Quizás sea por el temple que tiene el acero forjado en la brega cotidiana, desde hace ya muchos años, no sólo con los de enfrente, bien sean fascistas bien sean simples partidarios del sistema económico capitalista y su expresión política en forma de lo que el común de los mortales llama democracia, y yo califico de partitocracia con un importante respeto a las libertades individuales, sino también con mis teóricos aliados políticos, socialdemócratas, socialistas, eurocomunistas, maoístas, trotskistas, anarcosindicalistas y anarquistas a los que mi inequívoca posición defendiendo el papel de la Unión Soviética en la lucha antiimperialista, les pareció siempre criticable a veces de una forma dura. Desde el principio de mi militancia política, allá por 1970, con catorce años, tiré mis primeras octavillas en la boca de metro de Palos de Moguer (hoy Palos de la Frontera), he estado siempre en la más minoritaria de las minorías de la izquierda, la de los llamados prosoviéticos. Y hoy el calificativo no me disgusta, máxime viendo en lo que se ha convertido la Rusia postsoviética.
Quizás también, porque soy de natural, aparentemente tranquilo.
El hecho es que los furibundos ataques al dirigente soviético Yosif Stalin me han dejado siempre un tanto frío, y aquí tiene importancia el resaltar que nunca me he considerado estalinista, y que mis posiciones políticas han sido siempre muy críticas con el camarada que dirigió el PCUS entre 1922 y 1953, fundamentalmente porque para un leninista, algo que sí soy, la democracia dentro del partido es fundamental y Stalin sustituyó la democracia socialista, por su voluntad personal. Los métodos de represión durante ese periodo tampoco fueron jamás santo de mi devoción, sobre todo, y ahí soy un tanto egoísta, porque fueron muchos los comunistas injustamente represaliados. No solo Lev Trotsky, que si bien mantuvo posturas políticas, a mi juicio erróneas, que hubieran podido justificar su salida del Partido Bolchevique, nunca debió ser obligado a abandonar la práctica política dentro de la Unión Soviética, y mucho menos ser asesinado, sino otros muchos que fueron también honestos comunistas que perdieron la vida. Por otra parte, y dejando al margen cuestiones morales, a las que no resto importancia, se instauró una práctica política que pudo continuar tras la desaparición de Stalin y que mucho ha podido coadyuvar a la suspensión temporal de actividades de la URSS. No creo, a tenor de lo expresado, ser sospechoso de ser estalinista, sin embargo de ahí a tener que tragar con determinadas ruedas de molino va un trecho que no estoy dispuesto recorrer, ni a que por omisión o silencio me lo recorran. Se está convirtiendo en una especie de lugar común el establecer analogías entre Stalin y Hitler, que si se quedaran en el terreno de lo personal, representando a dos fulanos sedientos de sangre, no tendría más importancia, pero es que tras esta analogía, y de forma no siempre sutil, se pretende equiparar el sistema político nacido de la Gran Revolución Socialista de Octubre, que aplastó a aristócratas, capitalistas y kulaks , con la ascensión al poder del nazismo en Alemania que no fue sino la respuesta de una burguesía amenazada precisamente por el auge que iba adquiriendo el movimiento obrero, y que contó con la anuencia, cuando no el aplauso, de importantes sectores de la derecha, Iglesias Católica y Evangélica incluidas, hasta entonces "democrática". Y la analogía se extiende, y ahí soy yo el que me siento ofendido y me jodo porque las cosas son como son, al conjunto de los miles de comunistas que han dado y dan su vida por un mundo mejor. Y para apoyar esta analogía tanto los ignorantes y analfabetos, políticamente hablando, que lo hacen sin malicia y con desconocimiento como los perversos pseudodemocrátas que lo hacen prevaricando, traen con frecuencia al debate el llamado pacto Ribbentrop-Molotov
Y no tienen, o no quieren tener, en cuenta las circunstancias en las que se firma ese pacto. Es obvio que el pacto inicialmente puede parecer que exclusivamente favorece a la Alemania Nazi, ya que le deja las manos libres para enfrentarse con Francia y Gran Bretaña. Sin embargo el desarrollo de los acontecimientos pone de manifiesto el acierto que supuso para la Unión Soviética, y a la postre para el mundo entero, dicha firma .Todo el mundo parece estar de acuerdo en que gracias a ese acuerdo la URSS pudo acelerar su preparación para una guerra que se antojaba inevitable.
Y esa mejor preparación fue la que a la postre terminó con el III Reich militarmente hablando, pues permitió no sólo la resistencia de Leningrado durante más de 900 días, sino que además consiguió asestar a la Wehrmacht su primera gran derrota en Europa, precisamente en Stalingrado, para desde ahí, a parte de salvar el Caúcaso, objetivo preferencial para un ejército que tenía en la falta de recursos energéticos su mayor talón de Aquiles, la ofensiva que llevaría al ejército Rojo hasta Berlín.
Porqué por muy bien que haya funcionado la propaganda norteamericana salvando soldados Ryan en el día más largo , la extraordinariamente bien publicitada playa de Omaha hubiera seguido en manos alemanas durante mucho tiempo si las fuerzas del ejército Rojo no hubieran estado apretando desde el este. Es más tanto Rooselvelt como Churchill , Eisenhower como Montgomery aceleran el desembarco en Europa, preocupados de que los soviéticos no se parasen en Berlín, sino que continuasen hasta Paris (¿Madrid?).Quizás también, porque soy de natural, aparentemente tranquilo.
El hecho es que los furibundos ataques al dirigente soviético Yosif Stalin me han dejado siempre un tanto frío, y aquí tiene importancia el resaltar que nunca me he considerado estalinista, y que mis posiciones políticas han sido siempre muy críticas con el camarada que dirigió el PCUS entre 1922 y 1953, fundamentalmente porque para un leninista, algo que sí soy, la democracia dentro del partido es fundamental y Stalin sustituyó la democracia socialista, por su voluntad personal. Los métodos de represión durante ese periodo tampoco fueron jamás santo de mi devoción, sobre todo, y ahí soy un tanto egoísta, porque fueron muchos los comunistas injustamente represaliados. No solo Lev Trotsky, que si bien mantuvo posturas políticas, a mi juicio erróneas, que hubieran podido justificar su salida del Partido Bolchevique, nunca debió ser obligado a abandonar la práctica política dentro de la Unión Soviética, y mucho menos ser asesinado, sino otros muchos que fueron también honestos comunistas que perdieron la vida. Por otra parte, y dejando al margen cuestiones morales, a las que no resto importancia, se instauró una práctica política que pudo continuar tras la desaparición de Stalin y que mucho ha podido coadyuvar a la suspensión temporal de actividades de la URSS. No creo, a tenor de lo expresado, ser sospechoso de ser estalinista, sin embargo de ahí a tener que tragar con determinadas ruedas de molino va un trecho que no estoy dispuesto recorrer, ni a que por omisión o silencio me lo recorran. Se está convirtiendo en una especie de lugar común el establecer analogías entre Stalin y Hitler, que si se quedaran en el terreno de lo personal, representando a dos fulanos sedientos de sangre, no tendría más importancia, pero es que tras esta analogía, y de forma no siempre sutil, se pretende equiparar el sistema político nacido de la Gran Revolución Socialista de Octubre, que aplastó a aristócratas, capitalistas y kulaks , con la ascensión al poder del nazismo en Alemania que no fue sino la respuesta de una burguesía amenazada precisamente por el auge que iba adquiriendo el movimiento obrero, y que contó con la anuencia, cuando no el aplauso, de importantes sectores de la derecha, Iglesias Católica y Evangélica incluidas, hasta entonces "democrática". Y la analogía se extiende, y ahí soy yo el que me siento ofendido y me jodo porque las cosas son como son, al conjunto de los miles de comunistas que han dado y dan su vida por un mundo mejor. Y para apoyar esta analogía tanto los ignorantes y analfabetos, políticamente hablando, que lo hacen sin malicia y con desconocimiento como los perversos pseudodemocrátas que lo hacen prevaricando, traen con frecuencia al debate el llamado pacto Ribbentrop-Molotov
Y no tienen, o no quieren tener, en cuenta las circunstancias en las que se firma ese pacto. Es obvio que el pacto inicialmente puede parecer que exclusivamente favorece a la Alemania Nazi, ya que le deja las manos libres para enfrentarse con Francia y Gran Bretaña. Sin embargo el desarrollo de los acontecimientos pone de manifiesto el acierto que supuso para la Unión Soviética, y a la postre para el mundo entero, dicha firma .Todo el mundo parece estar de acuerdo en que gracias a ese acuerdo la URSS pudo acelerar su preparación para una guerra que se antojaba inevitable.
Y esa mejor preparación fue la que a la postre terminó con el III Reich militarmente hablando, pues permitió no sólo la resistencia de Leningrado durante más de 900 días, sino que además consiguió asestar a la Wehrmacht su primera gran derrota en Europa, precisamente en Stalingrado, para desde ahí, a parte de salvar el Caúcaso, objetivo preferencial para un ejército que tenía en la falta de recursos energéticos su mayor talón de Aquiles, la ofensiva que llevaría al ejército Rojo hasta Berlín.
Y en el camino hacia Berlín liberaran, y digo bien liberaron, a mucha gente como estos ciudadanos de Budapest
Por otra parte no era la primera vez que el poder soviético pactaba el fin de una guerra contra un Reich , puesto que en 1918, el 3 de marzo, la recien nacida Rusia soviética firmaba con todos los imperios centrales, alemán incluido, el tratado de Brest-Litovsk, que ponía fin, desde el punto de vista ruso a la I guerra europea, siendo uno de los firmantes, precisamente, Lev Trotsky .Por otra parte, en 1941, ni Stalin, ni nadie en su sano juicio hubiera tenido confianza alguna en las llamadas potencias occidentales, en realidad en Gran Bretaña, puesto que Francia en la práctica había desaparecido, y solo un grupo de heróicos resistentes, llena por cierto de comunistas, muchos de ellos españoles, fieles seguidores de Stalin, al igual que los partisanos italianos, y nadie tendría confianza en Gran Bretaña despues de las sucesivas concesiones que los gobiernos de sir Neville Chamberlain , asumidas por Edouard Daladier, entre ellas la anexión de los Sudetes, habían hecho, amen de su indigna posición de No Intervención durante la guerra española, al III Reich. En definitiva el pacto de 23 de agosto de 1939 fue, a mi juicio, un enorme éxito de la política soviética, y solo infames y mal nacidos pueden encontrar en él supuestas concomitancias entre el comunismo y el nazismo. Y termino volviendo a aclarar que son muchas las razones políticas que me separan de Stalin, del que a nivel personal sé poco, y no me interesa saber más, me da lo mismo si era un vampiro sediento sangre o un honrado padre de familia
Lo que no es de recibo es atacar a todo un conjunto de miles de comunistas, del mundo entero, que siempre han combatido contra la injusticia y a favor de la igualdad de todos los seres humanos, comparándoles con aquellos que en nombre de una supuesta superioridad racial, considerándose, como puede que hagan otros, una raza especial o elegida, han producido una de las mayores lacras de la humanidad. Y menos en nombre de falsas estadísticas que atribuyen millones de asesinados al poder soviético mientras Stalin estuvo en el poder, cifras que, en algunos casos, llegan a incluir los cuarenta millones de muertos, fueron cuarenta millones aunque parezca increíble, causados por la guerra. Queda además la memoria, para mi cercana, de muchos comunistas españoles combatientes contra el fascismo, en España y fuera de ella, que en su momento consideraron a Stalin como su líder, entre otras cosas porque fue el único que les ayudó.
6 comentarios:
Excelente clase de historia, realmente magistral..
Un saludo
Tenías que ser tú, el que rompiera esa lanza.
La humanidad todavía no ha agradecido a la Unión Soviética los VEINTIÚN MILLONES DE PERSONAS que entregó por la derrota del fascismo. Luego vas al cine, y parece que la querra la ganaron los americanos.
Siempre me han caido simpáticos los que se comprometen en la defensa de causas perdidas.
En rusia todavía llamana a la Segunda Guerra Mundial la Guerra Patria...
Hoy no tiene sentido que la gente de izquierda nos separemos por lo que fueron hechos históricos. Yo soy trotskista pero como puro ejercicio teórico, a mi ahora lo que me interesan son las luchas concretas y eso es lo que nos debe unir.
Anteriormente he debatido con usted en este blog sobre el protagonista de hoy.
Me congratula leer que con meridiana claridad condena los excesos represivos que sufrió la sociedad soviética bajo la tiranía autoritaria de Stalin.
Igualmente he creido leer un elogio a las libertades individuales, he leido bién??
Evidentemente tanto el liderazgo personal de Hitler como el de Stalin hubieran sido imposibles de haber existido LIBERTAD de información.
Plas, plas, plas, don Javier. Sólo añadiría un matiz que usted ya avanza pero en el que no se extiende más: el estalinismo, en mi opinión (y en la opinión de la corriente trostkista a la que pertenecí) no se caracteriza esencialmente por la sed de sangre que pudiera sentir Josif Djujasvililoquesea (que nunca he sabido escribirlo) "Stalin" ni por su personal grado de maldad intrínseca. Se caracteriza por una determinada manera de contemplar las relaciones dentro del partido y, a partir de éste, con el conjunto de la sociedad. Una manera que se basa no ya en el autoritarismo (rasgo que podríamos calificar como el más folklórico), sino en la instauración, mediante el terror, de un pensamiento único y, lo que es peor, cambiante, de forma que a los pobres que quedan por debajo de la dirección del partido sólo les queda, para salvar su cabeza, la posibilidad de estar permanentemente atentos no a lo que el partido discute y a lo que el dirigente máximo parece opinar, sino a lo que la policía política les diga que deben pensar, por mucho que sea exactamente lo contrario que se exigía el mes pasado.
Y más allá de eso, incluso, el estalinismo implica una perversión materializada en una expresión famosa: "por el bien de la revolución". Lo que quiere el líder es lo mejor para el partido, y lo que el partido quiere es lo mejor para el pueblo y el país. Y con eso y un bizcocho, hasta mañana a las ocho.
Pero estoy convencido de que esto también es algo rechazado por usted, que le conozco, tunante, más que tunante.
Un saludo.
Efectivamente Don Anto, en la calificación del stalinismo, que nunca fue una ideología, puesto que nada aporta al marxismo, y si unas formas de actuar ajenas a él, casi siempre estamos de acuerdo, además es un fenómeno, afortunadamente, irrepetible.
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