerza y convicción con que lo hacía hace cerca de cuarenta años me siento orgulloso de gritar a pleno pulmón:
¡VIVA LA UNION SOVIETICA!

2 comentarios:

mo dijo...

¿Has leido el MIS PEROS A LENIN" de Ventanas del Falcón?
http://ventanasdelfalcon.blogspot.com/2009/01/lenin-s-pero.html
¿qué opinas?

Anónimo dijo...

Me ha gustado el sentido general de lo reflejado en su escrito y, como no, de acuerdo con la frase final. Todavía a fecha de hoy ser prosoviético sigue significando (en ambientes políticos de izquierda real) estar considerado como una antigualla fuera del tiempo en el que vivimos. Jamás se dió ninguna oportunidad, ningún crédito a los llamados prosoviéticos (comunmente identificados erróneamente con el estalinismo puro y duro) desde ningún punto de vista: teórico, organizativo, participativo. Eran vistos como una especie de anacronismo sectario que se dedicaban a lanzar proclamas propias de 1917 y a los que ni siquiera se les buscaba a la hora de lograr apoyos y alianzas de carácter general antifranquista. Y hoy en día se les sigue considerando igual. De acuerdo en que el marxismo es una herramienta que evoluciona al ritmo de la historia y algunos grupos políticos se han podido quedar estancados y anclados en el lastre de su mínima incidencia social y escasísima militancia, pero anda que vamos en canoa todos los demás. Por cierto, no siempre es mezquindad ajustar cuentas y pasar factura; hay tantas ocasiones en las que se trata de un acto de necesaria justicia. Salud.