jueves, 29 de enero de 2009

31 de Enero Bilbao-Colón

Un día antes de que lo más podrido de la Comunidad de Madrid, encabezado por la superespía, lady Calcetines Aguirre, en unión de los delincuentes de orígen cubano que pretenden una vuelta al status de idílico prostíbulo que disfrutaba Cuba antes de la revolución, salgan a contaminar las calles madrileñas, el sábado 31, en Madrid entre la Glorieta de Bilbao y la plaza de Colón, a las seis de la tarde, tendremos la oportunidad de expresar nuestra solidaridad con el pueblo cubano y su revolución, de manifestar nuestra repulsa al asfixiante bloqueo que desde hace cincuenta años sufre el pueblo de Cuba. No es Cuba una sociedad perfecta, ninguna lo es , probablemente ninguna lo será, y a nadie se le ocultan los posibles deficits, magnificados y amplificados, por los portavoces de la reacción globalizada, de la revolución, sobre todo en los terrenos relacionados con las libertades individuales, con todo, y en más de una ocasión, la Asamblea General de la ONU, al fín y al cabo el único órgano democrático de tan inútil organismo, ha dictaminado que en Cuba no se conculcan los derechos humanos, y es más participa en la correspondiente comisión que vigila su cumplimiento. Desde el punto de vista marxista, y como no, leninista, la profundización democrática en el camino hacia el socialismo debe ser alentada y desarrollada, y en más de una ocasión he tenido la oportunidad de señalar que esta falta de profundización, pudo ser, a mi juicio de forma importante, una de las razones, aunque no la única, que llevaron a la URSS a la desparición. En ese sentido es imprescindible para que Cuba continue avanzando hacia el socialismo, que las organizaciones revolucionarias de base, CDR, etc, participen cada vez más en la vida política, incluyendo la toma de decisiones. Llegado a este punto, y para que nadie se llame a engaño, no me importa afirmar, con absoluta rotundidad, que el destino, político, de aquellos que pretenden el retorno al capitalismo, a la economía de mercado, o como se quiera llamar, me importan, radicalmente, un bledo. El mismo bledo que le importan mis opiniones políticas, a los poderes fácticos, es decir a los poderes reales, que gobiernan esta, nuestra, sociedad capitalista. Habrá quien pueda acusarme, y puede que no le falte razón, de cierto grado de desfachatez:

Oiga Bolche, puede que sea cierto que el sistema tiene suficientes resortes como para que sus opiniones y propuestas no lleguen jamás a ningún sitio, pero no es menos cierto que al menos puede usted expresarlas libremente.

El argumento no es baladí y el intentar despacharlo en dos patadas, ocultaría una preocupante falta de recursos ideológicos, además de una menos preocupante debilidad de principios y de capacidad de análisis. En primer lugar, la afirmación no ha sido cierta en todos los momentos de la historia, y así podemos afirmar que el sistema capitalista respeta las libertades individuales, si y solo si no siente amenazado su poder. No hace falta visitar otros países, no hay que irse a Chile en 1973, cuando el compañero doctor Salvador Allende al frente de los gobiernos de la Unidad Popular amenazaba seriamente las estructuras del capitalismo chileno. Lo hemos vivido en nuestras propias carnes, nuestros padres y abuelos, sufrieron, y acabamos sufriendo también nosotros, la reacción de las fuerzas del capitalismo contra el progresismo republicano, utilizando dos de sus instrumentos preferidos La Iglesia Católica y el Ejército. Muchos se han preguntado, yo me pregunto, aunque un tanto retóricamente porque estoy casi seguro de la respuesta, si no hubiese sido preferible que tanto la Unidad Popular chilena, en 1973, como el Frente Popular español, en 1936, hubiesen restringido las libertades, las libertades de aquellos que conspiraban,en nombre de Dios y la Reacción, contra el progreso y la justicia. En esa situación de acoso lleva la Revolución Cubana 50 años, antes, incluso, que el 16 de abril de 1961 el comandante Fidel Castro Ruz definiera el carácter socialista de la Revolución Cubana:


"Porque lo que no pueden perdonarnos los imperialistas -afirmó- es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba.
"Eso es lo que no pueden perdonarnos, -añadió- que estemos ahí en sus narices, ¡y que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias narices de los Estados Unidos !...." La definición fue saludada con un entusiasta y enardecido mar de fusiles en alto, sostenidos por los brazos del pueblo trabajador, en una escena inolvidable, convertida desde entonces, y para siempre, en la más auténtica representación de la voluntad popular para resistir y defender a cualquier precio la Patria y el socialismo.



Pero Bolche, podría continuar argumentando un bienintencionado interlocutor, crítico con la Revolución Cubana, no sea usted demagogo. Es cierto que el imperialismo gringo en fraternal colaboración con la gusanera de Miami, subvencionada, al menos en parte, por la Comunidad de Madrid, sirvan de ejemplo los 239 .100 euros del 2006 (BOCM nº45 de 22/2/06), los 150.000 del 2004 (BOCM nº 642 de 2//6/04; los 33.974 euros del 2007 (BOCM nº 310 de 30/12/07)o los 187.000 euros (BOCM 263 de 4/11/08) del 2008,. además de la entrega en 2007, por parte de lady calcetines Esperanza Aguirre del Premio de la ¿Tolerancia? al delincuente cubano Carlos Alberto Montaner, agente de la Cia y connotado terrorista desde su más temprana edad y de la devolución de visita ,en 2004, a Miami para recibir un premio de la Fundación Hispano Cubana( mientras, año tras año, niega las subvenciones a la Asociación 11M-Afectados del Terrorismo) aprovechan cualquier resquicio para atacar a la revolución desde dentro de la isla, es lógico, por tanto que la vigilancia revolucionaria se extreme sobre individuos que tras un disfraz de discurso, aparentemente, democrático esconden oscuras intenciones de regreso al sistema capitalista, por métodos muy alejados de lo que convencionalmente entendemos como democráticos, y que más bien entran en la práctica de lo que vulgarmente conocemos como terrorismo. Pero, ¿tiene eso algo que ver con, por ejemplo, la afectividad sexual? ¿son los homosexuales un colectivo objetivamente contrarrevolucionario? No, porque ni siquiera deberían ser considerados un colectivo dado que son personas absolutamente normales. Sin embargo es muy dificil escapar a una tradición, como es la judeo-cristiana, firmemente enraizada en nuestra cultura, que, al fin y al cabo es la que exportamos a América Latina. Y hasta no hace mucho tiempo en mi partido, entre los comunistas, y me refiero a los comunistas españoles, esos que hoy nos rompemos la cara por defender los derechos de gays, lesbianas y transexuales, el ser homosexual no estaba precisamente bien visto, y este aspirante a aprendiz de bolchevique como anda bastante bien de memoria, recuerda perfectamente, como un camarada que tenía la doble condición de joven comunista y de homosexual, trajo a la dirección madrileña de la JCEU, una invitación del FLHOC, para participar, muy al inicio de la transición, en una manifestación, embrión de lo que hoy conocemos día del orgullo gay, y tras una más que tensa discusión se decidió no participar, y no voy a desvelar cual fue mi posición en aquel momento, era aquel un órgano colectivo y la posición mayoritaria, por definición, era la mía, como lo fue la del camarada en cuestión. Hemos tenido que recorrer un largo camino, y no hemos, ni mucho menos, llegado al final, y encontrar entre nosotros posiciones homófobas y machistas todavía es relativamente sencillo. Y ese camino lo recorrerá, no tengo la menor duda, la propia Revolución Cubana. Y existen, sin duda, otros deficits que igualmente habrá que recorrer, pero los cincuenta años de acoso y derribo, no son precisamente el mejor escenario para avanzar en el sentido adecuado.
Sentadas las bases, a muy juicio evidentes, de porqué hay que defender la revolución cubana como un conquista nuestra, de los trabajadores de todo el mundo, solo me queda apuntar algo,para mi evidente:
Si una fuerte corriente antiimperialista sacude hoy América latina, si en Venezuela o Ecuador, Paraguay o Bolivia se habla con toda claridad de avanzar hacia el socialismo del siglo XXI (aún por concretar en muchos aspectos, y con evidentes lagunas derivadas de inevitables personalismos), es porque durante más de cinco décadas la revolución cubana ha sabido resistir, con enormes sacrificios, la agresión imperialista. Acudir el sábado a la glorieta de Bilbao, a las seis de la tarde es apostar por el futuro, por más que yo, probablemente no pueda ir porque un ataque de lumbociática me tiene, literalmente, jodido.

7 comentarios:

Antonio Flórez dijo...

Don Bolche, deseo comenzar el comentario por lo que me parece más actual: apoyo al pueblo cubano en su lucha contra el imperialismo norteamericano (imperialismo que no ha dejado de existir y de manifestarse como tal por el hecho de haber modernizado su plumaje); y apoyo el derecho de Cuba a definir su derrotero sin ingerencias externas, por lo cual condeno el bloqueo que lleva tantos años haciéndole Estados Unidos a Cuba.

Como aviso para navegantes, y antes de que algún listo o lista sentencie que esto no lo habría hecho yo en la época de la existencia de la URSS, cuando ésta domeñaba y manipulaba a los países de su entorno, diré que en 1981 ya me manifestaba yo, junto al resto de miembros del partido en el que militaba, ante la embajada soviética en Madrid, al igual que delante de la polaca, para protestar por las medidas represivas del gobierno polaco contra Solidarnosc y el movimiento que ese sindicato independiente había puesto en pie. Sabíamos perfectamente quién era Lech Walesa y lo que podía dar de sí y, sin embargo, apoyábamos el movimiento político-sindical por él liderado por dos razones: porque era un movimiento democrático auténtico que amenazaba a la burocracia comunista polaca y, por extensión, de todo el bloque soviético (cosa que nos parecía muy bien y muy necesario) y porque en él no "mandaban" sólo Walesa y los suyos (ahora podré llamarle a gusto lo que me hubiera gustado llamarle entonces: meapilas interesado), sino que también había sectores nada despreciables que rechazaban un anticomunismo burocrático degenerado (el oficial), pero sobre la base de una teoría y una práctica socialistas.

Dicho todo esto, diré otra cosa más: Cuba es, desde hace muchas décadas, un país en el que no hay libertad de expresión y no hay libertad política. Ambas libertades tienen una característica en común: admiten muy poquitos matices, de forma que no cabe el "bueno, ya, pero...". Hay libertad de expresión práctica y real, o no la hay. Síntomas claros de que la hay es la existencia de medios de comunicación opositores (se les podría llamar de propaganda, pero sólo a condición de que admitiéramos que los medios de comunicacón oficiales existentes hoy en día, también son de propaganda). No existe ninguna sociedad normal en la que no haya significativos sectores de la misma que se opongan al gobierno existente en cada momento y que sientan la necesidad de expresar sus desacuerdos y sus propuestas alternativas. Y esto nos lleva a la segunda afirmación: sólo si hay libertad política puede encontrarse de forma normal, sin riesgos para nadie, a esas personas que disienten. Las libertades políticas deben permitir sin cortapisas el agrupamiento de esas personas en igualdad de condiciones con las que se reconocen en las políticas gubernamentales, y debe haber procedimientos políticos que permitan al conjunto de la población otorgar su apoyo y confianza a unos o a otros, sin predominio ilegítimo de ninguno a la hora de presentar sus propuestas y/o de recoger los apoyos.

Esto no ocurre en Cuba. No hay medios de comunicación libres (aunque sean de derechas) y no hay partidos políticos libres (aunque sean también de derechas).

Y no ocurre no SÓLO porque exista el bloqueo norteamericano, sino porque la experiencia cubana se desarrolló en la época que se desarrolló y aceptó, de grado o por la fuerza (eso sólo tiene interés historiográfico, no tanto político), la referencia de la URSS. Y quien dice referencia, dice imposición de modelos y políticas. ¿Habrían sido diferentes las cosas si en lugar de triunfar la revolución de Fidel, el Ché y Camilo Cienfuegos en Cuba, lo hubiera hecho en las islas Molucas? Es posible, pero eso forma parte de una posible novela y no de una discusión en torno a Cuba.

Ahora bien, entremezclados con los rasgos propios de una revolución burocratizada (y en ese sentido, traicionada, como diría el viejo revolucionario de los quevedos), siempre pueden encontrarse otros rasgos que hablan de lo que la gente ha tomado de su revolución a lo largo de las décadas, y no ha querido soltarlo. Los CDR, con los vicios y virtudes propios de cualquier entramado popular, son expresión de lo que queda de poder popular en Cuba, que creo que es bien poco, y quizás pudieran ser germen, de nuevo, del renacer de una orientación hacia un nuevo socialismo, y no hacia un capitalismo a la china.

Con todo esto en la cesta, uno sopesa, reflexiona y llega a la conclusión de que una cosa en un régimen y otra, la gente que lo sustenta y, a veces, lo sufre. Y la solidaridad que en ocasiones no suscitan enmí los regímenes, sí pueden suscitarla los pueblos, tanto por lo que tienen de realidad como por lo que puedan tener de futuro.

Y ahí es donde a uno le sale el apoyo a la manifestación a la que hace usted mención, que con mucho gusto apoyo, tal y como decía al principio.

Un saludo.

J. G Centeno dijo...

Bienvenido sea el apoyo, siempre hay que buscar puntos de convergencia, por más que no comparta el 99% de los argumentos con los que usted, no tan sutilmente como otras veces, descalifica el estado actual de la revolución cubana. Es lógico, no puede evitar ser trotskista, ni yo lo pretendo, mientras que yo soy leninista y nos separa una barrera ideológica importante, la que distingue el materialismo de un cierto idealismo trufado con un enorme romanticismo. A las pruebas me remito, mientras la LCR, apoyaba al movimiento Solidarnosc, sabiendo, como parece ser que sabía, que su máximo representante Lech Walesa era un individuo financiado por la CIA y el Vaticano, con el argumento de que dentro de ese movimiento pudiera haber, y seguramente habría, elementos que intentaban avanzar en el proceso de profundización democrática socialista, nosotros, los denostados prosoviéticos, socialburocrátas, cuando no directamente socialimperialistas o socialfascistas alertabamos de los peligros que conllevaba apoyar esa clase de movimientos, a pesar de que en sus filas pudiere haber elementos no contrarrevolucionarios, y llamábamos a cerrar filas con la Unión Soviética. Donde está ahora Polonia puede dar la razón a unos u otros. Curiosamente para un marxista, y yo no dudo, ni por un momento, que usted lo sea, eleva a usted a verdades absolutas cuestiones que cualquier marxista normal, es decir no afectado por un cierto buenismo romántico-idealista, hubiera analizado en función de las condiciones objetivas existentes, y así afirma que la Hay libertad de expresión práctica y real, o no la hay., lo cual puede parecer una verdad de Perogrullo, si uno no se hace a continuación la pregunta siguiente: ¿Debe amparar la libertad de expresión a la mentira y la propaganda,sobre todo en momentos de acoso y derribo? Yo no soy quien para contestarla. En cuanto a la tentación, heredada del mismísimo León Davidovich de analizar la evolución de la revolución, de cualquier revolución, da igual la soviética, la cubana, la vietnamita o la que pudo ser española, sin tener en cuenta el contexto en el que se desarrolla es, como poco, ajena a la práctica del análisis marxista. No es serio criticar, y muy duramente, a Jorge Dimitrov, por abogar, desde la Komintern por colaborar con las burguesías progresistas, para parar al fascismo, y en cambio colaborar con ellas para tumbar al régimen polaco. ¿Era Manuel Azaña y su Izquierda Repúblicana peor que Lech Walesa y su Solidarnosc? O estaba equivocado Andreu Nin y el POUM en 1937, o lo estaban ustedes, más recientemente, frente a las embajadas polaca o soviética.Quieren ustedes una revolución preciosa ideal de la muerte que filmaría el mismísimo Steven Spielberg, y puede que el propio Walt Disney, y con esas premisas cualquier revolución será, en un momento u otro, traicionada. En cualquier caso, repito mi bienvenida al apoyo a esa manifestación para mostrar la solidaridad con el pueblo cubano y su revolución. Manifestación, a la que definitivamente no asistiré, porque el estado de mi espalda no me permite estar mucho tiempo de pie.
¡Socialismo o muerte!
¡Venceremos!

Antonio Flórez dijo...

Lamento el estado de su esplda y espero que no le impida cumplir con la cita del próximo 7. Estoy dispuesto a aplicarle a usted algún género de masaje que -lo juro- doy bastante bien sin llegar a ser profesional.

Dicho lo cual, entremos en faena. Yo no he dicho que sabíamos que Walesa estaba financiado por la CIA o por la Cosa Nostra, o por quien sea. He dicho que sabíamos quién era (es decir, alguien vinculado a la parte más reaccionaria del movimiento obrero polaco, caracterizada por una defensa de la vuelta a principios tradicionales dictados por la religión, en lugar de movidos por un avance en la profundización del socialismo) y lo que podía dar de sí (es decir, hasta dónde estaba dispuesto a llegar, que era hasta tumbar al régimen; y hasta dónde no, que era hasta actualizar las estructuras en la dirección socialista antes mencionada).

La financiación de la CIA era una posibilidad más que probable, diría yo, pero eso puede pensarse de casi cualquiera desde una perspectiva que contemple que "los que me quieren tumbar, quieren tumbar al socialismo, y por tanto son de la CIA".

En cualquier caso, como ya he dicho, Solidarnosc (que era lo que nosotros apoyábamos, y no a Lech Walesa) no era sólo, ni mucho menos, la corriente controlada por Walesa (aunque ésta era mayoritaria, eso es verdad, lo juro por Arturo), sino también otras varias corrientes, y decenas de miles de trabajadores no adscritos a ninguna de ellas. Una de esas corrientes a las que me refiero no estaba constituida por "elementos que intentaban avanzar en el proceso de profundización democrática socialista", como usted dice, porque esa frase da la sensación de que se trataba de cuatro gatos mal comidos y mal maullados. Estamos hablando de una corriente numerosa y de bastante peso y credibilidad en las filas de Solidarnosc, hasta el punto de que su principal dirigente, Kowalewski, estuvo, durante el tiempo de más pujanza de la rebelión de Solidarnosc, entre los tres primeros puestos de dirección del sindicato.

Este dato cambia radicalmente las cosas, porque, efectivamente, mal se podría aceptar el apoyo a una organización en la que no hubiese ninguna tendencia sólida defendible. En Solidarnosc, en aquel momento, la había.

Esto, amigo don Javier, no es romanticismo sino, antes bien, realismo profundo: intentábamos conseguir que triunfase la parte útil y conveniente de eso que se estaba moviendo y que estaba a punto de derribar a un régimen caduco. Y aquí llego a una parte muy importante de mi respuesta: el régimen que había en Polonia (el régimen del golpista y ultrarreaccionario general Jaruzelski) era el régimen que había llevado ya a Polonia a una situación insostenible, política y económicamente; tan insostenible que incluso en una dictadura bastante férrea como la mencionada, se formó un movimiento político-sindical de masas que se enfrentó al régimen hasta, años más tarde, terminar por tumbarlo. ¿Ese era el régimen que ustedes defendían? ¿Era eso lo que iba a mantener no sé qué expectativas socialistas? El socialismo y Jaruzelski era dos realidades tremendamente alejadas entre sí, no menos que Walesa y el socialismo, pero tampoco más. ¿Por qué lo defendían ustedes?

Pero aquí hace usted un conveniente salto y, hablando como estábamos de Polonia, dice usted que los prosoviéticos llamaban a "cerrar filas en torno a la Unión Soviética". ¿Desconoce usted, o incluso desconocían ustedes en aquel momento, la absoluta obediencia del régimen de Jaruzelski a la URSS? ¿Desconocían que las premisas políticas, sociales y económicas sobre las que estaba montado el régimen polaco eran las dictadas desde Moscú? Esto no es un mito de los capitalistas, es una triste realidad que éstos utilizaron en su beneficio, pero que no inventaron.

Y además, ¿qué era la Unión Soviética en aquel momento? ¿Cuál era su historia reciente y su realidad del momento? No era la historia de un santuario del socialismo en el que se habían colado malhadadamente algunos elementos contrarrevolucionarios (le devuelvo el comentario), sino el lugar donde hacía décadas que se estaba amamantando la casta de los burócratas propietarios in pectore de los medios de producción de la URSS y que, a la vuelta de sólo diez años, se convirtieron en la mafia ultracapitalista que ahora conocemos. Nunca mejor puede aplicarse el refrán: de aquellos polvos nacieron estos lodos.

En cuanto a la Polonia de hoy, efectivamente, la realidad de entonces explica la de hoy: en la lucha entre un régimen corrupto, caduco y desfasado como el de Jaruzelski, y una organización de masas contradictoria como Solidarnosc, con diferentes tendencias en su interior, con la posibilidad (no hablo de más que eso, desde luego) de convertirse en una organización que derribase el régimen para construir otro más avanzado, ustedes y la mayoría de la izquierda de la época se mantuvieron entre inactivos y hostiles a la organización de masas, y contribuyeron (con no mucha responsabilidad, ciertamente) a que triunfase la organización de masas, pero con su facción reaccionaria a la cabeza.

No fue la primera vez. En la Alemania de finales de la década de 1920 y comienzos de la siguiente, ocurrió con el todopoderoso Partido Comunista Alemán. Era un "coco" para la burguesía y, por lo tanto, lo era también para el Partido Socialista, muy plegado entonces a aquélla, y lo era por su política intransigentemente revolucionaria y, cuando la peste parda comenzó a extenderse, por su política activa en contra de ella. Y si lo era también para el Partido Socialista, no lo iba a ser menos para el Stalin aprendiz de brujo que controlaba ya la Internacional Comunista y obligaba a todo "comunista auténtico" (léase, quien estaba con él) a obedecer la enloquecida política exterior soviética como si se tratase de la propia. Y esa política exterior pasaba por una alianza a toda costa con la burguesía "progresista" (sabe Dios a qué se podía referir con ese término en la Europa de 1930) en aras de frenar al fascismo... fascismo conttra el que había estado luchando realmente el KPD de antes de 1932 y contra el que apenas habían hecho nada la burguesía y los socialistas; fascismo con el que pocos años después suscribió el propio Stalin un pacto de no agresión, supongo que en plan materialista-realista a tope. Y el caso es que yo soy muy propenso a admitir el realismo, a condición de que se ejerza como tal en todo momento. Eso no ocurrió pocos años después, ya en plena Segunda Guerra Mundial, cuando a Stalin le llegó la noticia de que Hitler ya tenía ultimada la Operación Barbarroja, e incluso de qué día iba a dar comienzo. No se lo creyó, a pesar de las advertencias de toda la plana mayor militar, que para creer en la información aportada por la Orquesta Roja se había basado en la observación, bien material y realista, de los movimientos de tropas alemanes. Pues ni por esas.

Pasando a la libertad de expresión: no es tarea de ésta "dar cobijo a la mentira y la propaganda", pero tampoco lo es andar vigilando si proespera la mentira, salvo si es para denunciarlo. Su tarea es permitir la expresión, y si lo que se expresa es mentira, deberá haber cauces políticos y/o jurídicos para evitarlo y castigar adecuadamente a quien lance esas mentiras. ¿Propaganda? Que la haya. La mayoría deberá tener (y ella misma se lo asegurará, ¿qué mejor garantía?) sus propios medios para informar... e incluso para hacer contrapropaganda, si lo ve necesario.

Incluso en pleno proceso de bloqueo, de "acoso y derribo", como usted lo caracteriza, el gobierno cubano aparecía como David ante el Goliath norteamericano, pero no ante la oposición interna. Para ésta, el gobierno pasaba a ser Goliath, con todos los medios internos a su alcance. Las emisiones de radio y de televisión vehículo de la ingerencia extranjera podían ser y de hecho fueron interceptadas durante décadas, pero incluso se podría haber buscado un medio de contrarrestarlas por otros medios de contrapropaganda. Sólo había que tener la mente un poco abierta, lo suficiente para admitir mdios independientes, pero progubernamentales, qeu seguro que los habría, los cuales, a cambio de poder criticar aquellos aspectos que considerasen negativos de la gestión gubernamental, podrían haber servido de contención eficaz contra la propaganda interesada norteamericana. La inexistencia de esta alternativa dice mucho de lo deudor que el régimen cubano es de la mentalidad inoperante de la URSS.

Cuestión de la "falta de cintura" del trostkismo para caracterizar a cada situación y proponer salidas a las mismas. ¡Pero hombre, don Javier, ¿cómo puede usted hacer una reducción al absurdo del tipo "yo digo que el apoyo a Solidarnosc era un apoyo a la burguesía, y eso es demostrativo de que hay una contradicción, inherente además al trotkismo, entre su actitud respecto al sindicato polaco y la crítica a la política de la Komintern en los años 30"? ¿Qué poderosa magia atesora usted en la varita para convertir de un sólo toque a un sindicato cuyos afiliados eran todos trabajadores asalariados, en un ariete de la burguesía? ¡No, hombre, no! El apoyo a Solidarnosc, independientemente de qué facción de esa organización tuviera durante todo el tiempo y terminara teniendo definitivamente el mando de la misma, no es un apoyo a la burguesía (clase social que, por otro lado, no existía oficialmente en Polonia), sino a los trabajadores. Lo que ocurre es que los trabajadores, como es bien sabido, no son revolucionarios por el hecho de ser trabajadores. Entre ellos los hay más conservadores que Rouco Varela, y los hay progresistas, y los hay revolucionarios. Nosotros siempre hemos cosiderado que había que apoyar a los trabajadores por el hecho de ser trabajadores, no por el hecho de ser revolucionarios, porque esto último muy pocos lo son de antemano, y si hubiera que apoyar sólo a quienes lo son desde ya, no apoyaríamos a nadie casi nunca. El marxismo clásico analizó que los trabajadores constituían una clase social que era la ÚNICA ubicada en un lugar del proceso productivo capitalista que les permitía colapsarlo y destruirlo. Y que por eso, Y NO POR EL CARÁCTER REVOLUCIONARIO PREEXISTENTE DE ESOS TRABAJADORES, aquellos que, trabajadores o no, sí hubiesen alcanzado un grado de conciencia tal que fuesen capaces de ver esto y de aceptar la necesidad de conseguir ese colapso, debían de organizarse para actuar entre y sobre el resto de trabajadores, para explicar todo esto, convencerles de que debían, a su vez, organizarse (primero, en sindicatos; más tarde, los continuadores del marxismo vieron que los más conscientes de ellos, la vanguardia, debía organizarse en partidos políticos que preparasen la sustitución del ya colapsado sistema en otro régimen que superase al capitalismo e inaugurase la marcha hacia la sociedad socialista)-

Así que, no, no criticábamos una política en los años 30 del siglo pasado, y seguíamos la política contraria en los años ochenta del mismo siglo. Al contrario, éramos coherentes en la segunda ocasión, con respecto a la primera.

Respecto a las comparaciones: ¿cree usted que las cosas han de plantearse en términos de si Azaña era peor que Walesa? ¡Yo qué sé cómo era Azaña en según qué aspectos, y cómo era Walesa en esos mismos u otros! Las personas, salvo casos muy excepcionales, influyen pero no deciden la marcha de los acontecimientos. Azaña representaba a un determinado sector de una determinada clase social, con unos intereses de clase objetivos, lo que significa que iban más allá de los deseos puntuales de tal o cual dirigente de ese sector. Eso es lo que había que analizar, y en función de eso había que plantearse los apoyos y alianzas. Naturalmente que luego habrá espacio para el matiz, para el aspecto concreto en tal o cual sentido, y a veces ese matiz tendrá una importancia mayor, y otras menor. Pero había que empezar por lo fundamental.

Por último: la revolución es un término que significa lo que significa: una vuelta de tuerca más en un contexto de evolución. Es decir, en un contexto de cambios hacia adelante, no hacia atrás. Una revolución ha de significar un avance en el proceso evolutivo, en este caso social y económico. Usted lo define como "ideal de la muerte", y me parece una expresión que desprecia sin analizar. Cada cual quiera lo que le parezca mejor querer, pero que nadie adopte una autodefinición de revolucionario si después creemo que la revolución, así, con todas las letras, no es posible.

Un saludo.

Antonio Flórez dijo...

La verdad, don Javier, después de releer mi último comentario, me parece que me he excedido injustificadamente en la fogosidad del mismo. Le pido disculpas porque, pensando sinceramente lo esencial de lo que digo, creo sinceramente que no había motivo para tal pasión.

Un saludo y más de un abrazo.

J. G Centeno dijo...

No se disculpe, es un placer debatir con usted, sobre todo cuando uno está acostumbrado a tener discusiones con algún que otro botarate de escasa cultura política, y es un placer si además cuando escribo esta respuesta tengo conocimiento de que la mani en cuestión ha sido un relativo éxito, mientras que la concentración de la gusanera auspiciada por la calcetinesresultó un fiasco.
Nunca he defendido, porque no lo tengo nada claro, la necesidad de que el poder popular coarte la libertad de expresión, lo que si defiendo es que no existen ni verdades ni libertades absolutas, por lo cual el análisis del contexto es muy importante, lo que critico, en definitiva, es su ,a mi juicio, rimbombante aserto de:Hay libertad de expresión práctica y real, o no la hay..¿La hay en España, aqui y ahora? Práctica y real, no sobre el papel, porque el papel lo traga todo. ¿Tenemos las posiciones anticapitalistas, no socialdemócratas o progresistas,las mismas posibilidades, dentro del sistema capitalista de tener medios de comunicación afines, que los partidarios del sistema, de ¿izquierda?o derecha? Mi respuesta, la pregunta no deja de ser retórica, es NO. En Cuba no existe libertad de expresión, aquí puede que no tanta.
Incluso en pleno proceso de bloqueo, de "acoso y derribo", como usted lo caracteriza, el gobierno cubano aparecía como David ante el Goliath norteamericano, pero no ante la oposición interna. Ciertamente, deja usted implícito el hecho de que la oposición interior a la Revolución, (un David frente a un Goliath)es débil y minoritaria, sin embargo tiene un potente altavoz en el Goliath del continente, alguna razón habrá que no creo que a usted se le escape. La misma razón por la que ese mismo Goliath apoyó sin reservas al movimiento Solidarnosc, apoyó y alentó, por más que conocieran la existencia, y me permito citarle textualmente, Estamos hablando de una corriente numerosa y de bastante peso y credibilidad en las filas de Solidarnosc, hasta el punto de que su principal dirigente, Kowalewski, estuvo, durante el tiempo de más pujanza de la rebelión de Solidarnosc, entre los tres primeros puestos de dirección del sindicato.
de corrientes no exactamente procapitalistas. Confiaban, llegado el momento, en neutralizarlos y anularlos, y lo hicieron con extraordinaria facilidad,la misma con la que llegado el momento, esperan neutralizar a grupos opositores a la revolución, de carácter pretendidamente socialista, en Cuba. No tiene desperdicio el siguiente párrafo que me permito reproducir textualmente:
Lo que ocurre es que los trabajadores, como es bien sabido, no son revolucionarios por el hecho de ser trabajadores. Entre ellos los hay más conservadores que Rouco Varela, y los hay progresistas, y los hay revolucionarios. Nosotros siempre hemos cosiderado que había que apoyar a los trabajadores por el hecho de ser trabajadores, no por el hecho de ser revolucionarios, porque esto último muy pocos lo son de antemano, y si hubiera que apoyar sólo a quienes lo son desde ya, no apoyaríamos a nadie casi nunca.Con ese argumento tan pintoresco, para venir desde la izquierda, deberíamos apoyar las posiciones de los muchísimos trabajadores, que hoy, en España, gritan a pleno pulmón que hay que echar a los inmigrantes, sin olvidar que los ciudadanos que votan y apoyan, en Francia, a las posiciones xenófobas del FN, son mayoritariamente trabajadores. ¿Les apoyamos, por su condición de trabajadores, o combatimos sus posiciones políticas? El análisis marxista, no se hace sobre personas concretas, sino sobre clases sociales, y ese análisis determina que la clase obrera, como clase es, en el capitalismo, la clase objetivamente revolucionaria, y los elementos que van adquiriendo esa conciencia de clase se convierten en su vanguardia que es la que debe conformar el Partido Comunista, y los elementos que no solo no adquieren esa conciencia, sino que abiertamente se oponen a avanzar hacia el socialismo no solo no hay que apoyarlos sino que hay que combatirlos, "Nosotros" no apoyamos a los trabajadores por el simple hecho de serlo,sino en función de su pertenencia a una clase revolucionaria.
Sin negar, porque son innegables, los múltiples errores del POUP polaco, entre otros su excesiva tolerancia, en la confrontación ideológica, entiéndase bien, con la Iglesia Católica Polaca, que en la práctica había dejado de ser una entidad religiosa para convertirse, de facto en el partido político de la derecha reaccionaria, creíamos entonces, y yo sigo creyendo ahora, que entre el apoyo a un movimiento susceptible de ser manipulado, y estoy siendo prudente, por el enemigo declarado de clase, y un sistema esencialmente socialista aunque con evidentes carencias, no hay discusión. Pero es que ustedes, me refiero a los trotskistas,niegan precisamente eso, el caracter socialista de la URSS y el resto de los paises del este, si acaso alguna de las familias que se consideran herederas de la IV Internacional, y no son pocas, sí admiten el carácter socialista de la infraestructura del sistema soviético, comportándose, por lo demás como un estado capitalista más. La no consideración de la Unión Soviética como estado plenamente socialista, en realidad nunca lo consideraron como tal desde la derrota de las tesis de Trotsky y la llamada Oposición de Izquierda en el seno del Partido Bolchevique, y en esa derrota quedaron en franca minoría, lo cual no quiere decir que justifique, es más deploro, la persecución política que sufrieron, esa no consideración, repito, les ha llevado a ustedes a adoptar un notable grado de equidistancia entre los dos sistemas que gobernaban el mundo, el capitalismo, y lo que ustedes llamaban el "capitalismo de estado". Y en alguna ocasión, no es su caso o yo al menos no lo he escuchado, se ha llegado a afirmar la preferencia del primero al segundo, pues al menos en él había algún grado de libertad. Y en sus análisis de la situación internacional, jamás han dado importancia alguna al papel desempeñado por la Unión Soviética, pero estoy seguro de que no solo Cuba, sino Vietnam y una enorme cantidad de movimientos de liberación nacional deben mucho a la URSS y al pueblo soviético, claro que para convertirse en revoluciones traicionadas mejor no haberlas acometido. De lo acertado de la política internacional de la Unión Soviética en los años treinta ya he hablado en otras entradas pero el resultado de la II guerra mundial está ahí. Llegan ustedes con su purismo en ocasiones un tanto pijotero, a ser desmoralizantes, tal y como terminan ustedes teorizando sobre la revolución socialista acaban por pronosticarla como cuasi imposible:
-Tiene que ser a nivel mundial, lo cual implica que la clase obrera, o la objetivamente revolucionaria si es que hay otra, de todo el mundo tiene que tener el mismo grado de toma de conciencia social.
-Serán todas buenísimas personas y abnegados revolucionarios
-Los contrarrevolucionarios serán convencidos, rápidamente, de lo equivocado de sus posiciones.
-Se sustituirá la Internacional por el Mondey, Mondey de The Mama´s & the papa´s.
Yo prefiero mirar realidades, de lo contrario, me habría afiliado al PSOE al grito de ¡El socialismo es imposible, hagamos más humano el capitalismo! o me habría hecho del Aleti por aquello de ir con los perdedores. Pero yo voy con los ganadores, aunque ello implique dejar algún cadáver en la cuneta.
No confunda usted fogosidad, con radical discrepancia, muy sana por otra parte. Yo a su fogosidad solo la temo cuando va vestido de corto y hay un balón por el medio, y en cuanto a mí hace mucho que enterré un piolet que nunca debió usarse. Pronto, espero, formalizaremos nuestra clásica unidad de acción, en torno a entrecots, solomillos y otras exquisiteces, mientras sacudimos a la condesa pequeño-burguesa y al anarquista contrarrevolucionario.

AF dijo...

Bueno, pues para no aburrir a su concurrencia (prueba de que se aburre es su inexistencia en los comentarios a este post), continuamos la discusión entre codillos, que es la posición mejor para estudiar, aunque sea en chiquitillo.

Un saludo.

J. G Centeno dijo...

A tenor de las visitas reflejadas en las estadísticas y esas cosas de las que se supone que sé algo, hay más interés del que pueda derivarse de la no intervención (probablemente no están a nuestro nivel, hoy me he levantado prepotente, petulante e insoportable) de nadie, pero estoy de acuerdo cerremos la cuestión, ni yo te voy a convencer ni tu a mi. Llevamos así toda la vida.